Un cajón de estacionamiento
de 226 mil pesos
Arte: Francisco Toledo |
Gustavo Madrid Vázquez
Publicado el 6 de mayo de 2015 en el diario El Imparcial
Hace ya varios meses que
arrastramos un debate local
que una vez más ha dividido
la opinión pública de quienes
habitan la Ciudad de Oaxaca.
La construcción de un Centro
?Cultural? y de Convenciones
en las faldas del cerro de El
Fortín, cerca de donde se ubica
actualmente el auditorio de
la Guelaguetza, se ha convertido
en un tema álgido del cual se
derivan varias consecuencias.
He manifestado antes un
desacuerdo, no tanto por el
sentido del proyecto como
factor de movilidad económica
que pudiera ser interesante,
sino con el lugar elegido: una
de las pocas zonas verdes que
van quedando en una ciudad
que se aprieta cada vez más,
asfixiada en concreto y que
carece precisamente de espacios
que brinden remanso en la
vida urbana contemporánea.
Mientras la tendencia que debería
seguir cualquier ciudad
en la actualidad se orienta a la
construcción de manchas urbanas
más sostenibles y equilibradas
ambientalmente, este
tipo de megaproyectos chocan
con estos principios básicos.
Para muestra, un dato que
se suscribe dentro de la iniciativa
del proyecto del Centro de
Convenciones: la construcción
de un estacionamiento en varias
plantas que alojaría cerca
de 600 vehículos. Este elemento
sería el primero en construirse
aledaño a la zona urbanizada
de El Fortín, saltando
la carretera internacional y requeriría
una inversión de aproximadamente
160 millones de
pesos. Hasta aquí todo parece
anécdota si no fuera por una
situación particular: al dividir
el monto del presupuesto
de este estacionamiento con
el número de cajones a alojar,
descubrimos que el costo por
lugar de estacionamiento es
de 266 mil pesos.
Es decir, cada cajón de estacionamiento
tiene el valor de
un automóvil nuevo. Y eso no
es lo más desconcertante.
Si calculamos el costo medio
por hora de un cajón de estacionamiento
en la Ciudad de
Oaxaca, nos daremos cuenta
que el tiempo para recuperar
esta inversión por lugar de estacionamiento
es muy largo.
Si estuviera ocupado este cajón
24 horas al día los 365 días
del año, se requerirían 20 años
para recuperar la inversión, o
40, para una ocupación constante,
más cercana a la realidad,
de 12 horas.
Esto, sin contabilizar costos
de mantenimiento y operación
del inmueble así como el valor
del suelo y las depreciaciones,
lo que hace del proyecto un
elemento incosteable desde
el punto de vista financiero, ya
que no existe una tasa de regresión
de la inversión rentable.
Por consiguiente, la convierte
en una infraestructura
subsidiada, una inversión pública que debería al menos manifestar
un retorno social de lo
invertido. Se arguye que este
retorno corresponde a la mejora
de las condiciones para
el sector turismo de la ciudad,
que Oaxaca se llenará de visitantes
que vendrán a organizar
grandes congresos.
Los trabajos en el área del estacionamiento |
Pongo en duda estas previsiones,
no se han hecho realidad
en otras ciudades de
nuestro entorno como Tuxtla
Gutiérrez o Puebla. Pero, además,
se compite con otros lugares
que cuentan con atractivos,
como playas y mejor
infraestructura. Sin embargo,
lo absurdo de invertir dinero
público en lugares de estacionamiento
va más allá del aspecto
económico, de acuerdo a
la lógica de construir ciudades
más sostenibles y eficientes.
La pregunta es si debemos
seguir subsidiando al automóvil
privado, responsable del
colapso de nuestras ciudades
y emisor de la mayor parte de
los contaminantes que han calentado
el planeta en las últimas
décadas. 266 mil pesos
es el costo de una vivienda social.
También representa un
aula para una escuela. Con 166
millones de pesos se podrían
construir 100 km de carril bici
confinado. O reforestar de manera
integral el propio cerro
de El Fortín, fuertemente deteriorado
y víctima de un gran
abandono. De nuevo el debate
es el lugar. El elevado costo
por cajón de estacionamiento
se debe a la gran estructura
de concreto armado que se
requiere construir para poder
dar lugar a los 600 vehículos
que alojaría.
Si el mismo objetivo se hiciera
en un suelo plano y abierto
el costo se reduciría a algo
parecido a 60 mil pesos. Una
quinta parte del precio actualmente
asignado. Pero eso no
salva el problema de fondo y
es que el dinero público debería
ir dirigido a proyectos que
hagan viable la vida futura de
quienes habitamos esta ciudad.
El reducir su reserva vegetal
o incrementar el parque
vehicular mediante subsidios
ocultos al automóvil, desde
ninguna de estas perspectivas
pareciera la fórmula adecuada.
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