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29 FIL de Guadalajara

El analista presentó en la perla tapatía su libro Las guerras globales del agua

Vivimos una reconfiguración mundial y EU apuesta todo al shale gas, señala Jalife-Rahme
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 5 de diciembre de 2015, p. 3

Guadalajara, Jal.

Estamos ante una reconfiguración mundial. Tres continentes tienen varias guerras y las salidas son muy pocas, dijo el analista Alfredo Jalife-Rahme en la presentación de su libro Las guerras globales del agua: privatización y fracking.

Por otra parte, señaló que la finalidad del golpeteo propagandístico contra Enrique Peña Nieto en medios de Estados Unidos es que no se quede a medio camino la privatización para obtener hidrocarburos en México.

En particular, para apropiarse de la producción del llamado gas esquisto o shale gas, que se obtiene mediante un proceso de fracturación hidráulica (fracking), que es muy contaminante y peligroso.

Y en ese objetivo no importa la depredación del noreste mexicano y se insiste en proyectos que a su vez privatizan el agua, como el acueducto Monterrey VI.

La cuestión del agua forma parte de ese proyecto de integración norteamericano, se van a ir con todo para imponer el acueducto Monterrey VI, van a desviar el río Pánuco, no les importa si despedazan la agricultura de Veracruz, de San Luis Potosí, de Nuevo León. Estados Unidos quiere ese gas, es de seguridad nacional para ellos, afirmó en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

El columnista de La Jornada recordó que las reservas de shale gas en México son las terceras más grandes a escala global y que la cercanía para obtenerlo, en la ltransfrontera entre el noreste mexicano y Texas, hace crecer la presión.

Reveló que detrás del proyecto del acueducto está también el grupo Higa, el mismo que desde que Peña Nieto fue gobernador del estado de México era favorecido con jugosos contratos que luego devinieron el escándalo de la Casa Blanca de su esposa Angélica Rivera, lo que explica por qué el proyecto del Monterrey VI, originalmente tasado en 50 mil millones de pesos, se dispara en costos.

Se prepara, dijo, una andanada propagandística para convencer a las personas del noreste, en particular de Monterrey, de los beneficios de un acueducto cuyo objetivo principal es dotar del agua indispensable para obtener el shale gas mediante fracking.

Fracking, la bisagra

“El fracking –prosiguió Jalife-Rahme– es la bisagra entre la reforma energética y la próxima privatización del agua en México con la ley Korenfeld (...) Para esta práctica hacen fracturación hidráulica porque inyectan inmensas cantidades de agua y otras sustancias, unas 100, con químicos contaminantes desconocidos muchos de ellos para la opinión pública”, explicó.

“Estados Unidos apuesta todo en el shale gas hasta que los detengan o descubran un nuevo energético o se les dé el tiempo para llegar a energéticos alternativos; hoy no lo hacen porque es muy elevado el costo de estos energéticos limpios, a los que llegarán en 10 o 15 años, pero en tanto quieren tener esa fuente de energía.”

Jalife señaló que existe una pésima distribución del agua no sólo en México sino a escala mundial, con superpotencias acuíferas como Canadá, Estados Unidos, Brasil y China.

Yo no eliminaría la posibilidad que sean capaces de desviar agua del sur de México para llevarla a California, ahora que entramos a una etapa de autoritarismo global tremendo, sentenció, con el argumento del estrés hidráulico en la parte occidental del país.

Recordó que existen ejemplos para detener tal depredación, pues en Bolivia hubo una revuelta indígena contra el gobierno neoliberal, se frenó la privatización del agua y llegó un indígena a la presidencia, Evo Morales, quien además realizó una nacionalización exitosa de los hidrocarburos y ha logrado el mayor crecimiento económico en Sudamérica.

Otros ejemplos vienen de países europeos, como Alemania o Francia, donde sus respectivos gobiernos debieron recular por la presión ciudadana.

Alertó que una gran trampa para justificar la privatización es lo que los abogados llaman asequibilidad, para asegurar, como derecho humano, un determinado número de litros de agua al día a cada persona, lo que pretende justificar los grandes trasvases.