Opinión
Ver día anteriorViernes 6 de noviembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La fuerza contra las razones
A

los maestros disidentes les asiste la razón, esto explica su tenaz resistencia a la mal llamada reforma educativa. Frente a ellos, están el autoritarismo, el simplismo y el dogmatismo con los cuales el régimen enfoca los problemas educativos del país. Si no se construye un espacio de comunicación, la confrontación seguirá con resultados imprevisibles.

Los maestros tienen argumentos sólidos cuando caracterizan a dicha reforma como una contrarreforma laboral. El mismo novel secretario de Educación lo ha dicho: se va a implementar (sic) la reforma educativa, se les va a descontar el sueldo a los maestros que no den clases, se va a despedir a los que no se evalúen. Esta es la idea más fuerte del gobierno acerca de la reforma educativa. Su visión es la de un patrón cuyos empleados deben ser sometidos por el miedo a la merma de su salario u otra penalidad, incluso el despido.

Las autoridades de la SEP no han expuesto otro concepto de reforma educativa, ni las que consideran son sus bondades y razones, mucho menos un programa de trabajo consecuente. No lo juzgan necesario, para eso están en el poder, para imponer la ley. Cuando hace alarde de las sanciones que se aplican a los maestros, el secretario ha dicho: La ley tiene que cumplirse, ya estamos aplicando la reforma educativa. No importa que esa ley haya sido impuesta ilegalmente, pues, violando la Constitución, no la discutió el Congreso de la Unión, ya la había aprobado el Pacto por México.

Para el régimen, ante todo están el ejercicio del poder… y los negocios. El argumento de que su interés es la educación de los niños es un chantaje teatral. Su interés supremo es la carrera a 2018. Si en verdad les preocupa la educación de los niños ¿Cómo es que en los altos puestos de la SEP sólo hay operadores políticos priístas y ni un solo educador? ¿Cómo es que el gobierno tolera, ampara y promueve la estupidización que generan la televisión y otros medios? (corrobora su complicidad con esta deseducación el regalo de millones de televisores al pueblo para garantizar la enajenación) ¿Cómo es que sigue apoyando y manteniendo la estructura corrupta y despótica consolidada por Elba Esther Gordillo en el SNTE? ¿Cómo es que en tres años no ha hecho una sola propuesta pedagógica para mejorar la educación? ¿Cómo es que desatendiendo las advertencias de los especialistas sigue imponiendo un sistema de evaluaciones estandarizadas a estudiantes y maestros, y repartiendo sin ton ni son tabletas y otros costosos juguetes? ¿De quién es el negocio?

Los maestros lo han dicho en todas las formas posibles: no se oponen a la evaluación, rechazan esa evaluación impuesta por el gobierno, la cual, a pesar de declaraciones en contrario, se traduce en premios y castigos, garrotes y zanahorias. Para comprobar esto basta leer los documentos oficiales de la SEP y del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y escuchar al secretario. Con total falta de pudor, a los maestros que obtengan buenos resultados en las evaluaciones se les ofrece mayor salario y… ¡créditos fáciles para comprar casa! Por supuesto, a los que no, pues no. La educación que construyen la SEP y el INEE se sustenta en un soborno, no en un principio ético. Es una irresponsabilidad del instituto avalar este antipedagógico y corruptor sistema de incentivos y amenazas a los maestros.

El gobierno acusa a los maestros disidentes de oponerse a su reforma porque –dice– defienden intereses ilegítimos y no plantean propuestas. Acusaciones sin sustento. Sólo quienes tienen asegurada una vida más que holgada pueden considerar ilegítima la demanda de seguridad en el empleo, única posibilidad de sobrevivencia para la gran mayoría de los mexicanos. Además, los maestros disidentes defienden un proyecto educativo opuesto a la paupérrima visión de los tecnócratas. En los tres años recientes han producido –en condiciones fatigosas, costosas y precarias– cientos de páginas como resultado de sus coloquios, congresos y asambleas. Pero para la SEP y el INEE esos trabajos no tienen valor, no merecen atención, no se la han dado. Con un prejuicio clasista, envían al cesto de la basura lo que, por su lenguaje combativo y de denuncia, les parece pura grilla populista.

A los gobernantes ya se lo dijeron muchas voces, no entienden que no entienden. No entienden que están frente a un problema social, no uno policiaco; un problema social de raíces históricas generado por los gobiernos priístas y panistas que durante décadas usaron la educación para sus fines –esos sí– ilegítimos.

Como pocas veces, la política educativa ha sido utilizada para generar un avasallador espectáculo al servicio del poder y que ha tenido eficacia porque en la elaboración del guión y la puesta en escena se han hermanado los intereses de los poderosos y las ideas provistas por personajes investidos de supuesta autoridad en la materia: la Junta Directiva del INEE. Sin más reflexión, e ignorando el significado de las palabras que regurgitan, periodistas, analistas, comentaristas y demás repiten los mantras: legalidad, excelencia, educación de calidad, evaluación, maestros idóneos, los derechos de los niños. Sin análisis y concreción sólida, estos enunciados son pura propaganda y manipulación.

Pero el conflicto tiene otro nefasto componente de igual fondo y trascendencia. La contrarreforma laboral impuesta al magisterio es un duro golpe a toda la clase trabajadora del país. Es, finalmente, el rompimiento histórico, total, de las relaciones surgidas de la Revolución, minadas progresivamente por la corrupción y la dictadura del capital. Esta contrarreforma significa, entre otras disposiciones, la cancelación del derecho a la representación y defensa colectiva de los trabajadores, y a la negociación bilateral de las condiciones de trabajo. Es urgente que las organizaciones de trabajadores –del campo, de la industria, de los servicios– que mantienen autonomía y combatividad, tomen conciencia de la gravedad del momento, y haciendo a un lado afanes protagónicos, egoísmos y miedos, construyan un movimiento capaz de enfrentar la embestida y avanzar en la construcción de un nuevo México.