Sociedad y Justicia
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Se dejó pasar la oportunidad de adoptar cambios e impulsar mayor apertura

En la elección se optó por lo seguro ante polarización de candidatos: expertos
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Especialistas señalaron la necesidad de revisar el método de elección de las autoridades universitarias. En la imagen, la rectoría de la UNAMFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Sábado 7 de noviembre de 2015, p. 38

El nombramiento de Enrique Luis Graue Wiechers como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) generó opiniones encontradas entre especialistas de educación superior. Unos consideraron que la decisión es positiva, pues el médico tiene sensibilidad para conducir la institución, mientras otros refirieron que se trató de una decisión de seguridad ante la polarización de candidatos.

Alejandro Canales, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), consideró que si bien los 10 aspirantes al cargo tienen las credenciales académicas para ser rectores, no basta con eso, pues se requiere sensibilidad política, y Graue tiene la necesaria para poder conducir a la universidad.

Señaló que el próximo rector deberá sumar a su programa de trabajo las opiniones de la comunidad y las mejores propuestas de los otros nueve candidatos. Lo que la UNAM necesita durante los primeros meses del rectorado de Graue es un muy buen diagnóstico, particularmente de las preocupaciones a las que la institución debe responder, como la demanda educativa, que es su principal actividad, pero también coadyuvar a solucionar los problemas del país.

Falta un poco más

Si bien es cierto que este proceso de designación mostró mayor apertura a diferencia de los anteriores, particularmente porque se hicieron públicos los proyectos de los aspirantes, aseveró que falta un poco más, a fin de que se conozcan los principios que los miembros de la Junta de Gobierno (JG) siguieron para elegir al nuevo rector.

Imanol Ordorika, del Instituto de Investigaciones Económicas, lamentó que el proceso haya sido completamente cerrado y de espaldas a la comunidad. Esto, agregó, impide que los universitarios conozcan las razones por las que la JG realizó la designación. La comunidad queda sin elementos para juzgar qué es lo que motiva una decisión como ésta.

Desde su perspectiva, el órgano colegiado dejó pasar la oportunidad de adoptar un camino de transformaciones, de asumir simbólicamente una inclinación en favor de la equidad de género y de impulsar mayor apertura en la UNAM. Por el contrario, optó por una solución probablemente de la mayor seguridad frente a la polarización de candidatos.

Esto muestra –añadió– que la JG tiene un perfil muy bajo entre sus integrantes, muy poca personalidad y por tanto toma decisiones inesperadas que colocan a la UNAM en una condición de incertidumbre.

Por el contrario, Hugo Casanova, del IISUE, consideró que la JG actuó con sensibilidad y prudencia eligiendo a un universitario que tiene los rangos académicos y la sensibilidad política para dirigir una institución muy compleja como la UNAM.

El nuevo rector, planteó, tendrá que asumir varios retos, pues la institución no puede ser autocomplaciente. Entre ellos ubicó corregir los déficits en lo académico, en la investigación, en la extensión y en la difusión de la cultura, pero particularmente en revisar el método de elección de autoridades universitarias.

Una normatividad con 70 años de ninguna manera puede dar todas las herramientas necesarias para una institución que está mirando al siglo XXI. La JG lo hizo muy bien, lo mejor posible, pero la norma y la institucionalidad no son suficientes para los retos del presente. Hay que fortalecerla y dotarla de mejores herramientas, añadió.