Venecia.

A sus 74 años, el director francés Bertrand Tavernier deja que los demás juzguen su posición en el cine, pero el festival de Venecia reconoció este martes esa trayectoria con un León de Oro.

Paso tanto tiempo haciendo películas que no tengo tiempo para pensar en mi posición en el cine, y la verdad es que me da un poco igual. De lo que me siento orgulloso es que en mi carrera hice sólo las películas que quise, y las realicé de forma libre. No acepté ningún compromiso para hacer mis cintas, aseguró en rueda de prensa.

A los 13 años, cuando me dije que quería ser director de cine, no pensaba en tener esta vida que ha sido extraordinaria. Dejo a los demás la definición de mi posición en el cine, dijo Tavernier, quien no considera, tal como algunos apuntan, que ha sido más reconocido fuera que dentro de su país.

No se puede decir que no me aprecian en Francia, donde he ganado cuatro César. No me puedo lamentar.

No obstante, dijo sentirse profundamente conmovido por recibir un premio como el León de Oro, que viene de un país con directores como Rossellini, Fellini y de personas que he conocido y he querido mucho, como Dino Risi o su amigo Mario Monicelli.

Me gustaría parecerme a estos cineastas, señaló el autor de Ça commence aujourd’hui, L’Appât o Un dimanche à la campagne.

Palabras de agradecimiento para Philippe Noiret

Al repasar su carrera, el cineasta tuvo palabras de especial agradecimiento para Philippe Noiret, el actor fallecido en 2006, quien lo acompañó más de dos años en la búsqueda de financiamiento y lo esperó a que pudiera levantar su primer proyecto, L’horloger de Saint-Paul.

Fue un señor, un caballero, afirmó el realizador acerca del actor. Tenía esa educación de las personas que aman el trabajo, aseguró el cineasta sobre Noiret.

Nacido en Lyon, Tavernier aseguró que a pesar de los años que ha vivido en la capital francesa no se siente parisino. Lyon me ha enseñado las raíces que uno debe tener de un lugar, comentó.

Y explicó que en su cine no ha ido buscando temas sociales, sino siempre ha partido de situaciones humanas, emociones que después acababan teniendo una trascendencia social.

La vie et rien d’autre, la película que escogió para que se exhiba en Venecia con motivo del homenaje y que protagoniza Noiret, trata sobre una mujer que busca a su marido desaparecido en la (gran) guerra.

“Es parte de los 350 mil (soldados franceses) desparecidos en la guerra. Ese tema no había sido tratado antes.

Ha sido estudiada por todos los historiadores de la época como una de las películas más justas, más premonitorias, explicó el cineasta.

En la guerra en los Balcanes, que nunca ha sido abordada, participaron 500 mil franceses. Fue ocultada y hemos olvidado el destino de muchos franceses. Hay miles de tumbas de soldados franceses en el cementerio de Bucarest. Eso me interesa, hacer una película de estos soldados olvidados, de esta guerra olvidada, agregó el cineasta, quien también destacó la trascendencia social de otros títulos suyos, como como Capitain Conan o L.627.

Janis Joplin, en Venecia

Por otra parte, Amy Berg estrenó esta semana su documental Janis: Little Girl Blue, en la Mostra.

Por allá cuando el rocanrol todavía era una nueva aventura, Janis Joplin demostró que esa música no sólo era cosa de hombres. La cantante de gran voz dominó el escenario, se forjó una carrera y allanó el camino para otras mujeres.

El filme incluye entrevistas con los ex miembros de la banda de Joplin y otros músicos de los años 60, casi todos hombres. La realizadora dice que varias cantantes mujeres de la época rechazaron su invitación a ser entrevistadas, incluida la ex vocalista de Jefferson Airplane, Grace Slick.

Grace Slick no cree que la gente quiera ver cómo luce hoy, porque fue una estrella tan hermosa como veinteañera, dijo Berg durante una entrevista.

Me parece algo un poco trágico. Yo de verdad quería tener esa perspectiva femenina.

Pero afortunadamente, Janis incluye una voz femenina muy fuerte: la de la propia Joplin.

El documental incluye algunas de las actuaciones más conocidas de la cantante, como su emblemática presentación en el festival Monterey Pop en 1967 y la de Woodstock dos años después, así como versiones nunca vistas de su éxito Me and Bobby McGee.