Opinión
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A

BSTENCIÓN. Nada se parece en literatura al radical quietismo de Bartleby, el escribiente de Herman Melville. Sólo detalles agregaron Kafka y Beckett al acto de abstención obstinada que Camus llamaría absurdo. Preferiría no hacerlo, reitera el personaje melvilliano hasta exasperar a su piadoso empleador, un abogado apacible y humanista. Bartleby no actúa ni decide otra cosa que no moverse, hasta la extinción. Distinta es la abstención de los que no se abstienen de participar en el largo plazo de la vida diaria. Cuando lo que haces hace sentido hasta morir voluntariamente de hambre es lo contrario de morir.

ENTRETENIMIENTO. Hace poco, en uno de esos blockbusters medio inteligentes, de cuyo nombre no puedo acordarme, capturé que alguien decía que estar enojado ocupa mucho de la inteligencia y fácilmente pasa uno por tonto. Sonaba sensato, una pieza de buen consejo. Qué ganas me dieron de meditar, de yoga, de sufí, de temazcal, dieta sana y a sus horas, tiempo para alzar las piedras o clavarme en las texturas del paisaje. Sonaba padre. Deja tú lo zen, tan motivante. Hablando de motivos, cuánto parecen sobrarles motivos de enojo a los que transitan las mexicanas avenidas y brechas. Y nunca parecen tontos, aunque los traten como si fueran; al contrario, uno diría que los que articulan su enojo son los menos tontos. En su inconformidad son libres, y la libertad es la mejor inteligencia. La serenidad interior y la pasta de Buda ayudan a conocerse, algo de seguro edificante, pero ese uno mismo a conocer, ¿puede aislarse de las aguas generales del lugar y la hora en que vive, convive, interactúa, resbala o choca? Yosyó y mi circunstancia. Entonces qué hace uno con su paz interior si la circunstancia está tan de la chingada por lo ocurrido, por lo que ocurre y por lo que ocurrirá.

A falta de motivos para estar contentos, se nos entretiene. De varias maneras. De las interesantes, deportivas o picantes, a las sangrientas, las descaradas, las impunes. La simulación es parte de un espectáculo que no distingue entre buenas o malas canciones y noticias, melodramas básicos y tragedias reales, publicidad basura y parches de conciencia repartidos al aventón mientras siguen transas y matanzas, ninguno la paga y nada los para.

Entendí por qué Elena Poniatowska declaró en Argentina que México le da vergüenza. Que lo diga ella, la retratista encantada del México y los mexicanos que valen la pena. En sabiéndolo, Houston, tenemos un problema, reportan los que acaparan las cabinas de control, los que negocian y ejecutan pactos vergonzantes con las potencias extranjeras (según tradición canalla de nuestros conservadores). No se requieren Maximilianos cuando nos pueden administrar a control remoto. Lo saben las empresas, los bancos, las mafias: México es la Mejor Sucursal del Mundo, obediente, productiva, bonita y barata. Tiene sus focos rojos pero, señores accionistas, no se preocupen. Los de la cabina manejan torpe pero incondicionalmente, y ya les están echando la mano las potencias extranjeras con mercenarios tipo Blackwater o agentes encubiertos en el terreno (aunque si ya es legal, para qué encubrirse) monitoreados y guiados vía satélite. Estas potencias de película venden a nuestros gobernantes, a un precio escandaloso, armas manufacturadas en sus metrópolis, pues la armamentista es una industria díscola que no maquila en las colonias.

Estábamos en lo de no enojarse, pero gases, apañones, descalabrados, desaparecidos, presos, fraudes. Contaminaciones, despojos, esclavitudes, violaciones, hominicidios y feminicidios. Expulsados sin refugio en la inmensa inclemencia de México.

Apreté mi ombligo. Fuerte. Dije Om y se me durmieron las yemas de los dedos. Apreté entonces las teclas que me asoman al mundo del entretenimiento.

INTERNET. Por la autopista, como todos viendo todo. Aprisa o en congestionamiento. Por el rabillo del ojo, una pestaña al centro del blanco de la retina. Derecha la flecha. Te ven ver. Te ven cómo ves, ven lo que ves. Los cruces son predecibles, emocionantes, en ocasiones riesgosos. Frenas, aceleras, driblas, te pones donde quieras. La misma rapidez trashumante para todos. Democrática, ¿eh?, la autopista. Ves al desnudo y al desnudado, al desnudador y a los todavía vestidos o vestidas. Nadie sabe si quedan secretos. Ya nadie sabe qué es un secreto.

Oríllate, rebasa, modera, aprieta, amortigua. Prosigue. No te detiene ni lo que te detiene, toma el carril que puedas. Acelera. Nada se te escapa ni te atora. Nada se te da ni nada se te niega. Todo se te muestra. Eres el rey de las muestras. Acelera.

ONANISMO. Qué fácil les sale de la boca la palabra Yo. Densa. Con énfasis y peso. Es la más importante en cada oración donde aparece.

UNA PELÍCULA COREANA. El náufrago, después de semanas de comer hongos y flores, consigue pescado y luego pichones. Decide que las aves saben mejor que el pescado. Tal vez en eso consiste la evolución, piensa. En que nos vamos volviendo más sabrosos.