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Los tratados de libre comercio son anti libre comercio
E

l libre comercio es uno de los principales mantras del capitalismo como sistema histórico. El libre comercio se predica como el arreglo óptimo para expandir la producción, reducir los costos de ésta y, como tal, reducir los precios del consumo, lo que en el largo plazo incrementaría la igualdad en el ingreso. Todo esto puede ser cierto. Nunca lo sabremos, puesto que nunca de los nuncas hemos conocido un mundo de libre comercio. El proteccionismo ha sido siempre el modo dominante de las relaciones económicas entre los Estados.

Pero, pueden pensar, ¿no constantemente ratifican los Estados tratados que se califican como de libre comercio? Sí, lo hacen. Pero en realidad tales tratados no se basan en el libre comercio, sino más bien en el proteccionismo. Comencemos por el primer hecho básico. No existe algo como el libre comercio si no incluye a todos los Estados en el sistema-mundo.

Si un tratado incluye a algún número de Estados, desde dos Estados a N-1 Estados (siendo N la totalidad de Estados en un momento particular), esto por definición significa que algunos de los otros Estados están excluidos de las previsiones de dicho tratado. La colectividad de Estados dentro del así llamado tratado de libre comercio están de hecho creando una zona proteccionista contra el o los Estados excluidos.

Una de las razones por las que siempre es tan difícil para los Estados el aceptar un así llamado tratado de libre comercio es que los Estados involucrados tienen que negociar una compensación. Cada uno de estos Estados está decidiendo qué medidas proteccionistas está dispuesto a sacrificar vis-à-vis el grupo limitado de Estados que serán incluidos en el tratado, con el fin de obtener las ventajas que resultarán de la disposición del otro Estado o Estados para sacrificar alguna medida proteccionista particular.

Podemos constatar cómo funciona esto observando una negociación importante que lleva ocurriendo ya algún tiempo bajo el rubro de Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (o TPP, por sus siglas en inglés). Actualmente hay 12 Estados implicados en el tratado en perspectiva: Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Estados Unidos y Vietnam. Este grupo de 12 comenzó negociaciones en 2008 y fijaron la fecha 2012 para completarlo. El año 2012 ya quedó atrás. Ahora afirman que será en 2015 cuando las actuales negociaciones lleguen a una fase final para culminarlo supuestamente este año.

Si uno mira la lista de los Estados involucrados, es una curiosa mescolanza geográfica. Además, los países son bastante diferentes en tamaño, en PIB y en importancia en la economía-mundo. Se dice que existe una larga lista de otros países potenciales que podrían buscar entrar, una vez que el TPP esté funcionando. Sin embargo, hay dos países muy grandes de los que no se dice que sean miembros potenciales: China e India. ¿Por qué será?

Las listas actual y potencial están basadas obviamente en consideraciones políticas, no económicas. No obstante, en vez de discutir la política de elegir los límites exteriores de la zona del TPP, indaguemos por qué ha llevado tanto arribar a un tratado que 12 Estados están listos a ratificar.

Tomemos la cuestión de los productos lácteos. Canadá los protege. Nueva Zelanda los exporta. Canadá está a punto de celebrar elecciones. El partido que gobierna Canadá actualmente tiene miedo de perder estas elecciones. Por tanto, de ninguna manera firmará Canadá la reducción de sus protecciones a sus granjeros productores de lácteos. La prosperidad de Nueva Zelanda depende de ser capaz de expandir las ventas de lácteos.

Tomemos otro punto que compete a Nueva Zelanda. Ésta mantiene sus extensos beneficios médicos mediante el uso amplio de medicamentos genéricos. Así también lo hace Australia. Las compañías farmacéuticas en Estados Unidos están ansiosas de imponer severas restricciones al uso de genéricos, que dañan los ingresos de los medicamentos protegidos. Le llaman a esto salvaguardar la propiedad intelectual, siendo salvaguardar un eufemismo de proteger.

O tomemos otro punto: las preocupaciones en torno a los llamados derechos humanos. Los sindicatos en Estados Unidos aseguran que existe un éxodo de empleos de Estados Unidos porque otros países permiten condiciones para sus trabajadores que restringen severamente sus derechos, lo que por tanto disminuye sus costos de producción. A esta oposición de los sindicatos se suma la oposición de los grupos de derechos humanos.

Para lograr este objetivo varios otros países en el TPP no sólo tendrían que prometer múltiples medidas nada agradables, sino que tendrían que cumplirlas. El problema político para Estados Unidos es cómo arribar a una redacción que mantenga a estos otros Estados en el TPP sin alienar al suficiente número de miembros del Congreso estadunidense como para que se ponga en riesgo la ratificación del TPP. Hasta ahora, esto ha resultado difícil.

Uno puede ir protegiendo el azúcar o definiendo qué es un camión producido dentro de la zona del TPP. El punto esencial es que los Estados del TPP ya perdieron la fecha final más reciente para llegar a un acuerdo. El encabezado del reportaje en el New York Times era lo que iba a ser la última de las sesiones del pacto para el tratado terminó en un amarrón de talones hundidos.

Debido a varios de los requisitos de los calendarios del Congreso estadunidense, aun si se alcanzara un acuerdo ahora, no podría votarse dentro del Congreso antes de 2016, un año de elecciones. Por lo menos, parece muy poco probable que el tratado se ratifique. Si esto es cierto del TPP, es mucho más cierto de las negociaciones en pos de un tratado tras-atlántico, que están ahora en una etapa más temprana de la discusión.

Retorno a mi punto fundamental. En los llamados tratados de libre comercio, de lo que se trata es de administrar los intereses proteccionistas de varias de las partes implicadas en ellos. Hagan lo que hagan, los resultados son contrarios al libre comercio. Para entender lo que ocurre, necesitamos comenzar con eso y evaluar cualquier propuesta teniéndolo en cuenta.

Traducción: Ramón Vera Herrera

© Immanuel Wallerstein