Opinión
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Los enanos del tapanco
C

uando el ex presidente José López Portillo quería denostar a la oposición, les llamaba los enanos del tapanco. La expresión fue acuñada en alguna taberna española. Cuando algún comensal se pasaba de copas y se ponía pesado, para aplacarlo se escuchaba un vozarrón imponente y amenazante desde el fondo del tapanco. Y, un día en el que uno de estos borrachos se negó a salir y retó al del vozarrón a que bajara y se pusiera a mano, resultó que las amenazas contra los parroquianos provenían no de un corpulento guardián sino de un enano cabezón.

Como funcionario público Emilio Chuayffet siempre se ha escondido en oscuras excusas sin dar la cara. Así, en diciembre de 1996, frente a la espinosa situación que provocó el rechazo gubernamental al compromiso ya firmado en los Acuerdos de San Andrés frente a los zapatistas y al país entero, no pudo proferir nada inteligente, sino que estaba borracho cuando los firmó. Cuando se produjo la matanza de Acteal en diciembre de 1997, se ocultó tras la manoseada historia del conflicto intercomunitario negando la existencia paramilitar. Durante todo el año 2013 en que se impusieron las contrarreformas educativas, el responsable de la SEP ni vio, ni escuchó a los más de 300 mil maestros opositores, que con claridad señalaron las nefastas consecuencias que tendrían las reformas. No abrió la boca más que para amenazar e insultar.

Cuando lo vi por la televisión con el dedo en ristre, la mirada iracunda y amenazando a todos los que no se presentaran a la seudoevaluación con la que serían despedidos, inmediatamente me vino a la mente aquella frase lopezportillista. Era explicable esta actitud, pues se encontraba aupado y cobijado por los frenéticos aplausos de su especial auditorio: los empresarios por la educación. En tales condiciones puede lucir sus más elocuentes frases. Puede incluso decir obsequioso: ¡cuidado!, quien rechaza la evaluación ofende al señor Presidente (!!!). El propio Enrique Peña Nieto buscó también apaciguar en otra reunión a un excelso auditorio empresarial.

Sobre la evaluación varias preguntas se hacen necesarias: primero dijeron que era una suspensión indefinida, porque había una serie de problemas técnicos y logísticos, ¿lograron superarlos en escasas dos semanas?, ¿ya cuentan con todo lo requerido en personal, infraestructura y conectividad? No parece seguro. Si el INEE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación) no ha podido ni siquiera garantizar la formación y presencia de los tutores que por ley deben de acompañar a los maestros recién ingresados, mucho menos podrá garantizar las evaluaciones cualitativas con presencia en el aula, a las cuales se ha comprometido. ¿Nadie les reclamará que no cumplan al pie de la letra la ley del SPD, su compromiso? ¿Pueden realmente garantizar las evaluaciones que plantearon? O, en realidad, a nadie le importa, cómo, cuándo y con qué contenidos se realicen los exámenes? Por lo menos al INEE y la SEP no.

También retoma la SEP eal viejo argumento trillado de que se acabarán para siempre las ventas y herencias de plazas. Ese fue el gran negocio de los charros sindicales y el gobierno, que además les garantizó muchos años el control. ¿Harán lo mismo con los petroleros y los electricistas, entre otros? Esos son los maestros que resultarán no idóneos y que se están jubilando a toda prisa.

Queda claro, en este despliegue marrullero que más parece una payasada, que quienes se han levantado indignados son los empresarios. Los encumbrados personajes del dinero y los negocios, turbios o no, protestaron y en sus medios alzaron la voz por los pobres niños abandonados por sus maestros, casi lloran de tanta preocupación por la infancia mexicana. Sin embargo, nunca los hemos visto ni siquiera pronunciar una palabra de preocupación frente a los cientos de miles de niños que desde los seis años trabajan. ¿Acaso les mortificó que los padres de los niños de San Quintín y toda su familia vivan con el escaso aumento que lograron de 150 pesos? ¿Acaso protestaron iracundos o conmovidos por los más de 50 niños muertos y quemados en la guardería ABC y exigieron justicia?

Uno se pregunta por qué tan obcecado aborrecimiento de los empresarios contra los maestros democráticos. En realidad la educación pública nunca les ha importado, sus hijos ciertamente nunca han asistido a la escuela pública, sus negocios y escuelas privadas pululan viento en popa, el recorte al gasto educativo se sostiene desde hace 30 años, como lo atestiguan los abandonados planteles, las currícula han sido relaboradas hasta eliminar los vestigios de aquella educación humanista y con mirada social, las subrogaciones abundan en el sistema, la mercantilización campea en el SEN. ¿Por qué entonces ese obcecado aborrecimiento? No parece haber más respuesta que la de que es un odio de clase frente a los contingentes populares magisteriales que siguen día a día denunciándolos y desmenuzando certeramente cada una de sus devastadoras contrarreformas.

(*) Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional. Autora de El INEE y su dilema: evaluar para cuantificar y clasificar o para valorar y formar