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Balance de la Jornada

Con 11 torneos a cuestas, Guillermo Vázquez se confirma como un técnico exitoso

L

os Pumas parecen imparables, inspirados y ávidos por demostrar que están decididos a cumplir un torneo histórico que reivindique a un equipo que transitó en recientes torneos con bajo perfil, pero reaparece fortalecido de la mano del estratega Guillermo Vázquez Herrera.

Guillermo Vázquez Mejía, padre del timonel auriazul, quien como jugador logró el ascenso de Pumas al máximo circuito en 1962, es desde hace años encargado de las fuerzas básicas del club y alguna vez señaló a La Jornada que ahí no había nepotismo, pues el Parejita López, Hugo Sánchez hijo (qepd), Horacio Sánchez hijo y otros más habían llegado al primer plantel por méritos propios.

Explicaba que los vástagos de ex futbolistas tenían cierta ventaja sobre los demás aspirantes, porque desde pequeños se habían familiarizado con este deporte, se habían alimentado del ritual de disciplina y trabajo que cumplían sus padres, sólo eso, pero de favoritismo, nada, ¡qué va!, decía el también entrenador, quien por cierto también inició en eso de patear la pelota a su nieto del mismo nombre.

Vázquez Herrera fue un medio de contención cumplidor –en efecto, disciplinado, dedicado y serio–, dueño de un disparo potente que exhibía de vez en vez. El menos locuaz de aquel plantel multicolor de Toros Neza que dirigió Enrique Ojitos Meza.

No obstante, desde los años infantiles todo su entorno tuvo aroma a futbol y pudo rozarse con los mejores jugadores: Cabinho y Hugo Sánchez, por ejemplo. Convivió con Miguel Mejía Barón y Ricardo Tuca Ferretti, quienes siempre valoraron los consejos del arquitecto Vázquez Mejía.

Una vez instalado Vázquez Herrera en el timón de Pumas –tras la salida del Tuca Ferretti– era común ver al papá en algún palco observando. Uno bien podía imaginarlos en charla posterior haciendo análisis y comentarios. Ante las rachas buenas, el papá, sonriente, comentaba: Le va bien a este cuate.

Es decir, el hoy técnico de los auriazules tuvo una escuela importante y tras 11 torneos en el banquillo demuestra que fue un alumno aplicado, que los títulos logrados en el Clausura 2011 y la Copa en 2013 no fueron casualidad. Sabe hacer lo que todo timonel pretende: armar equipos con calidad y armonía, explotar el talento hasta la última gota y granjearse a los jugadores líderes.

El resultado es hoy un equipo con una cosecha histórica de puntos, con el boleto asegurado a la próxima Copa Libertadores y el sueño palpitante, inquieto, no sólo de ser campeón, sino de volver a colocar a varios jugadores en el Tri. Por ahora Alejandro Castro y Luis Fuentes. Buen comienzo.

Las Chivas protagonizaron ante Dorados el peor partido en la era del técnico argentino Matías Almeyda. Tal parece que llegaron a Culiacán desorientados, eufóricos todavía por los festejos tras la conquista de la Copa Mx. Queda claro que la desmedida celebración fue inducida por el dueño Jorge Vergara, quien estaba ansioso de gritar al mundo un logro más en sus 12 años de gestión.

El equipo sinaloense apagó la fiesta y los devolvió a la realidad. Los rojiblancos, con la derrota, vieron frustrado el sueño de plantarse en la liguilla, y de nuevo tienen la mirada triste sobre la tabla de cocientes.

Toluca y América aunque están virtualmente en la liguilla, no han podido dejar atrás los altibajos. Los Diablos tuvieron un buen primer tiempo ante Cruz Azul, pero en el complemento casi se derrumban. El América generó gran entrada en el nuevo estadio del Monterrey, pero no pudo imponerse a unos Rayados que tendrán un partido clave en la última fecha ante Toluca.

El torneo regular llega a su fin con el termómetro a tope, como ya es clásico. Chiapas acaricia la liguilla; Veracruz, Monterrey y Morelia tienen una vela encendida, mientras el Puebla luce sólido, casi obligado, pues quiere retornar al remodelado estadio Cuauhtémoc con el boleto a cuartos de final en la mano.

El Tri mayor tendrá su primera práctica hoy con el técnico Juan Carlos Osorio, cuyo entorno cambió en recientes semanas: la animadversión injustificada parece haber desaparecido, aunque no faltan los peros, como el que ocasiona el llamado al portero Guillermo Ochoa, por su trayectoria, por respeto. Espera un juego cómodo ante un equipo de El Salvador lleno de suplentes.

La Sub-17 cumplió la meta de quedar entre los cuatro mejores. Perdió el choque por el tercer sitio ante Bélgica y las lágrimas de los dirigidos por Mario Arteaga demuestran que los juveniles mexicanos ya se acostumbraron a los puestos estelares: un cuarto lugar les sabe a poco... Y los federativos siguen indagando en qué paso se esfuma todo ese talento.