19 de septiembre de 2015     Número 96

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Manifestación de apoyo al doctor y profesor Raúl Gómez, quien había sido cesado después de una invasión de tierras. FOTO: Comité Primeros Vientos

Madera rebelde

Jesús Vargas

El 23 de septiembre de 1965, a las 5:45 de la mañana, un grupo armado atacó el cuartel militar de Ciudad Madera. En menos de media hora fueron abatidos ocho de los guerrilleros y cinco lograron romper el cerco, remontándose en la sierra, donde la gente los ocultó.

De los guerrilleros muertos, siete no habían cumplido 25 años: Arturo Gámiz, profesor rural; Salomón Gaytán, campesino; Antonio Scobell Gaytán, campesino; Miguel Quiñónez Pedroza, profesor rural; Óscar Sandoval, estudiante normalista, y Emilio Gámiz, estudiante normalista. El octavo fue el doctor Pablo Gómez, de 39 años, profesor de la Normal rural de Saucillo.

Al fracaso de la acción guerrillera le sobraron explicaciones: de los 30 guerrilleros que estaban comprometidos, solamente fueron 13 los que se coordinaron; del armamento que se tenía disponible, sólo se pudo utilizar una parte, porque las mejores armas no llegaron a tiempo, y la dirección del comando había recibido la información de que sólo estarían resguardando el cuartel dos pelotones (22 soldados), pero en realidad sobrepasaban los cien soldados.

Ahora que se cumplen 50 años de este acontecimiento, es pertinente preguntar: ¿De dónde surgió el grupo guerrillero? ¿Qué esperaban con esta acción?

Para responder la primera pregunta se tiene que hacer una retrospectiva hasta los primeros años del siglo XX, cuando todavía estaba en el poder Porfirio Díaz.

El pueblo Madera surgió en 1906, en medio de dos grandes latifundios porfirianos: el de William Green, conocido como Ferrocarril del Noroeste, y el de la Compañía Babícora del magnate del periodismo en estados Unidos, William Randolph Hearst.

El primero de estos acaparaba 700 mil hectáreas de bosque virgen, y varias concesiones para tender vías del ferrocarril. El latifundio de la Babícora contaba con más de 400 mil hectáreas, la mitad boscosas y la otra parte ubicada en una gran altiplanicie con las mejores tierras agrícolas del estado.

En 1909, Green vendió el latifundio, las instalaciones del aserradero y las concesiones del ferrocarril a una sociedad anglo estadounidense que se registró como The Madera Company Limited, donde se habían concentrado más de dos mil obreros provenientes de rancherías de los alrededores. El gobierno de México apoyó a la nueva sociedad incrementando la concesión boscosa hasta más de un millón de hectáreas y autorizando la construcción de nuevos ramales del ferrocarril. Desde entonces se hizo costumbre entre la gente identificar a toda la empresa como Ferrocarril del Noroeste.

En 1917 un grupo de obreros del aserradero de Madera solicitaron tierras por la vía ejidal y en 1925 se les entregaron dos mil 500 hectáreas, mil de las cuales pertenecían al Ferrocarril del Noroeste y mil 500 a la Compañía Babícora. Con esta dotación, los campesinos de la región redoblaron los esfuerzos para que se fraccionara, pero las autoridades agrarias se negaron una y otra vez.

El 13 de abril de 1939 un grupo de campesinos, asesorados por el líder Socorro Rivera, tomaron un pequeño predio de la Babícora, y fueron atacados por un grupo de policías y pistoleros de la Compañía. Los primeros disparos los dirigieron contra el núcleo en el que estaban Rivera y su secretario Manuel Jiménez, cayendo muertos los dos; enseguida los policías persiguieron a los agraristas y mataron e hirieron a varios, mientras los soldados observaban impasibles.

En los años siguientes se agudizaron los enfrentamientos entre los agraristas y las guardias blancas de la Babícora, mientras que las autoridades agrarias dejaban sin efecto los expedientes de varios grupos de solicitantes que reclamaban la afectación de este latifundio y de otros que habían permanecido intocables.

En 1946, poco antes de que se iniciara el nuevo sexenio, la sociedad anglo estadounidense vendió a Eloy Vallina, cabeza de un grupo de capitalistas chihuahuenses, la concesión boscosa y el Ferrocarril del Noroeste. La operación, en la que intervino el presidente electo Miguel Alemán, resultó un gran negocio para todos. El grupo de capitalistas encabezado por Eloy Vallina creó la empresa Bosques de Chihuahua y seis años después, poco antes de que dejara la presidencia Alemán, el gobierno de México compró el Ferrocarril del Noroeste en un precio muy superior al que se había pagado por éste y por el bosque en conjunto.

La empresa Bosques de Chihuahua instauró una política despiadada contra los posesionarios que durante generaciones habían ocupado pequeños lotes que se encontraban dentro del latifundio, entre éstos una comunidad de indios pimas. Hasta entonces nadie los había molestado, pero durante la década de 1950 se agudizó este conflicto porque la empresa, con todo el apoyo del gobierno de Chihuahua, utilizó pistoleros para desalojar a las familias de los posesionarios, como fue la encabezada por Rosendo Gaytán, una familia muy numerosa que se había arraigado en el antiguo Mineral de Dolores, muy cerca de Madera.

De manera espontánea el profesor jubilado Francisco Luján, militante del Partido Popular Socialista (PPS), se convirtió en asesor de los posesionarios y solicitantes de tierras.

A finales de 1959 el profesor Luján fue asesinado, y la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) comisionó al joven Álvaro Ríos para que atendiera los problemas de la región de Madera. Éste visitó a los posesionarios y solicitantes y les indicó que en adelante tratarían todos los problemas en conjunto.

En enero de 1960 se reunieron en un gran mitin en la plaza de Ciudad Madera más de 500 campesinos. Acudieron también varios militantes del PPS, y entre los oradores participaron Arturo Gámiz y Pablo Gómez.

Meses después se organizó una gran caravana de Ciudad Madera a la ciudad capital Chihuahua, con el fin de entrevistarse con el presidente Adolfo López Mateos, para solicitarle que se cumpliera con el artículo 27 constitucional y se procediera a la afectación de todos los latifundios que tenían acaparada la mayor parte de las tierras agrícolas. Con este acontecimiento, se inició el movimiento agrario que rápidamente se extendió en todo el estado, desde Villa Ahumada hasta Santa Bárbara.

Durante los años siguientes se hicieron grandes movilizaciones, surgieron cientos de grupos solicitantes que se unieron a la UGOCM y emergieron líderes como Salvador y Salomón Gaytán. Los estudiantes apoyaron organizadamente las movilizaciones. De las filas del PPS surgieron muchos líderes que se comprometieron con el movimiento: Pablo y Raúl Gómez, Guillermo y Eduardo Rodríguez Ford, Emilio Gámiz, Miguel Quiñónez, Óscar González, etcétera.

En 1962 Arturo Gámiz se integró como profesor voluntario en Cebadilla de Dolores, poblado cuyos habitantes se habían distinguido por su combatividad desde los primeros conflictos con Bosques de Chihuahua.


Coronel William C. Greene durante la huelga de los mineros de 1906,
Cananea, México FOTO: Comité Primeros Vientos

El movimiento de masas creció de manera incontenible, se hicieron caravanas desde distintos rumbos del estado, se tomaron simbólicamente los latifundios, se tomó en varias ocasiones el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización (DAAC), se buscó la mediación del presidente Adolfo López Mateos... Pero nada dio resultado. La consigna del gobierno era no entregar la tierra a grupos que no pertenecieran a la Confederación Nacional Campesina (CNC), organización afiliada al Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Al iniciarse el año 1964 se invadieron simbólicamente varios latifundios y los campesinos hacían campamento a la orilla de la carretera de forma pacífica. No obstante, el ejército intervino con violencia desalojando y aprehendiendo a los campesinos. El 21 de febrero fue detenido Arturo Gámiz, cuando estaba con uno de los grupos invasores en la localidad de Casa Colorada. Fue liberado el 4 de marzo, y cuando se despidió de su amigo el periodista Pedro Muñoz Grado, le dijo que nunca más lo iban a meter en la cárcel, que ya no lo iban a ver en las oficinas del Agrario pidiendo de favor soluciones que nunca llegaban, que de allí en adelante su lucha sería otra.

El uno de marzo, unos días antes de la liberación de Arturo, un grupo de campesinos dirigidos por Salomón Gaytán, quemaron un puente en el camino de Cebadilla de Dolores a Ciudad Madera; días después, el 5 de marzo, ajusticiaron al cacique Florentino Ibarra. A partir de ese momento el gobernador Práxedes Giner empezó a mencionar la existencia de una gavilla de bandoleros en la región de Madera y se desató la represión por parte del ejército.

El día 6 de abril, el PRI organizó en la Plaza de Armas de Chihuahua un mitin de apoyo a la candidatura de Gustavo Díaz Ordaz. En esa ocasión alguien quemó el templete, lo cual permitió desatar una gran campaña contra los estudiantes y reprimir cualquier movilización de los campesinos.

El 25 de mayo, cuando Álvaro Ríos se encontraba en una comisión con el procurador de justicia, Hipólito Villa, hijo del general Francisco Villa, fue detenido y encarcelado sin ninguna justificación, siendo liberado hasta el 18 de noviembre, cuando el movimiento agrario había quedado prácticamente aniquilado por la vía de la represión militar y la cárcel.

En estas condiciones se prepararon las acciones que condujeron a un grupo de 13 guerrilleros a tomar por asalto el cuartel militar de Ciudad Madera el día 23 de septiembre antes del amanecer. Arturo y sus compañeros sabían muy bien que si lograban triunfar en esa acción, cientos de campesinos convencidos de que no había otro camino se unirían a la lucha.

Ramón Mendoza, uno de los sobrevivientes, registró las últimas palabras que les dijo  Arturo antes de ocupar su posición de combate:

“Compañeros, este día 23 de septiembre será un día muy grande, y de este día en adelante surgirán elementos muy valiosos, y si algún compañero llega a caer en este pueblo, este pueblo llevará el nombre del compañero caído; y si algún compañero llega a quedar herido, daremos la vida para sacarlo.”

El 11 de julio del año 2011 me reuní con Leonel Chávez, tesorero de la Presidencia Municipal de Madera en 1965, y con Pedro Muñoz, periodista de El Heraldo, que estuvo en Madera al día siguiente del asalto.  Entre los dos describieron los hechos de los que fueron testigos.

Leonel Chávez comenzó la narración, señalando un detalle importante sobre la cantidad de soldados que se encontraban en el cuartel cuando ocurrió el asalto:

“Yo había hecho amistad en ese tiempo, con algunos oficiales que eran jóvenes como yo. La semana anterior al asalto se les había notificado que se prepararan para salir a Ciudad Juárez el martes 21. Nos pusimos de acuerdo para despedirlos con un convivio que hicimos el sábado 18.

“En esos días sólo había dos corridas a Ciudad Juárez, una el martes y otra el viernes. Entonces me llamó la atención que el martes no se fue el ejército como se había anunciado. Así que el 23 en la noche, estaba el destacamento completo de soldados. Por eso mucha gente se pregunta, ¿cómo era posible que un grupo de 13 mal armados se atrevieran a atacar un destacamento de ciento y fracción de soldados perfectamente armados?

“Después de que todo terminó, el ejército dejó que la autoridad decidiera lo que se iba a hacer con los cuerpos.  Entonces los subieron en la plataforma de un camión y lo dejaron frente a la Presidencia. Empezó a llover y ahí estuvieron un rato, solos, mojándose.  Alguien dio la orden de que bajaran los cadáveres y los metieran al estacionamiento-cochera de la Presidencia. La gente se empezó a acercar a verlos y fue cuando la mamá de Salomón reconoció a su hijo y exigió que se lo entregaran. Nadie hizo nada por impedirlo.”

Pedro Muñoz continúa en este punto la narración:

“En Chihuahua se tuvo conocimiento de que habían entregado un cadáver, entonces fue cuando al día siguiente la Sección 40 del Sindicato fleta un avión para recoger al doctor Pablo Gómez y a Miguel Quiñónez, quienes habían sido miembros de esa Sección. Yo aproveché y le pedí al fotógrafo Juanito de la Torre que me acompañara. Llegamos a Madera y el señor Lozoya, de la funeraria, procedió a depositar los cuerpos del doctor y de Miguel en una bolsa cada uno; y cuando los estábamos metiendo a la avioneta, fue cuando se recibió por el radio la orden directa del gobernador Giner, de que no se debía permitir recoger ninguno de los cuerpos. Es en ese momento cuando Giner soltó la frase: ‘¿Querían tierra?, ¡denles hasta que se harten!’”.

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