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Ver día anteriorDomingo 23 de agosto de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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No sólo de pan...

De la inexorable globalización

E

ntre el 10 y el 14 de agosto se realizó en el Museo Nacional de Antropología de la ciudad de México, y bajo los auspicios de la Dirección de Etnohistoria del Instituto Nacional de Antropología e Historia y del Departamento de Antropología Cultural e Historia de América y África de la Universidad de Barcelona, el simposio internacional Comercio y mercados, perspectivas antropológicas e históricas de la articulación entre lo local y lo global. Participaron los mexicanos José Luis Vargas (Universidad Nacional Autónoma de México); Rubén B. Morante (Universidad Veracruzana); la coordinadora del acto, Amalia Attolini (Etnohistoria, INAH); Carmen Herrera (Lingüística, INAH), Enriqueta Quiroz (Instituto José María Luis Mora); Jorge Silva Riquer (Universidad Michoacana de San Nicolás); Miriam Bertrán (Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco), y la que esto escribe. Por la Universidad de Barcelona expusieron Jesús Contreras, Antoni Riera Melis, Joan Ribas y Pau Alcover, mientras Segisfredo López Vargas acudió representando al Ministerio de Cultura de Lima, Perú.

Aprendimos y discutimos, con intervenciones del público, sobre el “sistema mundo de Chichén Itzá durante el epiclásico y el posclásico temprano” (Morante), el tianguis como centro de interconexión económico y civilizatorio en Mesoamérica (Attolini), el lenguaje simbólico en la elaboración del mole de camarón de una comunidad náhuatl de Oaxaca (Herrera); sobre lo mucho que ignoramos del intercambio de alimentos entre Filipinas y Nueva España (Vargas), la circulación de alimentos en la ciudad de México en el siglo XVIII (Quiroz) y el crecimiento económico y el mercado interno colonial en la provincia de Michoacán entre 1660 y 1803 (Silva Riquer). Otras ponencias versaron sobre las rutas del azogue durante el virreinato peruano (López Vargas), el control ecológico vertical y la privatización de las tierras comunales en la sociedad andina (Contreras), la circulación de alimentos en el Mediterráneo durante la Alta Edad Media (Riera Melis, leído por Pau Alcover), la confianza en los mercados locales en México frente a los riesgos alimentarios de la globalización (Bertrán Vilá) y los mercados del Mediterráneo como respuestas locales a problemas globales (Joan Ribas).

Mi ponencia trató del Mercado y los mercados como diferencia decisiva en el devenir humano, insistiendo en que no hay fatalidad (y Marx nunca la planteó) en el advenimiento del neoliberalismo como expresión suprema del desarrollo de las fuerzas productivas, ante el cual deberíamos inclinarnos con resignación y pese a las indignantes desigualdades que le son inherentes, que han llevado al desastre humanitario y planetario actual y que amenazan acrecentarse con resultados inimaginables. Pues la realidad es que el neoliberalismo es una suerte de proceso renovado de acumulación primaria y desviación perversa del desarrollo de las fuerzas productivas, que, en vez de llevar a los seres humanos a reducir su tiempo de trabajo productivo a favor de su tiempo creativo, los ha arrojado al desempleo y la miseria, como consecuencia de la explotación salvaje de los recursos naturales del planeta y del producto social mundial, que realizan los propietarios del capital financiero –especulativo y usurero– con que se compran cerebros y voluntades políticas para hacerlos trabajar a su favor. Pero este fenómeno sería imposible sin la trama interestatal de relaciones político-económico-militares que llamamos globalización y que nos ha sido impuesta bajo la máscara de un movimiento histórico, inexorable e inocente.

Un movimiento basado en las leyes del mercado (la oferta y la demanda) mediante las cuales se equilibrarían la producción y los precios, cuando en realidad la globalización actúa como medio y fin en la concentración de la producción y de la distribución, que va arrebatando del control de los pueblos para convertir a estos en simples consumidores. Como premisa fundamental para el nacimiento, la fuerza y el desarrollo del neoliberalismo, la globalización no es entonces sino el proceso mediante el cual se van apropiando unos consorcios de todos o casi todos los satisfactores, y particularmente de los alimentos y bebidas que la humanidad necesita, repartiendo los centros de su producción en donde el trabajo es más barato y distribuyendo los productos terminados donde existe capacidad de compra, invirtiendo altos costos energéticos con pérdida de masa aprovechable y destrucción del medio ambiente y miseria en los sitios donde efectúa el proceso productivo.

Por el contrario, el intercambio ha sido y es en donde aún existe, un fenómeno de reciprocidad donde lo trocado tiene dos características necesarias a) provenir de la vocación histórica y del medio natural de un grupo humano y b) ser equivalente en el trabajo socialmente necesario para producir los objetos de intercambio, origen de los mercados que existieron en la mayor parte de la historia de la humanidad, que aún existen en ciertas zonas marginales y que se quieren recuperar en zonas rurales de países ricos. No en un movimiento regresivo, sino por un progreso en el devenir humano.