Damasco.

El destacado poeta sirio Omar al-Farra fue sepultado ayer en el cementerio Bab al-Saghir de esta capital, donde murió a consecuencia de un ataque al corazón a los 66 años.

Nacido en 1949 en la antigua ciudad de Palmira, declarada patrimonio de la humanidad en 1980 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), al-Farra comenzó a escribir poesía vernácula cuando tenía 13 años y se hizo famoso por su excepcional manera de recitar sus poemas y su peculiar manera de estructurar los versos.

Medios locales reseñaron la sensible pérdida para la literatura de este país árabe y resaltaron la enorme carga humana y el amor a su patria, implícito en su poesía.

Se destacó además el apoyo dado por el autor sirio a la resistencia contra la ocupación extranjera de su país, lo que le valió una notable reputación en Medio Oriente.

El presidente de la Unión de Escritores Árabes, Hussein Jomaa, aseguró que la muerte de al-Farra es una pérdida irreparable para la literatura siria y árabe, y agregó que el sufrimiento de la gente siempre tuvo un acentuado protagonismo en sus últimos trabajos.

Según su hijo Saif, la muerte de al-Farra se produjo de forma inesperada, aunque reconoció que últimamente estaba desconsolado por la triste situación que vive su nación agredida, y en particular por el estado en que los terroristas dejaron el antiguo teatro de Bosra, escenario de memorables actos literarios en los que participó.

El teatro romano de Bosra, que estuvo muy vinculado a la carrera profesional de al-Farra, es el más grande y mejor preservado de todos los teatros romanos en Medio Oriente y construido en el siglo II; fue saqueado y destruido por bandas extremistas armadas que operan en Siria.