Opinión
Ver día anteriorSábado 9 de mayo de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¡Elecciones!
L

os partidos políticos mexicanos son fétidas cloacas rebosantes de excremento. Sus líderes son bufones, títeres, criminales o todo lo anterior. Los candidatos que presentan (o intentan presentar) son literalmente impresentables: Lagrimita, Cuauhtémoc Blanco, Carmen Salinas, la hija del senador, la parentela del proxeneta, los delegados y funcionarios chapulines y chaqueteros que buscan afanosamente un hueso para lucrar y el fuero correspondiente para quedar impunes por ello. Las campañas son un insulto a la inteligencia y un dispendio del erario. El Instituto Nacional Electoral y demás tribunales electorales están poblados de gentuza incompetente y corrupta. El proceso electoral está irremisiblemente viciado de origen, y sus resultados son más que predecibles. Y los genios de la alquimia electoral han recomendado a los dueños del país que ordenen a los dueños de la televisión, que son co-dueños del país y dueños del balón, que programen un encuentro México-Brasil el día de las elecciones. Más turbio, ni el drenaje. En medio de tal panorama deprimente, a diario nos machacan con que el buen ciudadano debe involucrarse en el proceso electoral. Aquí voy, pues, con esta glosa sobre unas elecciones que sí serán limpias, abiertas y democráticas.

Este lunes 11 de mayo, los miembros de la Orquesta Filarmónica de Berlín (OFB) elegirán a su nuevo director en sustitución de sir Simon Rattle, quien ha anunciado que deja al ensamble en 2018. Son varios los nombres que se mencionan para acceder al podio más prestigioso del orbe. Entre ellos, el del venezolano Gustavo Dudamel, cuya calidad musical y brillo mediático lo hacen un candidato muy atractivo. Se habla también del multinacional Daniel Barenboim, director de La Scala de Milán, la Ópera Estatal de Berlín y la Orquesta Estatal de Berlín. Se trata de un músico muy completo que, además, es un artista de sólidas convicciones políticas, sociales y humanas, mismas que sostiene y promueve con valor singular. Aparece también en la lista el nombre del letón Andris Nelsons, actual titular de las sinfónicas de Boston y Birmingham, quien ha sido invitado frecuente de la orquesta berlinesa y conjunta un bien equilibrado perfil de juventud y solidez musical. (Algunos mencionan también como posible candidato a su compatriota Mariss Jansons). Ahí está, asimismo, el nombre del alemán Christian Thielemann, un Kapellmeister sobrio, riguroso y preciso, con un enfoque más intelectual que pasional del quehacer musical. Esta no es una lista oficial de candidatos, sino un panorama de lo que se menciona y rumora en los círculos musicales de aquí, acá y acullá. ¿Sus respectivas posibilidades?

Por más que Gustavo Dudamel se haya convertido en el consentido de muchos públicos y orquestas, se dice que aún le falta madurar para poder acceder a un puesto de tal importancia, además de que acaba de extender su contrato con la Filarmónica de Los Ángeles hasta 2022. Andris Nelsons pareciera cumplir a cabalidad la mayoría de los requisitos necesarios para conducir a la OFB; sin embargo, comparte con Dudamel el hecho de ser extranjero, y se rumora que los músicos, los administradores de la orquesta y el público están listos (más bien, deseosos) para un director alemán después de los extensos mandatos del italiano Claudio Abbado y el inglés Rattle. Es difícil, por otra parte, que los berlineses y su entorno, de perfil más bien conservador, acepten de buen grado los riesgos que implicaría la presencia de Barenboim al frente de la Filarmónica de Berlín, ya que su admirable activismo en pro de las causas que le importan lo coloca permanentemente en el ojo de la tormenta. Si me preguntaran, pues, cuál de ellos me parece el candidato más viable (mas no mi favorito) optaría por Christian Thielemann, cuyo perfil parece ideal para guiar a la OFB con mano sólida y segura, y propiciar quizá un retorno a repertorios y programas de orientación más tradicional, después de un periodo en el que sir Simon Rattle ha hecho muchas olas con sus atrevidas propuestas programáticas y con las admirables actividades de alcance social en las que ha involucrado a la orquesta, y que no han sido del gusto de una buena parte de los sectores más conservadores de la propia orquesta y de la comunidad alemana. Se aceptan apuestas.