El desafío indígena en Ecuador

Insurgencia de la ternura
(la poesía de ariruma kowii)

Mikel Ruiz


Frente de la marcha del 19 de agosto en Quito. Contingente Sarayaku. Foto: Braulio Gutierrez/Wambra Radio

Diversos elementos particularizan la poesía de Ariruma Kowii, nacido en Otavalo, Ecuador, en 1961. Kowii se desempeña como profesor universitario, activista político e investigador de su cultura. Algunas de sus obras publicadas son Mutsuktsurini (1988),  Diccionario de nombres kichwas (1998) y Tsaitsik: poemas para construir el futuro (Ediciones Abya-Yala, Quito, 2000), publicado por primera vez en 1993.

En la emergencia de esta poética, Ariruma Kowii precede la aparición de nuevas voces que, si bien se encuentran en la definición de un estilo particular como el de Lucila Lema Otavalo y Wary Silvia Vásquez, enfrenta los mismos conflictos para encontrar un espacio de difusión y un público propio frente a los sistemas poéticos nacionales.

Expresión de espiritualidad y sabiduría

Tsaitsik: poemas para construir el futuro nos viene a recordar que la esencia de la poesía, más allá de escuelas y formalismos, es la propia palabra. Este singular libro, compuesto por veinticinco poemas, integra dos idiomas (kichwa-castellano y viceversa) y los pone a dialogar en un juego de alteridades donde no hay espejo, debido a que entre el idioma del conquistador y el idioma andino existe un abismo que los aleja a pesar de su coexistencia en un artefacto como el libro.

Ariruma Kowii plantea, desde el sujeto lírico, una forma distinta de comprender la otredad de como han estudiado y problematizado los grandes filósofos y pensadores europeos

Si bien esta característica crea un efecto de unidad y de complementariedad visual y semántica para un lector bilingüe, para un lector monolingüe se impone una cierta ruptura y fragmentación del universo poético configurado de manera intencional por el poeta. El formato bilingüe del libro no se trata de una traducción de un idioma a otro, mas no por esto deja de ser importante, pues en eso radica su virtud, el lector monolingüe puede sentir la sucesión natural del ritmo, de una musicalidad construida con partituras alternas en cada poema, una cascada de dos idiomas que confluyen en un solo texto.

El poeta se desplaza, como en una danza ritual, de un idioma a otro. Y eso es lo que los lectores monolingües pueden apreciar y sentir en la lectura. Sin embargo, uno de los aspectos principales de este libro tiene que ver con su temática, su esencia en cuanto expresión de una sabiduría mantenida en la memoria y en la cultura andina. 

Kowii irrumpe con una potencialidad evocativa de la función cósmica de la palabra, partiendo desde la sabiduría kichwa, como se lee en estos primeros versos: “Rimaika kausaimi/ kausaika/ kishpirishka kajpilla/ kasilla/ sumaj allimi kan./ La palabra es vida/ vida es libertad, paz,/ armonía, reciprocidad/ De ella ʻdepende la forma, el fondoʼ/ de cada día y cada noche”. En el plano del discurso de la heterogeneidad, de acuerdo con Antonio Cornejo Polar, es imprescindible percibir a partir de estos primeros versos la fuerza constituyente de valores y principios propios del Sumak Kawsay, traducido al castellano como el “buen vivir” que, como dice Enrique Ayala Mora, “no es sólo una consigna, sino un camino alternativo” (Interculturalidad y Diversidad) para tomar conciencia de las formas de descolonizar el poder, el saber y el ser como una vía a la reintegración del sujeto colonizado a sus principios y saberes despojados por el opresor.

Para la cultura kichwa la palabra se origina, con el canto, como raíz de armonía, serenidad y plenitud del sujeto en el mundo intercomunicado de naturaleza y hombre, el de los wakas, cuidadores del tiempo, del orden establecido por los creadores Pachakamaj y Allpa mama. En la poesía de Kowii es posible identificar esta noción, en el mismo poema: “Así mismo decían/ que para alegrar la vida/ Pachakamaj y Allpa mama/ dejaron crecer junto a las wakas/ tundas, tarugas y cóndores/ y dijeron que para consagrarlos/ y volverlos eternos/ era necesario/ traer de los cuatro suyus/ pájaros de diferentes colores,/ sonidos del agua, del viento,/ del fuego, del frío”.

Una particularidad en este poema introductorio, que enraíza los que siguen, es la base mítica sobre “Cómo nace el idioma de los kichwas runas” (en Diccionario de nombres kichwas) registrado por él mismo, con el cual contrasta la visión occidental sobre el origen de la vida por el creador/verbo bíblico de la palabra.


Mujer kichwa de Sarayaku.
Foto: Braulio Gutierrez/Wambra Radio

Es muy importante para la cultura kichwa, y la andina e indígena en general, el manejo de la reciprocidad para la continuidad de la vida, valores expresados en el concepto Kawsay que, en términos de Kowii, “significa vida y se refiere a todo aquello que contribuye a la continuidad y al florecimiento de la existencia, de la creatividad” (Interculturalidad y Diversidad).

El Kawsay, elemento configurador principal en esta poética, refuerza y restituye el sentido y el poder evocativo del lenguaje, es decir, de la vida misma de la palabra como sangre que une, que enlaza el espíritu ancestral con el presente: “el canto es igual que la palabra,/ la palabra es la estrella,/ la centinela de la libertad/ y en tiempos de libertad/ el canto de la primavera/ debe ser tierno… el canto debe fermentar las danzas / debe llenarse de fortaleza / de la energía de jawa, uku y kalpacha / debe ser principio o infinito/ para evitar que el círculo el semicírculo/ se rompa, se divida/ para que el ayllu no se individualice”.

Evidentemente el poema expresa, además del significado intertextual del Kawsay, un discurso que el mismo poeta maneja en su actividad política por la lucha de una “unidad en la diversidad” para la formación de un país intercultural, un espacio en donde “aprendamos a vivir juntos, a construir un espacio común, respetándonos mutuamente”. Esta ideología está presente en el discurso poético de Ariruma, ideología que forma parte de un proceso creativo y un eje articulador de la identidad cultural: coexistir y cohabitar en la diversidad y en la interculturalidad se hacen objetos comunes contra el sistema hegemónico y de los proyectos de homogenización que, en vez de integrar, buscan excluir a las voces marginadas y oprimidas. 

Nos(otros): una alteridad intracultural

Ariruma Kowii plantea, desde el sujeto lírico, una forma distinta de comprender la otredad de como han estudiado y problematizado los grandes filósofos y pensadores europeos.

En el poema 3 el sujeto invoca desde su condición múltiple y colectiva, pero al mismo tiempo con una nostalgia del pasado para reintegrarse en el presente y el futuro; la visión del Nosotros, mundo deconstruido por el pensamiento lineal de Occidente: “Nosotros, los pueblos indios/ que somos la raíz de este continente/ que somos tierra/ aire, calor/ debemos estar alertas/ para cuidar sus wakas/ debemos cuidarlas como cóndores/ para que ya no sangren / para que nunca mueran / para que nadie ahora / se atreva compañeros / a tapar el sol / a tapar la luna/ a quitarnos la voz”. El yo lírico pronuncia Nosotros y no es el típico discurso hegemónico donde establece la diferencia y distancia entre ese Nosotros y los Otros para imponer superioridad y dominio; se trata más bien de la situación de pertenencia a todo lo que lo rodea y lo identifica que, finalmente, le atribuye identidad como hombre runa desde la visión kichwa en donde, leemos del mismo autor, “ser runa implicaba aceptar los retos de la cotidianidad, recrearlos y reconstruirlos con el objeto de asegurar el futuro de sí mismo y fundamentalmente de los suyus” (Diccionario de nombres kichwas).

El Nosotros del sujeto lírico integra y constituye la identidad, nada está fuera de su componente como Ser-Estar en el espacio/Tierra/Allpa mama/Pacha mama. El Ser y el Estar del mundo andino es uno mismo, donde los dioses vivían en la Tierra entre los humanos, tal como continúa el poema 8: “Vivíamos tranquilos con nuestros dioses/ los teníamos cerca y podíamos hablar/ con ellos/ no eran nada extraños,/ eran igual que nosotros/ hablaban nuestro mismo idioma/ lo entonaban igual/ hacían los mismos gestos”.

Sin embargo, no sin sorprender al lector, en el poema 7 el sujeto lírico establece un diálogo cultural con el poeta Nicolás Guillén que nos remite a la poesía de la negritud: “Y/ tú/ al son de tu bongo/ y/ yo/ al son de mis jaillariakus/ kachullapis/ kacharpayas/ poblaremos con nuestras voces/ nuestras manos/ nuestras huellas/ nuestras miradas/ cada minuto/ cada espacio/ cada segundo/ de tu continente/ mi continente/ nuestro continente”. Así confirma la apuesta a vivir en la diversidad.

Como en la mayoría de los países colonizados, Ecuador está compuesto también por una gran presencia de afroecuatorianos. Por ello, culturalmente siguen presentes su sonido, voz y canto con los nuestros. Esta forma de con-vivencia y coexistencia, sugiere el poeta, comparte (y compartimos) las mismas luchas por la libertad y la justicia. No solamente el sujeto andino busca la redefinición de su identidad, sino todos los excluidos y desarticulados por la conquista y la política neocolonial que, según Cornejo Polar, propician el origen de la heterogeneidad para buscar desde lo artístico y literario esas voces quebradizas y soterradas para hacerlas presentes al arte considerado “culto” con sus propios elementos culturales.

Como corrobora la investigadora Claudia Rodríguez Monarca, “respecto a la literatura culta y canónica ecuatoriana, los estudiosos suelen ser reiterativos en señalar la invisibilidad de esta producción en el escenario internacional” (Sistemas poéticos andinos y literaturas nacionales), ya que ha sido más común y cómodo partir y quedarse en la literatura difundida por las empresas editoriales y los medios de comunicación.            

Insurgencia de la ternura

En esta compleja y conflictiva identificación y reconstrucción de la identidad en el escenario de lo “postcolonial”, Kowii propone una manera distinta de configurar y representar la voz andina, en medio de la lucha y el debate por la decolonialidad del poder: “Unamos nuestras manos/ hermanos de los cinco suyus/ y desde el fondo/ de nuestra Allpa mama/ que brote nuestra voz, que broten nuestras manos/ que brote nuestro pensamiento y limpien todos los caminos/ de espinas”.

El poeta expresa la inherente necesidad de pensar no solamente con la razón sino con el corazón y, sobre todo, con el sentir desde las entrañas de la tierra misma. Al respecto, Patricio Guerrero Arias reafirma esta propuesta al señalar que “en nombre del dominio de la razón nos secuestraron el corazón y los afectos para hacer más fácil la dominación de nuestras subjetividades, de nuestros imaginarios, de nuestros deseos y nuestros cuerpos, territorios donde se construye la poética de la libertad y la existencia” (Interculturalidad y Diversidad).

Para descolonizar el ser no es suficiente un combate con la razón; la insurgencia es también de la ternura y la poesía es, por antonomasia, subversiva para alientar/corazonar la lucha, la búsqueda de un orden, de un equilibrio de la naturaleza desgarrada y fragmentada por el poder eurocéntrico. En este sentido la palabra y el canto acompañan al hombre runa para reintegrar su fuerza y su sabiduría a través de la ternura y la regeneración del sujeto hecho subalterno y desarticulado, un canto que surge desde el corazón de la Madre Tierra y del universo cósmico.

Entre la diversidad y la similitud de sentires y pensamientos, el poeta propone un pacto de amor como elemento necesario para construir la unidad en lo diverso y la representación del individuo no como un ser salvaje ni ignorante, sino como toda la naturaleza que lo compone dentro del origen de lo andino: “Un pacto de amor se inmortalizaba/ bebiendo la agua de la misma escudilla/ ofreciendo un tejido, un bordado/ elaborado con nuestras propias manos./ El regalo más hermoso de estos compromisos/ era la confianza que cada uno tenía”. Confianza que se ha resquebrajado por la ominosa razón que utilizaron los colonizadores para dividir y separar del corazón los sentimientos humanos y así imponer su poderío con violencia desmedida.

La ternura no es sólo un elemento perdido o disfrazado de “amor al prójimo” para crear la tolerancia y el perdón; sentir y pensar son partes constitutivas y constituyentes de la identidad en reconstrucción entre lo múltiple y lo difuso. Corazonar “busca la dimensión de totalidad de la condición humana, pues la humanidad siempre supo que existimos, no sólo porque pensamos, sino porque sentimos” afirma Guerrero Arias sobre la noción del sujeto intercultural (Interculturalidad y Diversidad).

La insurgencia de la voz de Kowii enfrenta también la difícil convivencia en medio de la búsqueda para resolver la interculturalidad: las relaciones con la otredad y la decolonialidad del saber. “Yo/ simplemente/ soy/ yo/ y me siento/ bien/ de saber/ quien/ soy!/”. Pero como se puede observar, no se trata solamente de irrumpir con la presencia o el reconocimiento de la identidad, sino con los sentimientos que lo hacen ser quien es para ser en el futuro buscado.      

En los elementos poéticos de Kowii se identifican dos repertorios, uno defensivo y otro trans-discursivo. En el primero, como define Claudia Rodríguez Monarca, “participa de una matriz que ofrece elementos comunes, entre ellos la tematización de aspectos como la lengua, el espacio, la memoria y el territorio” (Repertorios en la poesía indígena contemporánea). Con esto vemos la presencia abundante de términos y nombres propios, labor que ha prevalecido en el mismo autor como investigador cultural en el rescate de la lengua y los referentes culturales para su reinserción en la actividad y comunicación cotidiana de los kichwas. 

También es notable la forma en cómo transita del repertorio defensivo al trans discursivo cuando “integra al propio sistema no sólo elementos y recursos de la cultura dominante, sino también procedimientos poéticos, estrategias y recursos de otras disciplinas”, como propone Rodríguez Monarca. Muestra de ello, el traslado que hace el sujeto lírico en el proceso dialógico entre el colonizado y sus dioses propios, en el poema 10, comienza a interpelar la imagen y nombre del redentor ajeno: “Cristo/ tú también/ te has tardado demasiado/ tus pastores tus hijos/ han profanado tu santa palabra/ te han convertido en un pordiosero a su servicio/ te han crucificado en sus alcancías para enriquecerse/ te han transformado en protector de los ricos/ y en verdugo de los pobres”.

Una gran forma de saltar de un discurso a otro, el poeta integra, después de haber marcado una reticencia para emplear nociones religiosas e ideologías de la cultura dominante, conceptos y términos en su repertorio valores y principios preshispánicos. Se percibe con cierto encanto la intención oscilatoria entre la lengua kichwa y castellana. A diferencia de libros bilingües tradicionales, en Tsaitsik: poemas para construir el futuro confluyen alternadamente en un mismo texto las dos lenguas como continuación y complemento de un mismo proceso poético.

Mikel Ruiz, escritor tsotsil, estudió el posgrado en Literatura Hispanoamericana Contemporánea en la Universidad Austral de Chile. Acaba de publicar Ch’ayemal nich’nabiletik/Los hijos errantes (narrativa, 2014).