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A la mitad del foro

En el tren de la ausencia...

V

irgilio Andrade apareció en escena y descubrió el hilo negro. La letra de la Ley. Sin acentos, sin añadir duda alguna, sin incluir presunciones. Como el alcalde tamaulipeco de la inconmensurable sentencia: ¡El que tenga perro que lo amarre! ¡El que no, no! No hay, no hubo conflicto de intereses alguno porque el funcionario (¿indiciado?) no era todavía funcionario federal. El presidente Enrique Peña Nieto no es sospechoso siquiera, ya que para serlo tendría que haber sido ya Presidente en el instante de la operación de compraventa.

En la Casa Blanca vive el presidente Barack Obama. La de las Lomas es bien mostrenco. Ni hablar de la señora esposa del presidente Peña Nieto: se le podría aplicar la ley por parentesco, pero como el pariente no era todavía funcionario federal, no hacía falta que el salomónico Virgilio Andrade ratificara que su esposa había adquirido el bien con recursos propios. Honi soit qui mal y pense, dice el escudo inglés en el reino británico que recientemente visitó el ya funcionario federal, nada menos que titular del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión. Mal haya la suspicacia. Virgilio llegó a la entrada del infierno y no alzó la vista para leer el letrero aterrador. La ley sin interpretación alguna dicta lo que ya sabíamos todos. Y el solemne secretario al que los mal pensados llamaron fiscal especialmente designado para acusar y exonerar a quien goza de facultades para designar y remover libremente a sus secretarios, salió a escena, leyó sus pliegos y salió entre cajas como villano de ópera.

Todos los sabíamos. El Partido Acción Nacional (PAN), de liderazgo recién designado por el probado método del dedazo del priato tardío, proclama su indignación, y el usualmente bien articulado lenguaje de Ricardo Anaya sirve para los sofismas y para salirse por la tangente y retar a debate al presidente legítimo, a Andrés Manuel López Obrador, y no al que exoneró el texto de Perogrullo. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) declara que se trata de una burla. ¿Quién iba a pensar que los maltrechos y malhadados chuchos y asociados iban a darse cuenta de que para el delito derivado del conflicto de intereses hace falta que el funcionario indiciado sea federal? En el caso que nos ocupa, la opinión pública y los desquiciados navegantes de Internet han desperdiciado tiempo e iras. Salvo aquellos seguros de que nada pasaría, salvo la consolidación de la férrea desconfianza ciudadana en su mandatario. En toda la clase gobernante.

Enrique Peña Nieto tardó meses en darse cuenta de que no había salida del laberinto en que entraron tras el súbito anuncio de la cancelación del concurso internacional para la construcción del primer tren bala de América; el tantas décadas pospuesto tren rápido México-Querétaro era declarado nulo, o desierto, o lo que fuera, por el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, veterano del peregrinar mexiquense al paraíso en el que no hay políticos pobres, luego no habría pobres políticos. Para ese antecedente no hubo respuesta alguna de Virgilio Andrade. Y la confianza huidiza se fue con el tren de la ausencia. Peña Nieto ofreció disculpas a los mexicanos indignados por los conflictos de intereses que no lo fueron, porque él no era todavía funcionario federal. La crítica habla de burla, pero casi nadie se acuerda del tren bala y su veloz cancelación.

Pudiera ser porque las galas de Carlos Hank González condujeron a ser simplemente ricos; a unirse a los oligarcas triunfadores que se sirvieron de las obsesiones de Ernesto Zedillo para poner en la silla presidencial a un gerente, a uno que no obedeciera otro mando que el de los dueños del dinero. Hicieron efectivo el sufragio y se dieron cuenta de que democracia y capitalismo no son sinónimos, que el vacío ocupaba el espacio del presidencialismo autoritario. Ya con Felipe Calderón en Los Pinos y en campaña militar, el dueño de las panaderías globales se quejó de los legisladores del sistema plural: No dejan trabajar al señor Presidente. Y los de la concentración capitalista volvieron al croar de las ranas pidiendo rey.

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El titular de la Secretaría de la Función Pública, Virgilio Andrade, apareció en escena y descubrió el hilo negroFoto Carlos Ramos Mamahua

Con la segunda alternancia verían el otro lado del espejo: Manlio Fabio Beltrones, político de oficio y por vocación, diría al tomar posesión de la presidencia del CEN del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que Peña Nieto supo desde el principio que estábamos ante un presidencialismo distinto, ante un poder que reconocía el contrapeso de otros poderes. Y no hablaba el de Sonora del poder del dinero, sino del Legislativo, el de gobernadores con fuerza propia en territorio propio, y que el PRI en la orfandad asumía obligaciones de adulto; sabía que era el partido en el gobierno y, como tal, su liderazgo estaría cerca del jefe de Estado y de gobierno. Alguna vez perseguido por Ernesto Zedillo, Manlio Fabio aseguró que la sana distancia les había costado el poder. Y asumió el liderazgo de su partido.

Enrique Peña Nieto ofreció disculpas a los mexicanos agraviados, indignados por la exhibición de frivolidad o de ingenuidad inconcebible en un operador político capaz de encabezar una coalición de gobernadores que lo llevó a la candidatura del PRI y a la Presidencia de la República; con eficiencia en la suma de voluntades y la conciliación de intereses entre adversarios, capaz de llevarlos al pacto que le ganó el aplauso generalizado en el exterior y le permitió acordar y aprobar reformas constitucionales que trastrocaron el proceso de la nación; para lograr el desarrollo estable y el bienestar para la mayoría empobrecida, dice; para acabar con la rectoría del moderno Estado mexicano, responde la incredulidad, la desconfianza.

El Presidente ofrece disculpas a los indignados. Tardías, las acciones emprendidas ante los crímenes de lesa humanidad de Ayotzinapa, la complicidad de autoridades locales con los grupos del crimen organizado que han hecho de Guerrero el mayor campo de cultivo de amapola: goma de opio y heroína, la droga de mayor consumo en nuestro vecino del norte. Y Guerrero elegirá gobernador constitucional el año entrante. En 17 entidades de la República federal, democrática y laica habrá elecciones de gobernador. La descomposición de los partidos del desgobierno y el saqueo llevó a los mexicanos a votaciones irracionales que dejaron los resultados a la manipulación, a la habilidad para litigar por encima de hacer política para alcanzar el voto de la mayoría: el PRD se redujo a nada, el PAN se desmoronó, el Partido Verde Ecologista de México se hizo factor de poder a préstamo, el Movimiento de Dante sobrevivió y el Partido del Trabajo perdió el registro.

Al presidente de la confianza perdida no le bastan los contados logros para convencer ni para vencer. Salvo que a las disculpas a los mexicanos agraviados siguiera una política de Estado que enfrente el desastre de la desigualdad, de la riqueza concentrada en 20 o 25 oligarcas y la pobreza de la inmensa mayoría, que aumenta a pesar de los programas asistenciales, urgentes en verdad, necesarios, pero inútiles sin la generación de empleo, el impulso auténtico a la educación, salud y un sistema fiscal en el que paguen más quienes ganan más y paguen menos los que a duras penas mantienen a raya la hambruna que viene.

Lo de la impecable exoneración podría superarse si quien ha puesto en la cercanía del poder a los allegados asume el valor del mandato. Y empieza por el descarrilamiento del tren de la ausencia, de modo que el compromiso contraído con la disculpa sea reconocimiento de que en política lo que parece es. Aunque no se tipifique el delito.