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A la mitad del foro

En busca del gesticulador nonato

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esulta ineludible atender al encuentro de los padres de los normalistas de Ayotzinapa y el Presidente de la República. Reunión a puertas cerradas, con la presencia del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, de Servicios para la Paz, asesores, abogados y voceros, entre las 100 personas que acompañaron a las familias de los 43 jóvenes desaparecidos. Enrique Peña Nieto, Miguel Ángel Osorio Chong, Arely Gómez y los ayudantes de rigor; elementos del Estado Mayor Presidencial y la ineludible opacidad en las versiones vertidas a los de afuera, a los que ya han decidido que nadie merece confianza alguna, que nada de lo que digan se puede creer.

Como para seguir la ruta de los emigrantes que por centenares de miles cruzan el territorio nacional procedentes de Centroamérica, el Caribe y no pocas naciones del cono sur. De la América nuestra que grita jubilosamente: ¡Habemus papam! Tanto da que lo haga en la Plaza de la Revolución, en la Cuba que alcanzó la independencia y tiene que enfrentar una realidad global adversa, contraria a la del horizonte de igualdad que la hizo comunista; consecuencia de la caída del muro de Berlín, de todos los muros que Winston Churchill resumió con la frase elegante y agresiva como la Cortina de Acero. O en Washington, donde el papa Francisco desató la furia reaccionaria por haber condenado, digamos criticado, el capitalismo. O en la ONU, donde moros y cristianos se anticiparon al cónclave plural en el punto cero de la locura criminal del fanatismo religioso.

Hubo reunión en el Museo Tecnológico de la Comisión Federal de Electricidad, en la vecindad inmediata de la montaña rusa. Y en cuanto salieron del encuentro los voceros y compañeros de viaje expusieron la visión unilateral, refirmaron su inamovible certidumbre de la razón que les asiste y del engaño criminal y cómplice que aseguran han elaborado los funcionarios del gobierno federal, para quienes reiteraron la demanda de proceso y cárcel. Nada cambia y cada quien sostiene la infalibilidad de las versiones que postula y promueve. Aunque ocasionalmente se contradigan con las de expertos cuya intervención exigieron los padres o esos mismos voceros. La fría formalidad del texto leído por el vocero del presidente Peña Nieto pone el acento en acuerdos y conciliadores compromisos del titular del Poder Ejecutivo.

Ambas partes del diálogo congeladas, inmóviles como estatuas en la posición que cada una había adoptado antes del encuentro en privado. Pero ante 100 o más acompañantes, cuya versión varía, responde a impulsos ajenos, a eso que los vecinos del norte llaman spinners, expertos en dar lustre a lo dicho por su representado; en echarse ese trompo a la uña, diríamos aquí. O conforme al estilo impuesto por el infantilismo democrático de la incontinencia verbal foxiana: Lo que el señor presidente quiso decir fue... A fin de cuentas hubo acuerdos, tentativos, pero acuerdos. Aunque cada parte se aferró a su propia propuesta, los expertos seguirán aquí y habrá colaboración en busca de pruebas, evidencias técnicas y jurídicas que conduzcan a una firme sentencia judicial.

No hay verdades históricas en los procesos penales de crímenes colectivos, de crímenes de lesa humanidad. Y menos todavía donde se confunden autoridades y encargados del orden con los grupos criminales involucrados. Pero del Museo Tecnológico surgió la iniciativa formal del Poder Ejecutivo para constituir una fiscalía especializada para atender los casos, incontables casos, de desaparecidos que hay en el país. Y un acierto en las sobrias declaraciones del subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa: Creemos que siendo muy importantes los desaparecidos de Ayotzinapa, hay también otras organizaciones de desaparecidos que han planteado atención en materia de investigación y búsqueda. Los expertos de la CIDH trabajarán conjuntamente con la Procuraduría General de la República (PGR). En el informe (del GIEI) no hay nada que sustente un borrón y cuenta nueva.

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“Un acierto en las sobrias declaraciones del subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa: ‘Creemos que siendo muy importantes los desaparecidos de Ayotzinapa, hay también otras organizaciones de desaparecidos que han planteado atención en materia de investigación y búsqueda’”Foto Roberto García Ortiz

Acuerdos firmados en las aguas broncas de ríos que se han salido de madre. Los normalistas de Ayotzinapa, los padres de los muertos y desaparecidos en la bestial pesadilla de Iguala desconfían de todo lo que digan las autoridades de cualquiera de los tres órdenes de gobierno. Y entre más alto sea el poder del mandato, mayor es la distancia entre mandantes y mandatario que confunden el significado del término. No manda el del gobierno, sino quienes le dieron el mandato. Pero la vasta inmensidad de la desigualdad ha abierto un abismo entre los marginados y quienes todo tienen. Incluyendo el mandato de la mayoría en la democracia representativa.

Habrá que encontrar la huella de los miles de desaparecidos en el territorio sembrado de tumbas colectivas. Imposible olvidar los cadáveres de migrantes centroamericanos encontrados en San Fernando, Tamaulipas. Ahí, como en todo México, el mayor agravio consiste en el anonimato, en borrar toda huella de identidad, de humanidad; en la ausencia de un documento, un acta de defunción, un simple testimonio de la muerte. Habrá que deslindar las responsabilidades y culpas del gobernador de Guerrero, los presidentes municipales de Iguala y de Cocula, de todos aquellos que capitalizaron la ceguera ante los plantíos de amapola y las toneladas de heroína que se cultivaron y embarcaron en las tierras altas de Guerrero. Y hacer efectivo el imperio de la ley donde hoy imperan la complicidad criminal y la sumisión a la voluntad de las agencias del imperio del norte.

Quienes hacen como que hacen política, empantanados en el marasmo dogmático del capitalismo financiero, podrían pedir al papa Francisco que retome la narración de la Torre de Babel. Ahora que al huir de los horrores de la guerra, centenares de miles de migrantes, nómadas y refugiados reviven en Europa los odios de la otredad en una población que envejece y pierde fuerza de trabajo. La Unión Europea era el gran espacio de puertas abiertas; la crisis económica y las políticas equivocadas llevaron al aumento del desempleo, revivieron la xenofobia y vino el brutal cierre de las fronteras del continente. Paradójicamente, Thomas Piketty ve en la inmigración la posibilidad de contener las tendencias deflacionarias con inversiones en vivienda, escuelas, infraestructura.

Ángela Merkel y los alemanes no padecieron un súbito ataque de solidaridad. De ahí que trajera yo a cuento la Torre de Babel, que se destruyó al confundir los constructores el significado de las palabras. Algo así como el que a estas alturas digan los militantes de Morena que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y aliados los mayoritearon para privarlos del control de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Secuela tragicómica de la solemnidad con que en la agonía hegemónica se habló de consejeros ciudadanos para integrar el IFE. Como si el secretario de Gobernación que presidía y el resto de funcionarios no lo hubieran sido.

Ahora tenemos aspirantes formales a candidatos independientes a la Presidencia de la República. Miguel Ángel Mancera ni milita ni teme a la excomunión de Morena. Independiente, como otros a los que ya se les hace tarde: Jorge Castañeda, reincidente. Así como el ex rector y funcionario errante Juan Ramón de la Fuente. Para los que madrugan, uno que no duerme. Dante Delgado se vacunó a tiempo: el partido que fundó se llama ahora Movimiento Ciudadano.

Los oligarcas en busca del gesticulador nonato.