Opinión
Ver día anteriorMiércoles 29 de abril de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Andanzas

La danza china

S

e trata de la compañía Beijing Dance Theater que se presentó en días pasados en el hermoso Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, el cual, aunque sin lleno completo, logró una audiencia interesada en conocer qué hacen los chinos con lo que también llaman Danza moderna contemporánea.

El grupo dirigido por la coreógrafa Wang Yuanyuan, con una docena de excelentes bailarines, mostró tres obras: Crossing, de Yuanyuan, con música de Wu Yun y Liu Bo; tras un breve intermedio siguió con Farewell Shadows, y cerró con Dead Fire, música de Su Cong, Biosphere, Kanding Ray y Wang Peng. Las dos últimas piezas como parte de la coreografía Wild Grass, según el programa de mano, obra inspirada en el poema homónimo del autor chino Lu Xun.

De entrada sorprende el audaz juego de luces y sombras que demuestran un sentido avant-garde en la iluminación, aunque no pocas veces sacrifica un tanto las figuras de los bailarines moviéndose casi en las tinieblas. Los cuerpos y movimientos del grupo de muy jóvenes bailarines chinos muestra un fuerte y sólido trabajo de formación y entrenamiento técnico, lo cual estructura cuerpos maravillosos sin ningún problema académico.

Gente joven todos, así como bellas criaturas, incluyendo a la coreógrafa, confirma el éxito en las giras internacionales que la compañía ha realizado por infinidad de países.

Ya sabemos de antemano que los chinos, grandes artistas y artesanos, son expertos en reproducir hasta a la Virgen de Guadalupe, según el vulgo, aunque hemos constatado su laboriosidad, capaz de reproducir casi todo.

Y así en la danza, la técnica moderna grahamiana se manifiesta de inmediato con gran pureza y perfecta ejecución en el grupo de estos artistas sorprendentes, de simpatía y talento a borbotones.

Ahora, en referencia a las obras presentadas, de sumo interés y dificultad, no son fáciles: son ejecutadas con toda limpieza y logro por el grupo, aunque en ocasiones no pocos movimientos son harto repetitivos y parecidos a lo largo del programa, al grado de que por momentos es claramente perceptible el origen, el trazo y el diseño del movimiento, clásicos del entrenamiento de la técnica contemporánea en clase, vicio que desgraciadamente he vivido en este país por casi 70 años y aún persiste. También sucede continuamente, en cualquier compañía, al no lograr desprenderse de la matriz del movimiento original, del código académico de aquella compañía estadunidense horneada con corrientes de todo tipo de danza y entrenamiento, hasta lograr un código particular, un estilo, un camino propio y específico para descubrir cada quien su propio lenguaje, a partir de la profunda observación y creación de doña Martha Graham y tantos de sus sucesores.

Foto
La compañía china presentó tres coreografías, en las que mostró un fuerte y sólido trabajo de cuerpos y movimientos, los cuales combinó con un audaz juego de luces y sombrasFoto cortesía de Beijing Dance Theater

Sin embargo, luego de este comentario, en base a la idea de que tan perfecta y talentosa compañía, tal vez se antoja, con su profunda raíz cultural, lograr lo suyo.

En este país, aún hay gente que utiliza los movimientos disfrazados de una clase de danza contemporánea en las obras coreográficas, porque los llevan hasta los huesos y no es fácil zafarse de tan tremenda influencia. En cierta forma es como si tratáramos de olvidar el grand plié a la seconde, del ballet clásico tal cual: algo que sin embargo los coreógrafos como Jiry Killian y Newmeyer y tantos nuevos, ya han logrado con creces, esa fusión y creatividad maravillosa que ya conoce bien el público amante de la danza.

Evidentemente, el impulso formidable de este grupo de artistas maravillosos encabezados por la espléndida Wang Yunanyuan, tengo casi la certeza, desembocará en algún momento en un mar interminable de temas y variaciones con toda libertad e independencia de la bendita influencia técnica Graham, que devoró la danza mundial por casi un siglo.

De este modo, los artistas fueron aplaudidos con generosidad y gran simpatía por el público, aunque hay que decirlo, sin la pasión incontenible de aquellas danzas, aquellas obras –usted lo sabe–, que aprietan la garganta o golpean las entrañas en el grito ahogado del bravísimo, en la felicidad agradecida por haber sentido en el corazón y la piel, una verdad genuina y apasionada.

Sin embargo, salud!!! a toda la compañía. Gran grupo, gran gente y gran país, del que siempre seremos hermanos, compañeros y socios, porque así lo marcará el destino.