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María Katzarava y Arturo Chacón, hoy en la primera función de la ópera de Verdi

Reúne La Traviata afortunada mancuerna de jóvenes intérpretes mexicanos
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La soprano y el tenor durante el ensayo general, el viernes, en el Palacio de Bellas ArtesFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Domingo 7 de junio de 2015, p. 6

Con un elenco encabezado por dos de las jóvenes figuras mexicanas más importantes hoy día en el panorama lírico internacional, la soprano María Katzarava y el tenor Arturo Chacón, la Ópera de Bellas Artes ofrecerá este domingo la primera de cuatro funciones de La Traviata, en el Palacio de Bellas Artes.

Por lo que se apreció en el ensayo general, efectuado el viernes pasado en ese mismo recinto, el montaje de esta obra de Giuseppe Verdi cuenta con todos los elementos para ser del agrado del público.

En particular, destaca el quehacer de ese par de cantantes, los cuales dieron muestra sobrada de sus cualidades vocales e histriónicas, así como del gran momento artístico que viven a lo largo de las dos horas de esta historia de amor imposible basada en La dama de las camelias, de Alejandro Dumas.

A Katzarava se le notó garbo y profundo dominio escénico, con una actuación veraz y conmovedora, como Violetta Valery, cortesana que debe renunciar a su amado y quien, a la postre, muere de tuberculosis.

Su voz fue potente y tersa, dramática cuando se requirió, con amplios y apasionados registros que tocaron las fibras más profundas y no pocas veces estremecieron.

En un plano similar se apreció el desenvolvimiento en ambos rubros de Arturo Chacón, en el papel de Alfredo Germont, el hombre que en principio lo entrega todo por amor, aunque más adelante sea entrampado por un engaño y al final nada pueda hacer para salvar a su amada.

El de este tenor es un canto transparente y emotivo, intenso, con un perfil de voz que delinea de manera nítida las emociones y los sentimientos a los cuales hace referencia su personaje.

La participación del Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, bajo la batuta concertadora de Srba Dinic, en nada desmereció el trabajo de esta atractiva mancuerna de intérpretes, al tener intervenciones precisas y armoniosas, cual fina maquinaria de relojería.

La propuesta escénica es responsabilidad de Juliana Faesler y Clarissa Malheiros, quienes respetaron la ubicación histórica y geográfica de la obra, al situarla en París a mediados del siglo XIX.

El vestuario es de época, excepto el que utiliza Violetta en el primer acto, con un aspecto más contemporáneo, acaso para subrayar su personalidad de mujer libre y audaz.

La escenografía, en tanto, es de tipo minimalista, incluso austera. En el primer acto, se reproduce un jardín, con altos árboles movibles. En el segundo, el interior de una casa, con base en estructuras tubulares. Y en el tercero y último, se representa un cuarto de hospital, únicamente con una cama al centro del escenario y decenas de papeles sobre el piso.

Estrenada en 1853 en Venecia, Italia, y tres años después en México, la de La Traviata es una historia que, no por conocida e incluso marcadamente romántica, no deja de cautivar y conmover a los públicos.

Así se refrendó al final del citado ensayo, al no faltar quien estuviera a punto de chillar cuando Violetta exhaló su último suspiro ante la mirada atónita y arrepentida de su amado Alfredo.

Es que se siente refeo, ¿por qué tuvo que morirse si se amaban tanto?, exclamó una jovencita a su mamá mientras, aún consternadas, ambas salían de la sala principal del Palacio de Bellas Artes.

Las funciones serán domingos 7 y 14 de junio, a las 17 horas; martes 9 y jueves 11 de junio, a las 20 horas, en dicho recinto.