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Antes la música se iba
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Yael Bitrán, directora del CenidimFoto Juan Arturo Brennan
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Aspectos de la exposición montada en la Galería Juan Soriano del Centro Nacional de las Artes (Río Churubusco, esquina Calzada de Tlalpan)Foto Juan Arturo Brennan
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Aspectos de la exposición montada en la Galería Juan Soriano del Centro Nacional de las Artes (Río Churubusco, esquina Calzada de Tlalpan)Foto Juan Arturo Brennan
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or estos días, y hasta el amistoso y amoroso 14 de febrero de 2016, la Galería Juan Soriano de la Biblioteca de las Artes del Centro Nacional de las Artes alberga una pequeña pero elocuente y muy interesante exposición. Lleva por título Cenidim 40 años: construyendo la memoria musical de México, y es una compacta mirada a lo que oficialmente es el Centro de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Chávez, institución fundada en julio de 1974 y que tuvo a Carmen Sordo Sodi como su primera directora.

Desde entonces, la dirección del Cenidim ha sido ocupada por una importante lista de compositores, musicólogos e investigadores, entre los cuales se hace necesario destacar la figura de Manuel Enríquez (1926-1994), bajo cuyo mandato el centro se solidificó institucionalmente y se convirtió en el impulso motor de ese indispensable y venturosamente duradero proyecto que es el Foro Internacional de Música Nueva que lleva su nombre.

Es creencia generalizada que un centro de investigación como el Cenidim funciona sólo para sí mismo, que no va más allá de un círculo de cubículos en los que sus investigadores se encierran a cavilar sobre abstrusos e insondables temas musicológicos. Nada más lejano a la verdad. A lo largo de los años, el Cenidim ha tendido numerosos puentes que alcanzan mucho más allá de sus muros, principalmente a través de la publicación de importantes series de libros y discos relativos a la historia y el presente de la música mexicana.

Además, el centro organiza permanentemente cursos, talleres, seminarios, conferencias y otros actos académicos a través de los cuales comunica hacia el exterior el progreso y los resultados de los trabajos de investigación que se realizan en su interior. Todo aquel interesado en los asuntos de la música mexicana puede acudir al Cenidim en busca de información de diversa índole. Yo mismo he sido un usuario asiduo de sus acervos y producciones, y en numerosas ocasiones he acudido al centro a valerme de los memoriosos cerebros de sus investigadores y obtener de ellos datos necesarios para mis labores de redacción musical.

En un brevísimo coloquio, Yael Bitrán, actual directora del Cenidim, responde a dos preguntas mías. Sobre el presente del centro: Creo que estamos en un periodo de renacimiento. Estamos haciendo una cantidad enorme de actividades. Creo que ya se sabe en el medio qué es el Cenidim, cosa que en los últimos años no ocurría. Me atrevería a decir que estamos mejor que hace un año.

Respecto del futuro inmediato del Cenidim: El año próximo tendremos un diplomado en investigación musical, algo nuevo que estamos implementando para la gente que realmente no es especialista ni está haciendo una maestría ni mucho menos, músicos interesados en la música. Hemos conseguido apoyo para hacer un curso con los fundamentos de la investigación musical para todo público. Vamos a tener la Cátedra Romero con nuestra invitada de honor, Leonora Saavedra, sobre Carlos Chávez, y un interesante ciclo de conferencias con los investigadores del Cenidim y otros externos. Seguiremos con la política de recibir colecciones en donación al Cenidim; estamos a punto de recibir la de la familia del compositor Salvador Contreras.

En la exposición mencionada, el melómano interesado en la historia y conservación de los sonidos de México podrá ver partituras, carteles, programas, cédulas informativas, instrumentos musicales (de México y del mundo), libros, discos, revistas, aparatos de grabación y reproducción sonora. En uno de los muros de la exposición se lee esta contundente frase, que bien puede ser considerada una declaración fundamental de principios del Cenidim: Antes la música se iba, ahora podemos conservarla.