19 de diciembre de 2015     Número 99

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Los pescadores artesanales
de Niterói: contradicciones
del poder público

Maurício Campos dos Santos Ingeniero y asesor voluntario de movimientos sociales  Traducción: Berenice Morales Aguilar


Rio de Janeiro visto desde la Aldeia Imbuhy
FOTOS: CMI-Rio Centro de Mídia Independente do Rio de Janeiro

El 23 de junio de 2015, un fuerte aparato militar, que incluía lanchas y camiones del Ejército, garantizó la demolición de tres de las 32 casas en la Aldeia Imbuhy, comunidad con más de 120 años de antigüedad que ocupa una localidad situada en área militar en la ciudad de Niterói, en la región metropolitana de Río de Janeiro. Poco después, el 12 de agosto, otro fuerte aparato con casi 50 policías (federales, de la Policía Militar Estatal y de la Guardia Municipal) acompañó la destrucción de dos de las tres casas de los habitantes de Praia do Sossego, en la misma ciudad. En los dos casos, se cumplían las decisiones de la Justicia Federal a favor de la Unión (Ejército) en Imbuhy y de la Prefectura en Sossego.

Las dos comunidades de pescadores están localizadas en la región oceánica de un área paradisiaca geográficamente análoga a las famosas playas de la zona sur de su ciudad vecina, Río de Janeiro. Desde la década de 1970, la región sufrió un intenso proceso de especulación inmobiliaria y la ocupación de nuevos habitantes pertenecientes a una clase media-alta. La mayoría de los pescadores artesanales, que habitan tradicionalmente las playas y lagunas de la región, tuvieron que abandonarlas debido a las amenazas recibidas por tierra, así como a las amenazas recibidas en el mar (contaminación y la frecuente pesca industrial).

Sin embargo, más de una centena de familias logró resistir y mantener un modo de vida, que acabó tomando forma a partir de la década de 1990, cuando comenzaron una lucha por la creación de una Reserva Extractivista (Resex) en la región. Las Resex son categorías de las Unidades de Conservación (UC), definidas legalmente en Brasil en 1990, y cuyo concepto nació de las luchas de los seringueiros del estado de Acre durante los años 1970 y 1980, luchas que fueron internacionalmente conocidas por medio de la actuación de Chico Mendes. Las Resex no plantean la expulsión de las personas de sus territorios, ya que tienen como objetivo la preservación de las condiciones y los modos de vida de las poblaciones tradicionales, en el entendido de que son ellas las que contribuyen decisivamente en la defensa de la biodiversidad.


Demolición de las casas de Aldeia Imbuhy

Finalmente, en 2013, fue creada la Resex Marina de Itaipu, bajo la administración estatal, la cual, abarca el área marítima de varias playas y lagunas de la región, inclusive, la de Sossego. Parte de los pescadores que fueron favorecidos por la Resex viven dentro de otra UC, el Parque Estadual da Serra da Tiririca (Peset).

La pequeña y poco accesible Praia do Sossego fue convertida en una UC municipal por medio de diversos decretos a partir de 1991. La Prefectura adoptó una visión “conservacionista” exacerbada y pidió a la justicia desalojar a las familias que vivían ahí desde hace más de diez años. Sus primeros habitantes eran agricultores que pronto aprendieron con los pescadores artesanales de la región, convirtiendo así la pesca en el principal medio de vida de las generaciones siguientes. Sin embargo, lejos de incluirlas en una solución análoga como la que fue dada a los pescadores de Itaupu, la Justicia Federal acató el pedido de la prefectura en mayo de 2014.

Todavía fueron más anacrónicos los motivos alegados por el Ejército para lograr la expulsión de la Aldeia Imbuhy: ésta podría convertirse en una “amenaza de seguridad nacional”. El fuerte de Imbuhy fue creado cuando ya existía el núcleo de pescadores en el lugar y fue desactivado en 1946 por ser considerado tecnológicamente obsoleto. Desde entonces, ha servido como un centro de recreación y fuente de ingreso para los militares (los civiles, sólo pueden frecuentar el lugar si pagan una cuota).

Con la instauración del régimen militar en 1964, la relación entre la comunidad y los militares fue empeorando. Sus habitantes tenían que entregar parte del producto de su pesca al Ejército y cada vez se endurecían más las restricciones que les eran aplicadas. El club construido por la población fue transformado en residencias de suboficiales en 1966 y en 1986 la escuela pública se convirtió en alojamiento recreativo para oficiales. A esas alturas, no existía más interés de los militares por el pescado y cada vez eran mayores las presiones para transformar el lugar en un espacio exclusivo de recreación para los oficiales, hasta que consiguieron la acción judicial para la expulsión definitiva de los pobladores en 1995. No obstante, de las 800 familias que habitaban allí, 32 continúan resistiendo.


Habitantes de Praia do Sossego desesperadas frente a sus casas demolidas por la
Prefectura de Niterói

Si detrás del discurso de “seguridad nacional” en el caso de Imbuhy aparecen claramente los intereses privados de los oficiales del Ejército, entonces es bastante justificada la desconfianza sobre los motivos “ambientales” para desalojar a los familias de Sossego; lo que hay oculto son intereses inmobiliarios y turísticos.

Es un hecho que la presencia de las familias, aunada al difícil acceso al lugar, es lo que salvó a Praia do Sossego de la invasión de condominios, los cuales ahora se han apropiado de las playas alrededor. Esto explicaría el súbito interés “ambientalista” por Praia do Sossego de políticos involucrados en actividades ilícitas, como el ex jefe de la Policía estatal, Álvaro Lins.

Intereses que explican la contradicción en una ciudad relativamente pequeña: por un lado el Estado brasileño se muestra permeable (caso de la Resex y del Peset), o absolutamente contrario (Sossego e Imbuhy) a los conceptos de la conservación ambiental y defensa de los derechos de las poblaciones tradicionales, oriundas de las luchas sociales recientes en el país.


La ilegalidad en territorio
de los pescadores caiçaras
de Vila do Aventureiro

Berenice Morales Aguilar
Candidata a doctora del Programa de Antropología Social de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp)


Itá mostrando una red elaborada por él mismo. Foto tomada en Vila do Aventureiro, septiembre de 2015
FOTOS: Berenice Morales

La región Mata Atlántica fue declarada Reserva de la Biósfera por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1991 . Dentro de esta Reserva fueron decretadas unidades de conservación en espacios específicos, que abarcan diferentes áreas núcleo y de amortiguamiento.

Las autoridades conservacionistas han señalado que las extensiones boscosas de Paraty, Angra dos Reis y Mangaratiba son las más conservadas del territorio de la Reserva de la Biósfera de la Mata Atlántica en el estado de Rio de Janeiro.
Ilha Grande forma parte del municipio de Angra dos Reis y es considerada una unidad de extrema importancia biológica de la Mata Atlántica, por lo que su territorio marítimo fue decretado Parque Estatal de Ilha Grande desde 1971.

Vila do Aventureiro está poblada por una comunidad de pescadorescaiçaras que han ocupado ancestralmente este territorio. En Brasil, son denominados pueblos caiçaras aquellos grupos de pescadores que también practican la caza, así como la tumba, roza y quema. Estos grupos han habitado ancestralmente el litoral de Paraná, São Paulo y Río de Janeiro.

Hoy en día la población caiçara de Vila do Aventureiro se dedica a la pesca de algunas especies como anxova (Pomatomus saltatrix), corvina (Micropogonias furnieri), marimbá (Diplodus argenteus), cavala (Scomberomorus cavalla), olho de cau (Priacanthus arenatus), pirajica (Kyphosus incisor) y tainha (Mugil platanus); al turismo de camping, y en mucho menor medida al cultivo de caña de azúcar (Saccharum officinarum), plátano (Musa s.p.), frijol (Phaseolus vulgaris) y mandioca (Manihot esculenta) en la roza.


Caiçaras extrayendo el pescado de la red de espera que dejaron la noche anterior.
Foto tomada en Vila do Aventureiro, junio de 2013

Este territorio está localizado en la región suroeste de Ilha Grande. Sin embargo, fue declarado Reserva Biológica de Praia do Sul en 1981, lo que implicó su categorización como unidad de conservación de protección integral, y por lo tanto es una de las zonas núcleo en la Reserva de la Mata Atlántica donde se restringe toda presencia humana. Aunado a esto, el territorio marino de la poblacióncaiçara de Vila do Aventureiro fue declarado en 1990 Parque Estatal Marinho do Aventureiro. En 1994 fue desactivado el Penal Cândido Mendes, ubicado en la playa Dois Rios. Desde entonces el turismo en Ilha Grande fue en ascenso, incluso en Vila do Aventureiro, donde el acceso es complicado debido a que su zona costera se encuentra de frente al mar abierto del Atlántico.


Pesca en canoa caiçara. Foto tomada en Vila do Aventureiro, julio de 2015

La implementación de las unidades de conservación impide la especulación inmobiliaria en Vila do Aventureiro y la introducción de energía eléctrica, por lo cual la población depende de generadores de energía de diesel que sólo funcionan por las noches. De acuerdo con el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama), las personas tampoco podrían practicar ningún tipo de pesca o extracción de las especies, sin embargo, los pescadores continúan practicando esta actividad.

Con la aplicación de estas políticas de protección a la biodiversidad en Vila do Aventureiro, se desataron muchos conflictos e incluso hubo intentos de las autoridades por desalojar a toda la población de pescadores que ocupa ese territorio. El estado ha intentado controlar las actividades de la población de pescadores, señalando que, en términos jurídicos, la ocupación y todas las actividades desarrolladas por los caiçaras son “ilegales”. Desde que Vila do Aventureiro se convirtió en unidad de conservación, el Instituto Estatal del Ambiente (Inea) ha intentado anular la posibilidad de que la población establezca el gobierno de sus bienes comunes y construya sus propias estrategias de conservación.


Don Dito, pescador caiçara. Foto tomada en Vila do Aventureiro, octubre de 2013

No obstante, la población de pescadorescaiçaras ha mantenido la ocupación de su territorio exigiendo el respeto a sus prácticas culturales y económicas, que involucran el uso y aprovechamiento del espacio y de sus recursos naturales.

Hacia el 2010, la comunidad inició un nuevo periodo de disputas y conflictos con las autoridades; ese año la Asamblea Legislativa del estado de Río de Janeiro propuso el cambio de categoría de la Reserva Biológica de Praia do Sul (RBPS), a una Reserva de Desarrollo Sustentable (RDS), lo cual fue aprobado en mayo de 2014. Con la creación de esta reserva, los caiçaras de Aventureiro consideran que ganaron una lucha, ya que lograron negociar su permanencia en la isla con la práctica de sus actividades. No obstante, una de las cosas que estipulan determinadas unidades de conservación es la prohibición de construir nuevas viviendas, por lo que las nuevas generaciones no podrán levantar nuevas casas en el territorio de sus ancestros. Por lo tanto, los pescadores señalan que la ilegalidad que les han impuesto formará un modo de vida para su comunidad y al parecer: “Nunca vai estar certa a coisa. Sempre tem uma coisa que não deixa estar legalizados no nosso território” (“Nunca va a estar bien la cosa. Siempre habrá una cosa que no nos deje estar legalmente en nuestro territorio”).

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