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México SA

Salario microscópico

Pachorra legislativa

Proponen 30% más

G

obierno, patrones y líderes obreros aseguran que con dos o tres pesitos de aumento se recupera el poder adquisitivo del salario mínimo, mientras el jefe de Gobierno del Distrito Federal considera que casi 83 pesos por día es un buen nivel para comenzar dicha recuperación. El problema es que nadie ha tenido la delicadeza de escuchar ni considerar las urgencias de los presuntos beneficiarios de tales pronunciamientos, es decir, a los millones de mexicanos que obtienen entre cero y tres mini ingresos como máximo.

Dos semanas atrás los levantadedos de San Lázaro aprobaron reformar la Constitución con el fin de desvincular el salario mínimo como medida de referencia en el cobro de multas, tarifas, precios y conexos, y en su lugar autorizaron la creación de una Unidad de Medida y Actualización. Por tratarse de una modificación a la carta magna, tal aprobación se fue de gira por los congresos estatales y a estas alturas, con toda pachorra, sólo unos pocos la han avalado.

Nadie tiene prisa por elevar el ingreso real de los trabajadores (no la han tenido en los últimos 33 años), y menos si el afamadísimo Lupe-Reyes está a la vuelta de la esquina. No obstante, días atrás algunos sindicalistas que no forman parte del circuito oficial organizaron un encuentro sobre el salario mínimo en la Asamblea Legislativa, y entre sus exigencias destaca la de considerar un incremento inmediato de entre 20 y 30 por ciento para arrancar 2016 en 91 pesos por día.

Quien fundamentó tal exigencia fue Víctor H. Palacio Muñoz, profesor-investigador del Centro de Investigaciones Económicas Sociales y Tecnológicas de la Agroindustria y la Agricultura Mundial de la Universidad Autónoma Chapingo, de cuyo trabajo se retoman las siguientes consideraciones:

En 2015 el salario mínimo es de 70.10 pesos, o 2 mil 103 mensuales. Si en el caso de la gente que vive en las ciudades la canasta alimentaria cuesta mil 295.01, quiere decir que 61.6 por ciento del ingreso mensual se gasta en la compra de alimentos. Pero si sabemos que la suma de las canastas alimentaria y no alimentaria era de 2 mil 639.65 pesos en octubre de 2015, entonces el salario mínimo no alcanza para cubrir las necesidades mínimas también de alimentación y servicios (suntuosos como vivienda, educación, transporte, cultura, etcétera.). Hay un déficit para cubrir estas necesidades de 536.65 pesos, es decir, faltaría 20.3 por ciento de incremento en el salario mínimo para cubrir lo que el Coneval llama canastas alimentaria y no alimentaria.

Una primera demanda es exigir un incremento salarial de 20 por ciento. Un estudio para 18 países de la OCDE (no incluye a México) señala que un aumento del salario mínimo posibilita el incremento en la productividad. Pero, ¿aumentará la inflación? Los estudios más elaborados en materia de salario mínimo en Estados Unidos indican que un incremento de 10 por ciento en el salario mínimo genera un aumento de 0.6 por ciento en los precios. Así, con un incremento al salario mínimo de 20 por ciento la inflación, en el peor de los casos, subiría 1.2 por ciento.

La propuesta de Mancera sobre el salario mínimo es que se incremente 18 por ciento, llegando a 82.86 pesos, lo que se reflejaría en un aumento inflacionario de uno por ciento. La sugerencia inicial es que el salario mínimo suba 20 por ciento para pasar de 70.10 a 84.12 pesos, con un incremento en la inflación de 1.2 por ciento. Según el Sistema de Cuentas Nacionales, la remuneración a los asalariados (obreros, trabajadores de los servicios, etcétera) representa el 16.6 por ciento del total de la producción. Si se exige 20 por ciento de aumento al salario mínimo, éste repercutirá en un incremento de 3.3 por ciento de los costos totales de las empresas. Pero puede demandarse 30 por ciento de incremento al salario mínimo, el cual se traducirá en un crecimiento de 4.9 por ciento de los costos totales de las empresas.

La segunda propuesta sería aumentar 30 por ciento el salario mínimo, con lo que quedaría en 91.13 pesos diarios, lo que incrementaría la inflación en 1.9 por ciento. Ante cualquiera de las propuestas (aumento de 20 o 30 por ciento), los empresarios o burgueses de este país levantarían las manos al cielo pidiendo ayuda. Pero se ha demostrado que con 20 por ciento de incremento al salario mínimo los costos subirían 3.3 por ciento y la inflación 1.2. Y si el aumento es de 30 por ciento, entonces los costos crecerían 4.9 y la inflación 1.9. Los empresarios pueden deducir fiscalmente con facilidad estos aumentos.

Una tercera propuesta sería que los empresarios pagaran las tasas de impuesto sobre la renta (ISR) que les corresponde: no olvidar que en estos momentos del total de ISR recabado, el 51 por ciento lo aportan los causantes cautivos y 49 por ciento los empresarios (en Estados Unidos y Europa las tasas que pagan los empresarios están arriba de 50 por ciento de sus ingresos).

En México alrededor de 85 millones de personas reciben en promedio 1.7 salarios mínimos al mes. Con 30 por ciento de aumento al mini ingreso esa población recibiría 55 mil 771.56 anuales por cabeza. Esto da un total de 4 mil 740.5 millones de pesos. Si el Presupuesto de Egresos de la Federación 2016 (gasto neto devengado) será de 4 mil 746.9 millones de pesos. Entonces, con ese aumento la derrama económica para el salario mínimo representaría sólo uno por ciento de tal presupuesto.

¿No podría incluirse en el presupuesto de egresos un rubro cada año que se llamara salario mínimo? ¿No piensan en esto nuestros legisladores de izquierda? Los citados 4 mil 740.5 millones de pesos equivaldrían a 33.6 por ciento de lo asignado al Poder Legislativo y a 3.9 por ciento de lo que dispondrá Sedesol en 2016, sólo para dar un par de ejemplos. Sobran dependencias de las que se podría quitar una ridícula parte de su presupuesto; además de lo que los empresarios deberían aportar.

Entre 2007 y 2011 por cada peso pagado en salarios se generaron 26.52 pesos de excedentes o plusvalía. Si se sabe que las horas-obrero trabajadas fueron 610.8 millones de horas en promedio anual, entonces eso quiere decir que 3.65 por ciento de la jornada laboral fue pagada al obrero y el restante 96.35 por ciento se lo quedó el capitalista.

Hasta allí el análisis, en espera de que para 2016 las siempre atentas y sensibles autoridades aumenten el salario mínimo entre dos y tres pesitos.

Las rebanadas del pastel

Y el revaluado dólar ayer se vendió en ventanilla a 17.20 devaluados pesos (léase 17 mil 200 bilimbiques), mientras el precio del barril mexicano se mantiene a la baja.

Twitter: @cafevega