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Ver día anteriorSábado 6 de junio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Las provocaciones del INEE
L

a oleada mediática y declarativa desatada por la suspensión indefinida de las evaluaciones para el ingreso, promoción y permanencia de los docentes de educación básica y media superior, anunciada por autoridades de la Secretaría de Educación Publica, ha abarcado a una gama de personajes y organismos de todos los colores y sinsabores. Al mismo tiempo, con la suspensión, implícitamente podríamos considerar ahora como no idóneos a los expertos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) para evaluar a los maestros y se ha puesto en evidencia los límites reales de la pretendida autonomía del instituto, así como el empantanamiento de la reforma educativa a consecuencia de lo inviable de su aplicación por la comprobada incapacidad de sus conductores, pero especialmente ante la persistente oposición sostenida por el magisterio democrático.

El mensaje encriptado e ininteligible por el cual se anunció la suspensión ha sido la base para múltiples interpretaciones y especulaciones sobre las causas que la motivaron: concesión gubernamental ante el chantaje y presión del movimiento magisterial, salida política para atemperar el paro de los docentes y el boicot al proceso electoral y, hasta un supuesto arreglo entre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y el poder público. Sin embargo, a pesar de la suspensión, la coordinadora ha sostenido el paro e intensificado sus acciones y movilizaciones por la abrogación de la reforma y sus evaluaciones y en rechazo al viciado proceso electoral. Esto refuta todo intento por menoscabar la genuina batalla del magisterio en resistencia.

Invariablemente los que se han manifestado contra la decisión adoptada por la Secretaría de Educación Pública (SEP) han demandado la reposición de los procesos de evaluación y exigido el estricto cumplimiento de la ley frente a los docentes, entendida en la mayoría de los casos como puño fuerte y represión, pero ninguno se ha preocupado por rebatir o cuando menos indagar sobre los cuestionamientos formulados por decenas de miles de maestros frente a las evaluaciones del INEE y la SEP.

El clima de tensión e inconformidad magisterial generado ante las evaluaciones que se pretendían aplicar para valorar el desempeño de los docentes, fue propiciado en buena medida por la reiterada prepotencia y descalificación mostradas por el INEE ante los maestros. En estos últimos meses, justo en la etapa previa a las evaluaciones, el instituto desplegó una ofensiva antimagisterial a través de un conjunto de formulaciones que cuestionaban sin un sólido sustento la formación y capacidad profesional de los maestros y, en estudios y diagnósticos con informaciones insuficientes y sesgadas sobre los maestros, presentó una visión deforme sobre las condiciones del trabajo y la vida magisterial: entre otras cuestiones, concluyó que gran número de maestros en servicio no disponen de la formación y preparación por sus carencias sociales y culturales; pronosticó, de acuerdo con los nuevos estándares de profesionalización de la reforma, la extinción laboral a corto plazo de un segmento importante del magisterio actual, tanto por su jubilación o como resultado de los procesos de evaluación, lo cual conduciría a un recambio generacional y de identidad del magisterio de la escuela pública; cuestionó la viabilidad y existencia del normalismo y propuso su sustitución por instituciones privadas y públicas de educación superior, y elaboró una abigarrada y compleja batería de perfiles, indicadores y parámetros, prácticamente ajenos a nuestra realidad educativa, a partir de los cuales se elaborarían las evaluaciones para el ingreso y permanencia de los docentes, evaluaciones que en todos los casos podrían significar sanciones laborales o el desplazamiento de la profesión magisterial.

En una obsesiva compulsión evaluatoria, el INEE planificó más de 30 evaluaciones por año hasta 2020 para dejar implantado el nuevo sistema de evaluación en la educación básica y media superior. Amparado en las facultades de su autonomía el instituto ha devenido en empresa maquiladora de evaluaciones que en modo alguno constituyen la vía para alcanzar la calidad educativa propalada por la reforma.

El modelo de evaluación del INEE está generando más conflictos que soluciones y es la hora de revisarlo con la participación de todos los actores del proceso educativo; en primer término los maestros. Ante los propósitos e implicaciones de las evaluaciones proyectadas por el INEE, los maestros de la CNTE y el conjunto del movimiento magisterial opositor a la reforma han convertido en uno de los ejes centrales de su actual movilización el rechazo a la evaluación que pretende castigarlos y despojarlos de su profesión docente.

En cuanto al INEE, ahora que ha denunciado y reclamado a la SEP por la violación a su autonomía y se ha proclamado defensor de los derechos educativos de decenas de miles estudiantes y aspirantes al magisterio, quizá sería recomendable que, en congruencia con su inédita lucha, la junta de gobierno recurriera a la experiencia de los estudiantes normalistas y los maestros y declarara un paro en la institución y que eventualmente instalara un plantón en alguna plaza pública de la ciudad.

*Catedrático del Instituto José María Luis Mora y de la Universidad Pedagógica Nacional. Coordinador del libro El secuestro de la educación.