Sociedad y Justicia
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Científicos plantean que al aplicar un líquido se puede recuperar la función motora

Investigan en la UNAM implante para tratar el mal de Parkinson

La sustancia cristalina se inyecta en la zona cerebral donde se da la falta de dopamina, señalan

El padecimiento se presenta en entre uno y 2 por ciento de la población mundial de 60 años o más

 
Periódico La Jornada
Jueves 24 de diciembre de 2015, p. 29

Con la finalidad de usar la física para tratar la enfermedad de Parkinson, científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) trabajan en un implante de dióxido de titanio con dopamina, con el que intentan obtener un tratamiento que pueda contrarrestar este mal, el segundo padecimiento neurodegenerativo más frecuente, sólo después del Alzheimer.

La dopamina es el neurotransmisor que permite la actuación de las neuronas dopaminérgicas encargadas del movimiento, la coordinación, la actividad motora, el sueño, la lactancia, el humor, la atención y el aprendizaje. La muerte paulatina de éstas es la principal responsable de causar el mal de Parkinson, en el cual la persona pierde de manera progresiva la habilidad para ejecutar movimientos finos y controlados.

En los avances de su investigación, el equipo de universitarios plantea que al aplicar el dióxido de titanio con dopamina, el neurotransmisor se libera y se puede recuperar la función motora. El implante es un líquido semicristalino que tiene una viscosidad apropiada para ser inyectada cerca del núcleo caudado, que es la zona cerebral donde se da la falta de dopamina.

En el equipo participan Jorge García Macedo, responsable del Laboratorio de Fotónica de Geles del Instituto de Física y líder del proyecto; Gina Prado Prone, doctorante en ese instituto, y Margarita Gómez Chavarín, del Instituto de Investigaciones Biomédicas, informó el Foro Consultivo Científico y Tecnológico.

Se trata de un proyecto que comenzó hace ocho años pensando en utilizar la física para el tratamiento de esta enfermedad, que presenta síntomas como temblor en reposo, rigidez, lentitud de movimientos, inestabilidad en la postura, insomnio, estreñimiento y tristeza, entre otros. Las estadísticas indican que el Parkinson se presenta entre uno y 2 por ciento en la población mundial de 60 años o más; 90 por ciento de los casos son espontáneos y el resto tiene origen hereditario.

García Macedo explicó que si bien se tienen algunos avances, sobre todo por la aplicación de pruebas en ratas de laboratorio, todavía falta mayor documentación y más tiempo de observación para elaborar un proyecto que pueda aplicarse en algunos humanos. Hay que elaborar el proyecto, definir en qué instituciones se hará, obtener las aprobaciones, la búsqueda de pacientes y definir a cuáles de ellos se seleccionan para las pruebas y comenzarlas. Eso puede llevar unos cuatro o cinco años.

El dióxido de titanio es biocompatible e inocuo, lo que permite almacenar la dopamina protegiéndola durante 134 días para que no se oxide. Es un semiconductor. (Con las pruebas) se inyecta cerca del núcleo caudado, zona en la que hay aunsencia del neurotransmisor ya que no la llevan las neuronas dopaminérgicas. El implante libera la dopamina y ésta logra que se recupere la función motora, detalló durante una charla de divulgación ¿Cómo la física puede ayudar a tratar el Parkinson?, realizada recientemente en el Museo de las Ciencias Universum.

Por su parte, Gómez Chavarín indicó que en ningún animal se expresa este padecimiento, por lo que en el laboratorio se hacen manipulaciones experimentales para que las ratas se comporten de una manera parecida a lo que ocurre debido al Parkinson.

Al animal se le practica una cirugía estereotáxica: se abre el cerebro y se inyecta la sustancia 6-Hidroxidopamina en la estructura. Después de la cirugía, la rata recibe cuidado y, posteriormente, se observa un cambio en su conducta, caracterizada por la desorientación. Hay animales que pueden dar alrededor de 250 giros por hora. Esto es provocado por la 6-Hidroxidopamina. Después que se logra que cada animal tenga esta conducta de giro, nos está diciendo que tienen lesionadas las neuronas dopaminérgicas.

El siguiente paso es inyectar el implante en el núcleo caudado. Con este bioensayo demostramos que el implante de dióxido de titanio con dopamina recupera la función motora. El animal deja de dar vueltas, incrementa el contenido de dopamina evaluado hasta ahora hasta los dos meses, no sabemos qué pase después, vamos a hacer más experimentos para dejar más tiempo a los animales para ver cómo es la recuperación conductual y cómo es la liberación de dopamina y, por otro lado, hay que considerar que estos resultados son preliminares y se requiere recabar más información con un estricto rigor científico para utilizarlo a escala clínica.