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Esa postura se ampara en la neutralidad de la economía, dice Francisco Prieto a La Jornada

Leer a Cioran es una vacuna contra el pensamiento totalitario, que ha regresado

El escritor disertó en Bucarest sobre la influencia en México de ese filósofo y Mircea Eliade

 
Periódico La Jornada
Jueves 24 de septiembre de 2015, p. 4

La influencia de los pensadores rumanos Mircea Eliade y Emil Cioran es innegable en sus lectores en México.

Ese tema fue abordado hace unos días por el escritor y ensayista Francisco Prieto, durante una serie de conferencias que dictó en Bucarest, como parte de los festejos por el 80 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre México y Rumania.

Nacido en La Habana en 1942 y radicado en México desde 1957, Prieto lleva muchos años de lectura, relectura y estudio de los dos autores.

A Mircea Eliade lo conoció cuando éste vino a México para visitar a su amigo el profesor universitario Horia Tanasescu, mientras el encuentro con la obra de Emil Cioran fue motivado por otro de sus maestros, Huberto Batis.

Descubrir un mundo

“A Eliade lo conocí unas horas, no creas que mucho, hablé con él, hablamos muchos con él; éramos un grupo de discípulos de un rumano que vivió en México durante muchos años: Horia Tanasescu, quien nos daba unas clases fascinantes de sicología del arte. Tenía muchos enemigos, muchos no lo querían porque era un hombre muy de avanzada para aquellos años en México y más en la Universidad Iberoamericana.

Nos dio sicología del arte, estábamos descubriendo un mundo que para nosotros era un mundo del que no se hablaba en nuestras casas: nos hablaba del budismo zen. ¿Quién hablaba en México, en 1964, del budismo zen?, nos hablaba de los grandes pensadores existencialistas, del socialismo, de Mircea Eliade, de grandes poetas como Paul Valéry. Nos introdujo a un mundo que nos creó una verdadera pasión por la cultura, la verdad, la belleza.

Todos los domingos se realizaban tertulias en casa de Tanasescu a las que asistían otros de sus alumnos, entre ellos Luis Linares Zapata y José María Pérez Gay. Entonces un día la gran sorpresa fue que estaba en su casa Mircea Eliade. En lo que a mí toca me quedé en silencio oyéndolos hablar a los dos, pero se me quedó grabado.

Al día siguiente, Francisco Prieto buscó el libro El mito del eterno retorno y desde entonces no se ha separado de la obra de Eliade. En la conferencia en Rumania hablé de él y del pensamiento de Tanasescu. Establecí un vínculo con dos propósitos: uno, ver cómo leí y me encontré a Eliade en México y cómo Eliade y el pensamiento de Tanasescu se comunicaban, eran paralelos, análogos, compartían los mismos autores, la mismas pasiones. Les descubrí a Tanasescu, al que no conocen, ojalá lo traduzcan al rumano porque es un maestro al que le estoy enormemente agradecido, y desde luego hablé de Eliade, una de las grandes figuras.

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¿Contra quién me rebelo? Antes era contra el imperialismo yanqui o la Unión Soviética, pero hoy no. Ahora la dictadura son las grandes empresas, entonces ¿cuál es el nombre de lo que quiero echar abajo?, inquiere el ensayista Francisco Prieto (en las instalaciones de la Cineteca Nacional, durante la entrevista con La Jornada)Foto Jesús Villaseca

Escepticismo y vitalidad

Francisco Prieto descubrió a Cioran por sugerencia de Huberto Batis. “Recuerdo que fui a la librería y encontré El aciago demiurgo. Creo que me desvelé, pero no solamente en el sentido auténtico de no parar, sino porque leí todo el libro y lo volví a abrir varias veces; me pasé como un mes en que no leía más que El aciago demiurgo y luego fui comprando todos.

“Para mí fue un alivio leer a Cioran en un mundo que estaba tan polarizado, en que todo era tan violento; estás por el buen camino o por el mal. Este cinismo de Cioran que ha venido de todas las experiencias, que ha pasado por todos los extremos y que ha visto la podredumbre que se esconde en todas estas grandes formaciones en las que tanto se creyó, ese escepticismo suyo, pero lo que me conmovía no era el escepticismo por sí mismo sino la vitalidad que escondía. En épocas de fanatismo leer a Cioran creo que era lo que significaba en la Edad Media leer La imitación de Cristo (de Tomás de Kempis). Creo que eso es lo que lo mantiene vigente.

“Para mí es como una vacuna contra todo ese pensamiento totalitario que ha regresado del modo más peligroso porque está amparado en principio en la neutralidad de la economía. Lo que estamos viendo son unas burocracias interconectadas que no tienen cara. ¿Contra quién me rebelo? Antes era contra el imperialismo yanqui o la Unión Soviética, pero hoy no. Ahora la dictadura son las grandes empresas, entonces ¿cuál es el nombre de lo que quiero echar abajo?

Creo que Cioran por lo menos te suaviza un poco, te calma un poco y no te lleva a ningún fanatismo.