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Ver día anteriorDomingo 23 de agosto de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Un sabio y un palacio
P

ocos sitios podrían ser más adecuados que el imponente Palacio de Minería para entregar a Miguel León-Portilla el reconocimiento Amalia Solórzano 2015. La luz del crepúsculo resaltaba la sobria belleza del edificio, donde se han forjado generaciones de ingenieros que han colaborado a construir el Mexico moderno. Entre otros, Cuauhtémoc Cárdenas, quien hizo la entrega del premio, el cual lleva el nombre de su madre.

La majestuosidad del recinto contrastaba con la afable sencillez que distingue a León-Portilla, rasgo característico de los seres superiores. Auténtico tlamatini, como se nombraba en el mundo mexica a los sabios, es uno de los hombres de los que México puede sentirse más orgulloso. Es de los pocos que podemos considerar una auténtica conciencia moral de nuestro país. Nos ha brindado a los mexicanos actuales una nueva visión del mundo y un mejor entendimiento de nosotros mismos.

Muy mencionado fue en las palabras de los distintos participantes La visión de los vencidos, libro fundamental que se ha tornado en lectura obligada de estudiantes de secundaria y ha sido traducido a 15 idiomas.

Lo que poco se conoce es la interpretación del autor, que nos permite comprender la trascendencia de los textos nahuas; dice: “La visión de los vencidos cobra importancia, cuando activa la memoria dormida, se leerá pensando también en la visión del vencedor. El vencido ya no tiene una nacionalidad u origen racial específico, es el nosotros que observa sin importar los términos con que se autoproclama en el mundo. La memoria nos dirá que la confrontación con el otro es una cuestión de términos: los nombres con que cada pueblo enuncia a los dioses, a los hombres, a lo justo e injusto. No es un ejercicio inútil recuperar la memoria y encontrar, en nuestro origen, la curación de muchos males. La visión del otro, que desde aquí narraba la historia y su percepción de los hombres y las cosas”. El otro, el indio según el español, es para Miguel León-Portilla un nosotros, y ese nosotros se aplica a todos los hombres del mundo. Palabras de gran vigencia el día de hoy.

En estas páginas se han publicado varias de las palabras que los participantes expresaron en la ceremonia y un maravilloso texto de Adolfo Gilly. En él hace mención a la antología de poesía náhuatl La tinta negra y roja, obra verdaderamente notable. El libro que publica Era, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores y el Colegio Nacional, está ilustrado con bellas y coloridas pinturas de Vicente Rojo.

Ahí viene un poema que describe al tlamatini y que se aplica muy bien a León Portilla; vamos a transcribir algunos fragmentos:

El sabio: una luz, una tea, una gruesa tea que no ahuma.

Suya es la tinta negra y roja, de él son los códices...

El mismo es escritura y sabiduría

Es camino, guía veraz para otros

Conduce a las personas y a las cosas

Suya es la sabiduría transmitida, él es quien la enseña, sigue la verdad.

Hace sabios los rostros ajenos, hace a los otros tomar una cara

Les abre los oídos, los ilumina

Gracias a él la gente humaniza su querer y recibe una estricta enseñanza.

Conforta el corazón

conforta a la gente

Aquí se resalta un aspecto que aunado a su sabiduría y vastos conocimientos, corresponde a la personalidad de León-Portilla: es un humanista en el sentido más amplio de la palabra.

Entre los múltiples problemas que nos aquejan, momentos como la entrega de este reconocimiento y el magnífico lugar en que se llevó a cabo, nos alegran el corazón. Felicitaciones al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas por habernos dado este regalo y aprovecho el espacio para hacer un reconocimiento a su congruencia y lucha inquebrantable en la defensa de valores y principios.

Al terminar el acto se imponía ir a brindar por nuestro tlamatini. Nos dirigimos al Bar la Ópera, en el número 10 de 5 de Mayo. Ahí ordenamos unos whiskilukan, al recordar que así nombra León-Portilla, con humor, al whisky, y dijimos ¡salud!

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