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¿Por qué la Interpol hace el trabajo a los déspotas árabes?
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os dijeron que la Interpol está a la vanguardia del combate contra el crimen mundial. Después se volvió parte de la lucha global contra el terror. Pero en estos días la Interpol se está ganando una mala reputación por acosar a quienes han huido de las inescrupulosas dictaduras árabes y por arrestar a hombres inocentes por encargo de déspotas árabes.

La más reciente víctima de esto fue Rachid Mesli, director legal argelino de Al Karama, intachable ONG con sede en Suiza que investiga violaciones a los derechos humanos en (seguramente lo adivinaron) el mundo árabe.

Mesli conducía por el valle de Aosta con su esposa e hijo durante sus vacaciones, la semana pasada, cuando la policía fronteriza italiana lo detuvo porque había en su contra una orden de arresto que el gobierno de Argelia emitió en 2002, en la cual se aseguraba que Mesli era miembro de un grupo terrorista que opera fuera de Argelia. Los italianos contactaron a las policías de Francia y Suiza.

Después se comunicaron con la Interpol. Posteriormente, en lugar de disfrutar sus vacaciones, el funcionario fue llevado a prisión y puesto bajo investigación por el tribunal de la localidad de Torino. Al parecer nadie en la Interpol sabía que la democracia militar de Argelia ha mantenido una guerra despiadada contra sus enemigos militares y políticos durante más de una década. En este conflicto la policía argelina ha perpetrado torturas tan viles como reventar a prisioneros metiéndoles mangueras de presión en el estómago, algo que repugna incluso a otros servicios de inteligencia.

Aún así, trataron de encerrar a Mesli exigiendo su arresto como terrorista... y la Interpol amablemente les hizo el trabajo.

Mourad Dhina, director ejecutivo de Al Karama, palabra que significa dignidad, protestó enérgicamente contra el arresto de Mesli y afirmó que la Interpol, en numerosas ocasiones, ha obviado verificar las órdenes de arresto antes de detener a inocentes. Dhina debe saber lo que está hablando: hace sólo dos años él fue arrestado en el aeropuerto de Orly, porque las autoridades argelinas lo acusaron de actos terroristas en Zurich y exigieron su extradición.

Por casualidad (claro está), Dhina era entonces contendiente en las elecciones contra el presidente Abdelaziz Bouteflika.

Ni los suizos ni los franceses sabían nada de sus actos terroristas en Zurich. Pero con base en la orden de arresto fue retenido y golpeado en la prisión de La Sante hasta que Bouteflika salió victorioso.

Por casualidad (de nuevo) Dhina había alentado a los suizos a interrogar a Khaled Nezzar, uno de generales que tuvieron un papel importante en el derrocamiento del gobierno de Benjadid en 1992, golpe de Estado en el que miles fueron asesinados y torturados.

Le tomó dos meses a la justicia francesa decidir que la orden de arresto argelina era infundada. Dos errores son infortunados... ¿pero tres?

En junio de este año la policía de Berlín cayó sobre el reportero de Al Jazeera Ahmed Mansour cuando se dirigía a Doha del aeropuerto de Tegel. Mansour, egipcio que es autor de uno de los más poderosos libros sobre el sitio estadunidense a Faluyá y quien no oculta su desagrado por el gobierno del presidente egipcio y mariscal de campo egipcio Marshal Sisi, fue arrestado con una orden de aprehensión que fue comedidamente diseminada por la Interpol. Fue emitida por el régimen de Sisi y acusaba al reportero de haber torturado a un abogado.

La orden, elaborada por un gobierno que ya ha sentenciado a cientos a muerte, incluido el ex presidente electo de la nación, fue posteriormente rechazada por el procurador alemán, con el argumento de que “las preocupaciones geopolíticas y diplomáticas no deben ignorarse y después de ello Mansour fue liberado.

Mesli permanece bajo arresto domiciliario en Aosta y está feliz de poder disfrutar de la buena comida local con su esposa e hijo hasta el próximo lunes, cuando el tribunal italiano podría liberarlo, si es que pare entonces no han tenido noticias del gobierno argelino. En la experiencia de Murad, esto podía llevar algún tiempo. La Interpol no ha dicho palabra. Quizá la agencia internacional debería pagar por las comidas de la familia.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca