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Mucho ruido en Carrizalillo

E

s buena decisión, desde luego, la del gobierno federal de enviar a Carrizalillo, municipio de Eduardo Neri, un ejército de elementos para investigar el descubrimiento de fosas clandestinas con restos supuestamente humanos.

La presencia de antropólogos, policías federales, agentes del Ministerio Público, entre otros, no garantiza, sin embargo, buenos resultados.

Existen antecedentes de que movilizaciones de esta magnitud, que en principio generaron confianza entre afectados por la violencia, no han rendido más fruto que malestar y desesperanza.

Chilapa es un caso: en la primera decena de mayo, civiles armados tomaron la ciudad aduciendo un alto grado de inseguridad que el gobierno no había atacado; unos cuantos días después, previa negociación con policías federales, se retiraron dejando como saldo 16 desaparecidos.

Luego de insistentes protestas de familiares de las víctimas, acudieron en cuatro ocasiones diferentes antropólogos, agente del Ministerio Público, miembros de la Policía Federal y otros elementos que formaban un grupo compacto con capacidad de realizar un investigación efectiva que permita conocer la verdad.

No obstante, pese al esfuerzo federal, los familiares nada saben de los desaparecidos. Ningún resultado han dado las investigaciones de la Procuraduría General de la República.

Si los 16 desaparecieron entre la incursión y el retiro de los civiles que dijeron ser policías comunitarios, éstos son los principales sospechosos y a ellos responsabilizan los familiares.

Pese a ello, para nada han sido molestados estos individuos, algunos de los cuales s0n comisarios municipales de comunidades de Chilapa. Cuando, cara a cara, los perjudicados reclamaron por la desaparición, uno de esos comisarios declaró que habían entregado los detenidos a la Gendarmería.

Tanto ruido federal no ha servido más que para intensificar la indignación de los chilapeños agraviados.

Así, habrá que tomar con muchas reservas la llegada de elementos federales a Carrizalillo. Los guerrerenses, eso sí, ya no quieren que pretendan jugarles el dedo en la boca: reclaman resultados que conduzcan a la pacificación de la entidad.