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Guillermo Briseño, Héctor Infanzón y La Nopalera tocaron ayer en apoyo de su amiga

Haremos los conciertos necesarios para que Maru tenga atención digna

Mi voz está intacta; la solidaridad me anima a seguir con la rehabilitación, expresa la cantautora tras el concierto en el Teatro de la Ciudad

Interpretó La catrina, uno de sus temas emblemáticos

Foto
Maru Enríquez en escena, acompañada de los integrantes de la agrupación La NopaleraFoto Tania Victoria/ Secretaría de Cultura del GDF
 
Periódico La Jornada
Martes 15 de septiembre de 2015, p. 9

Haremos los conciertos que sean necesarios, acudiremos con quien se requiera, pero pedir chiche a las instituciones, no, ¿para qué? No han apoyado, ni lo harán. Todo para que Maru Enríquez tenga una atención digna, expresó Guillermo Briseño en entrevista, realizada en el camerino del Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, la noche del pasado domingo, poco antes del recital organizado por colegas y amigos de la cantante, quien enfrenta los efectos de dos derranes cerebrales.

Un aplauso la recibió cuando entró al escenario en silla de ruedas. No puede caminar, pero sí cantar. Mi voz está intacta, dijo a La Jornada. Añadió que palabras como las escuchadas esa noche y la solidaridad de los cuates le da ánimos para continuar con su rehabilitación.

Condujo María Eugenia Pulido, la voz educada del cuadrante, quien anunció a Héctor Infanzón, que interpretó composiciones de su disco Citadino, su concepto musical de lo que para él suena el Distrito Federal. La urbe tiene sus ritmos y prisas. Eso se ve cuando los dedos corren sobre las teclas. Se cruzan avenidas y grupos de gente esperan el siga para avanzar, en lo que el músico halla un símil con una batalla medieval, a un choque entre enemigos.

Tecnología y ecos de la cultura

Juan Pablo Villa apareció en dos sets. Une la tecnología y la electrónica a los sonidos de la naturaleza. Eso más lo prehispánico, los ecos de las culturas indígenas, incluida la canción cardenche. En su segunda aparición dedicó una pieza para sumarse a un reclamo: Nos faltan 43. Los sentimientos se trastocaron en melodías, y viceversa.

Guillermo Briseño y El Glorioso Magisterio se arrancaron con blues y más blues. El respetable agarraba calor, afuera llovía, pero Briseño advertía que sólo era probete. Nada de maratones.

Maru cantó La catrina, que la simboliza como artista. Un momento cimero, de Everest: entra La Nopalera, grupo semilla, escuela y tradición. Por ella han pasado músicos de renombre y la agrupación pervive, ahora con nuevos bríos, sangre nueva que se une a los viejos integrantes. Dirigidos con ahínco por Arturo Cipriano, quien como batuta agitó una larga pluma de ave.

Siguió Botellita de Jerez. El Mastuerzo cumplió su palabra y llevó un pomo a Maru. El guacarrock y anexas.

Briseño agregó: “Maru... en primer lugar es un ser humano y en tanto que tal la ayudaremos si podemos. Además, hay vínculos muy cercanos desde hace muchos años. La conocí cuando era muy jovencita, cuando era miembro de La Nopalera. Después hubo un momento en que la invitó Enrique Strauss y otros cuates a un programa que yo llevaba en Pronarte. Lo conducíamos entre los dos. Eso nos hizo cercanos. Lo estuvimos estos años en que tuvo los problemas cardiovasculares que le quitaron movilidad, por lo que no se puede abastecer porque los músicos independientes no tenemos seguridad social. No hay justicia social para gente como ella. En riesgo estamos todos. Me gusta mucho que nos hayamos juntado a tocar para ella.

Espero que toda esta fuerza sirva de algo, porque lo que no veo es el teatro lleno, y lo que queríamos era juntar dinero para que pase un rato con menos penas. Su madre tiene que ver cómo le hace para financiar el tratamiento. Así que esto no acaba aquí. Ofrecemos nuestras voluntades. Hay que ver cómo le hacemos, qué más hay que hacer. Debemos apelar a la ayuda de la gente de buen corazón para conseguir lo que no nos cubre el gobierno. Hay gente con muchas carencias, pero el tema sale hoy por Maru.

Arturo Cipriano, de La Nopalera, dijo: Nos habíamos tardado en comprender la magnitud de lo que pasa a nuestra hermana Maru, pero llegó el momento y organizamos esto. Al saberlo otros se querían sumar, pero no quisimos que fuera un tremendo maratón. Nos rencontramos viejos camaradas, gente con la que hemos hecho música desde hace 40 años, que sigue afín a la solidaridad.