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De nuestras Jornadas

El despertar ciudadano

P

oco a poco la población ha venido despertando de su letargo y organizándose para defender sus derechos. El ejemplo más palpable es el surgimiento de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (Crac) hace 20 años, para protegerse de la inseguridad, ante el abandono de las autoridades.

Posteriormente nació con el mismo propósito la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (Upoeg) y actualmente diversos movimientos hacen escuchar su voz y sus demandas en diferentes ámbitos, llegando a tomar las armas.

El caso de Chilapa, donde decenas de civiles se apoderaron de la ciudad, es ilustrativo. Tras las protestas de la población, los armados aceptaron abandonar la alcaldía con la condición de que las fuerzas federales detengan a miembros del crimen organizado.

La protesta de familiares de reclusos sobre la costera Miguel Alemán de Acapulco, en demanda de la reubicación de presos peligrosos, es otra muestra de organización.

Frente a esta situación, mala táctica sería que el gobierno desdeñara estas organizaciones y movilizaciones, toda vez que tienen un origen que debe ser escuchado para decidir lo conducente.

La organización de la población, más aún en los tiempos de inseguridad que vive el estado, no es un factor que deba desdeñarse; tampoco debe intentarse diezmarlas o infiltrarlas para dividirlas como ya ocurrió con la Crac. Lo más conveniente es encauzarlas debidamente, respetarlas y atenderlas, pues de otro modo la inseguridad y otros problemas se irán agravando.

Es evidente que el gobierno estatal no tiene capacidad para responder satisfactoriamente a las necesidades de la gente. En consecuencia, bien hará en apoyarse en los grupos ciudadanos organizados para corregir los problemas de la manera más conveniente para todos.

Así como algunos sectores se han organizado para combatir la inseguridad, sano sería que también lo hicieran para mejorar los servicios públicos como el agua potable y el transporte público, que la autoridad descuida precisamente porque los reclamos son aislados y carecen de la energía suficiente.