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Bajo la Lupa

¿De la interdependencia a la codependencia?: rencuentro histórico de China y Taiwán

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El presidente taiwanés, Ma Ying-jeou, y su colega chino, Xi Jinping, ante los medios en Singapur el sábado 7 de noviembreFoto Reuters
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l saludo del mandarín Xi Jinping y el mandatario de Taiwán, Ma Ying-jeou, que duró más de un minuto, en el terreno neutral de Singapur (http://goo.gl/c1zAmT), abrió una página histórica en las relaciones a través del estrecho de Taiwán, con una mínima distancia de 180 kilómetros, que los había alejado 66 años (http://goo.gl/qZ1Ci2).

A partir de la crisis en el Mar del Sur de China (http://goo.gl/ugdmbP), Xi emprendió una ofensiva diplomática que lo llevó a mejorar sus relaciones con Singapur y a detener su deterioro con Vietnam.

Al momento que un diplomático chino visitaba Filipinas para atenuar la disputa por las islas y arrecifes en el Mar del Sur de China, en forma insólita –lo cual resalta el legendario ingenio chino–, las armadas de Estados Unidos y China realizaban maniobras militares conjuntas en el océano Atlántico, en la región sureste de Mayport, Florida (http://goo.gl/OG1AJg).

¿Lo que no procura el océano Pacífico lo otorga el océano Atlántico?

Simon Denyer, de The Washington Post, comenta que los “líderes de ambos lados no se habían encontrado desde que el partido nacionalista, el KMT, de Chiang Kai-shek, perdió la guerra civil china ante los comunistas de Mao Tse Tung y huyó a Taiwán en 1949 (https://goo.gl/X6FHGx)”. Comenta que Xi y Ma desean ir a la historia habiendo ayudado a finiquitar décadas de división, desconfianza y a veces conflicto armado a través del estrecho de Taiwán.

Hoy sólo 22 países, de 193 en el mundo, reconocen a Taiwán, que cuenta con casi 36 mil kilómetros cuadrados (un poco más que Puebla), una población de 23.4 millones (un poco menos que Camerún) y 430 mil millones de dólares de reservas de divisas (¡sexto lugar global!).

Sin contar Costa Rica, que ya estableció relaciones con Pekín, es muy probable que la mayoría de los países centroamericanos dejen de reconocer a Taiwán para pasarse del lado de China.

Taiwán sufre un severo aislamiento diplomático en relación inversa a su notable crecimiento económico, que le procura un PIB per cápita de 45 mil dólares, sitial 33 en el ranking global, frente a China: lugar 113 con 13 mil dólares.

Lo peor es comparar a la diminuta isla con China: superpotencia nuclear, científica y geoeconómica que constituye un imperio nacional de varios países (sus distintivas provincias) con su relevante diáspora.

Gran parte del auge de Taiwán, que se acentuará conforme avance el gigante chino en la ruta de oro del siglo XXI, proviene de su complementariedad geoeconómica visible –la parte invisible es otro tema–, que exporta desde semiconductores hasta computadoras: 27 por ciento a China, 13.2 por ciento a Hong Kong, 10.3 por ciento a Estados Unidos, 6.4 por ciento a Japón y 4.4 por ciento a Singapur.

Existe una triangulación subrepticia de Taiwán a China a través de Hong Kong y Singapur, que llevaría a 44.6 por ciento el total de sus exportaciones lucrativas al circuito étnico chino.

A los neoconservadores straussianos de Estados Unidos –derrotados en Irak y Afganistán– molestó mucho el encuentro de Xi y Ma, cuando anhelan convertir a Taiwán y Japón en los nuevos Israel del este asiático.

El israelí-británico Gideon Rachman, del Financial Times, arroja todas sus virulentas toxinas contra China que, supone, navega en un mar de perturbaciones: desde el ATP pasando por el movimiento juvenil de los paraguas de Hong Kong hasta el Mar del Sur de China (http://goo.gl/EIIyMd).

Para Stratfor –centro texano-israelí que se jacta de ser la CIA en la penumbra– la reunión de 20 minutos de dos (sic) presidentes chinos en el hotel Shangri-La de Singapur comporta un significado simbólico, pero desestima el fondo de la reunión de Xi con Ma, que sólo sirve para mejorar el desempeño electoral del KMT paralizado en un estancamiento económico.

Stratfor da mucho vuelo al Partido Democrático Progresista (PDP), de oposición, que acusa al presidente Ma, del partido KMT, de usar la reunión para intentar influir en las próximas elecciones presidenciales y legislativas de Taiwán en enero próximo.

El PDP fustiga que la construcción de lazos económicos estrechos entre la isla y la tierra firme serviría a enriquecer a los ricos empresarios y a comprometer la seguridad nacional. ¿Como sucedió con México y Estados Unidos desde el TLCAN?

Stratfor cita en forma descabellada que otros (sic) –sin acreditar fuentes– han levantado la alarma de que Ma pudo haber firmado acuerdos secretos con China (https://goo.gl/fmk6jX).

La amazona Tsai Ing-wen, lideresa del PDP, arremetió contra la histórica reunión, quizá incitada por Estados Unidos, y no consigue distinguir que la contención de Obama significa también el descalabro de Taiwán (http://goo.gl/LnHZQS).

En forma hábil, China anunció la celebración del 150 aniversario de nacimiento de Sun Yat-sen, fundador del KMT y la república, lo cual ayudará a consolidar el reconocimiento compartido de la historia a través del estrecho de Taiwán.

Sun Yat-sen encabezó la revolución de 1911 que derrocó a la dinastía imperial Qing (de 1644 a 1911) y erradicó más de 2 mil años de gobierno feudal.

A juicio del rotativo chino Global Times, el icónico Sun Yat-sen es significativo tanto para Taiwán como para China continental, que así comparten un legado común (http://goo.gl/Joopgk).

Según el rotativo People’s Daily, portavoz oficial del Partido Comunista Chino, la clave para el desarrollo pacífico de las relaciones a través del estrecho de Taiwán en los pasados siete años radica en que ambos lados se confinaron al Consenso de 1992 y se opusieron a la independencia de Taiwán” (http://goo.gl/4Z38wc).

El Consenso de 1992, a juicio de la agencia Xinhua, significa el reconocimiento de que China continental y Taiwán pertenecen a una sola y misma China.

No faltan aguafiestas y amarra navajas, como el israelí-estadunidense Jerome Cohen, quien en Foreign Policy teme que la reciente jugada de Xi en su reconciliación con el taiwanés Ma excluya a Washington del rompecabezas de Taiwán. Agrega que el llamado racial (sic) de Xi exacerbará el nacionalismo taiwanés (http://goo.gl/kpeM0n).

La independencia de Taiwán no es una independencia cualquiera.

La independencia en la que insiste el PDP parece más una trampa geopolítica de balcanización de Estados Unidos, cuando hoy Taiwán y China se encuentran en una creciente interdependencia geoeconómica y pueden transcender a una nueva fase superior, sin perjuicio para ambas partes, de codependencia geopolítica del siglo XXI para enfrentar las nuevas realidades y desafíos del llamado circuito étnico chino, que comprende China continental/Hong Kong/Macao/Taiwán/Singapur (70 por ciento de población china).

La singularidad democrática de Taiwán puede ser solventada mediante la creativa fórmula de un país, dos sistemas, que practica China con Hong Kong y Macao.

Pregunta tonta: ¿por qué no deja Estados Unidos que se reunifiquen los hermanos chinos del continente y la isla, como le convino con la reunificación alemana?

Hoy Taiwán vive una interdependencia geoeconómica con China y se encuentra ante una bifurcación de destino: la independencia geopolítica, azuzada por Estados Unidos y Japón –a quienes beneficia–, frente a la codependencia geopolítica con sus hermanos de Pekín.

La ruta es clara; la decisión, incierta.

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