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Stravinsky ataca de nuevo
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La consagración de la primavera, coreografía de Maurice Béjart (1927-2007)
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La consagración de la primavera, coreografía de Pina Bausch (1940-2009)
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Imagen incluida en el cuadernillo del disco
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Los integrantes de The Bad Plus
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Periódico La Jornada
Sábado 9 de mayo de 2015, p. a12

En semejanza con el inicio del álbum remasterizado Dark side of the moon, de Pink Floyd, el trío neoyorquino The Bad Plus inicia su nueva, deslumbrante grabación con el sonido de un corazón que late frente al micrófono y enseguida el oscuro sonido del fagot, preámbulo de un sublime cataclismo, suena en el piano de Ethan Iverson, mientras los alientos-maderas se cuelan por el contrabajo acústico de Reid Anderson y los embates telúricos se abaten sobre la batería de David King. Trío de jazz. Pero lo que suena es una orquesta sinfónica. Un trío de músicos geniales que otorgan nueva vida a una partitura inmortal: La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky.

Disco deslumbrante, de alcances increíbles, espectaculares por tan diestros, precisos, exquisitos hallazgos musicales. Tanto los conocedores de esta obra cumbre, por cuyo centenario hace algunos meses desató cascadas de tinta, remasterizaciones y celebraciones, como los amantes del jazz, como los melómanos de corazón abierto, quedarán fascinados frente a esta maravilla musical: un milagro de la invención de sonidos, un prodigio de instrumentación, un alarde de técnica musical, imaginación. Poesía en bruto y en arcilla.

Los cambios de tempo, velocidades, dinámicas, las repentinas explosiones de sonido, las mareas de solfas que se mecen, se ondulan, se revuelcan. Suena a jazz, sí, pero también suena a Stravinsky. The Bad Plus, este trío increíble, respeta a cabalidad la partitura, cumple con todos los cánones del jazz, y al mismo tiempo crea una música novísima. Prodigio.

The Bad Plus se fundó en Nueva York en el inicio del siglo XXI y en 15 años han producido toda una revolución sonora. Su discografía es tan densa como variada y llena de sorpresas, guiños, gestos lúdicos. Han roto con el concepto trío de jazz para establecer, como lo hicieron en su momento los integrantes del Kronos Quartet, una nueva poética.

La música de los Pixies, David Bowie, Black Sabbath, Nirvana, Radiohead, por igual que la de Ornette Coleman, adquieren en el arte de este trío dimensiones insospechadas. El concepto de cover, esa divisa fundamental del jazz, queda hecha añicos también con el trabajo tan pulcro, eficaz y contundente de estos maestros que no tienen parangón en el horizonte musical que los circunda.

The Rite of Spring, su nuevo disco, prácticamente se empata con otro, inminente: Inevitable Western, donde nuevamente sorprenden al mundo con sus desplantes técnicos, su sentido lúdico, su ironía y, sobre todo, su gran amor por la música.

El famoso músico bizco don Igor Stravinsky, autor de La consagración de la primavera, debe estar dando brincos de contento en su tumba frente a esta nueva lectura de su obra cumbre.

He aquí la dinamita que sembró hace más de cien años Stravinsky, una música brutal, salvaje, sexual, ritual, estupefacta, temblorosa, viril, libidinosa, frenética, hipnótica, narcótica, estupefaciente, pagana, tribal, más allá de los confines de los tiempos. Un sublime cataclismo.

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