21 de marzo de 2015     Número 90

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

La cafeticultura campesina

Leonardo Durán Olguín Unión de Tosepan Titataniske


ILUSTRACIÓN: Gregorio Méndez

Durante la segunda mitad del siglo pasado, la cafeticultura mexicana transitó de ser una actividad exclusiva de las grandes fincas a ser dominada por pequeños productores. El acceso inicial de los campesinos indígenas a esta rama fue paulatino y sigiloso, pues su primer acercamiento fue vía su contratación como peones para el trabajo en las fincas. Así fue como conocieron al café como cultivo y desarrollaron sus primeras experiencias como productores. En los años 60’s el Estado mexicano tomó la decisión de fomentar la producción del aromático y encontró en los campesinos la plataforma más sólida para concretar ese impulso.

Los campesinos, en su mayoría indígenas, que viven en las zonas serranas de transición entre las selvas tropicales y los bosques templados, establecieron en sus terrenos el café, cultivo que se integró armónicamente a sus modos de vida y a las condiciones de los predios. El café es una planta que crece bajo árboles de sombra, algo que los pequeños productores supieron entender como una virtud.

La irrupción campesina al café dio lugar al desarrollo de un modelo tecnológico sui generis: la producción del grano, con procesos de conservación y restauración ecológica, contribuyó de manera importante a la preservación de los recursos. Este modelo fue diseñado por las manos y la sabiduría de los campesinos, que en su cosmovisión indígena heredan una tradición agrícola milenaria, donde la diversidad es la estrategia más fuerte de permanencia. Es un modelo que responde a un modo de vida, el campesino, que tuvo que sortear las embestidas de la revolución verde para no perder su identidad.

Respondiendo a las intenciones del Estado por incrementar la producción como una forma de generar divisas para el país, se promovieron modelos de producción especializada, cuya estructura se basaba en simplificar o eliminar los árboles sombra. Así, los técnicos extensionistas promovían los modelos de cultivo bajo sombra mono específica o a pleno sol, que en otros países como Brasil, Colombia o Costa Rica, fueron altamente adoptados por los cafeticultores, pero que en México hicieron muy poco efecto en los pequeños productores.

Al margen de estos modelos impuestos, los pequeños productores mexicanos desarrollaron los propios con estructuras de complejos sistemas agroforestales. Se crearon desde sistemas de tipo rusticano, que consisten en introducir el café en áreas con vegetación natural (se eliminan los arbustos y se conservan los árboles para sembrar debajo el café), hasta sistemas de policultivo, en donde la planta de café se siembra asociada a otras especies de árboles y arbustos.

Agenda Rural

Evento: Foro en Defensa del agua y la vida. Organiza: Varias organizaciones. Fecha, lugar y hora: 20 y 21 de marzo, salón Carlos Marx, Facultad de Economía de la BUAP. A partir de las 09:00 horas.Informes: [email protected]


Libro: Tierra arrasada. Petróleo, soja, pasteras y mega minería. Radiografía de la Argentina del siglo XXI. Autor: Darío Aranda. Editorial Sudamericana. http://www.darioaranda.com.ar/2015/ 02/libro-tierra-arrasada-petroleo-soja-pasteras-y-megamineria/


Libro: Apropiación de agua, medio ambiente y obesidad. Los impactos del negocio de bebidas embotelladas en México. Coordinador: Gian Carlo Delgado Ramos. Editan: UNAM. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.

Dichos policultivos tuvieron su expresión más simple en los sistemas de tipo comercial, donde el café se cultiva junto con otras especies bajo un diseño de plantación específico, el cual posibilita la cosecha de otros productos distintos al aromático (como plátanos, cítricos, maderables, etcétera), que se destinan al mercado. Pero la expresión más popular del policultivo fueron los sistemas de tipo tradicional, en los cuales el cafetal es un espacio donde se siembran muchas especies vegetales más, las cuales son fomentadas o toleradas sin un arreglo específico, pero respondiendo a las necesidades de crecimiento particulares de cada planta, lo cual resulta en interesantes mosaicos de la biodiversidad, con hasta más de cien especies vegetales asociadas.

Los sistemas de cultivo de los pequeños productores mexicanos fueron diseñados con el interés de generar diversos satisfactores a las familias y a las comunidades cafetaleras, tanto por la cosecha de productos destinados al autoconsumo, como por los ingresos por la venta de productos distintos al café. Son sistemas que basan su estructura y funcionamiento en la diversidad de opciones que ofrece el cultivo, más allá de la productividad específica por la cosecha del grano. Es decir, son sistemas que responden al modo de vida campesino y que no se ajustan a la lógica de la producción del sistema capitalista. Por lo tanto, son sumamente cuestionados desde los cánones convencionales de la tecnología agrícola, pero han dado muestras de su nobleza y potencial en términos sociales y ambientales (muchos agrónomos los desdeñan, mientras que biólogos y sociólogos son sensibles y aprecian sus cualidades).
Sobre todo, son sistemas de cultivo que han permitido diseñar estrategias más firmes en los momentos de afrontar las crisis.

Tomando como referencia la tradición comunitaria que emana desde los pueblos campesinos, los pequeños productores de las distintas regiones cafetaleras han creado organizaciones que buscan mejorar las condiciones de vida de sus socios y que funcionan con base en los principios de la autonomía y la solidaridad.

Una de sus estrategias ha sido la creación y el impulso de los segmentos orgánico y de comercio justo en el mercado global del café, los cuales permitieron revalorar los agroecosistemas cafetaleros de los pequeños productores, y resultaron ser la forma más eficiente para enfrentar el entorno de crisis que se ha vivido desde la década de los 90´s. El recrudecimiento de las políticas neoliberales en el mercado mundial del aromático propició la penetración de las grandes trasnacionales a lo largo de la cadena productiva, industrial y comercial del café; la especulación es el arma de control más poderosa de esas empresas. Estas políticas destruyeron al sector agroexportador del café, que anteriormente estaba sustentado en estructuras gubernamentales (el Instituto Mexicano del Café), así como a un importante sector de industrializadores y comercializadores del grano, provenientes de familias de abolengo. En muy pocos años las trasnacionales afianzaron su dominio en la comercialización del café mexicano. Las organizaciones de pequeños productores que se insertaron a los circuitos de mercado mediante la producción orgánica y el comercio justo son las únicas que han hecho frente a la embestida de las trasnacionales.

Crear nuevos espacios en el mercado del café ha sido la principal innovación aportada por las organizaciones de pequeños productores en los 20 años recientes, en el marco de la apropiación del proceso productivo. A partir de esta innovación, se han desarrollado muchas otras, como el diseño de normas y procesos de certificación, el establecimiento de redes de productores, o el impulso de organismos financieros desde las propias organizaciones.

Sin embargo, y pese a la vocación campesina de las organizaciones de pequeños productores, se ha dejado de lado la reapropiación del eslabón más importante en la cadena productiva: la producción en campo. En las dos décadas recientes, se ha invertido mucho desde estas organizaciones para avanzar en los procesos agroindustriales y comerciales, pero se ha hecho muy poco o nada por mejorar la producción en los cafetales. Al tiempo que se fueron generando nuevas ideas para desarrollar mejoras de mercado e institucionales, se fue dejando de lado la vocación productiva, y hoy tanto los cafetales como los cafeticultores se están avejentando. Para los productores jóvenes hoy resulta muy seductor trabajar en las áreas administrativas de sus organizaciones, usando la computadora, pero les parece muy poco atractivo trabajar en sus parcelas, usando un machete o una pala para atender las matas de café. Y las consecuencias de este abandono en la vocación productiva se están sintiendo con fuerza en la época actual.

El entorno actual se ha vuelto sumamente agreste para la sobrevivencia de los pequeños productores de café. Por un lado, las políticas gubernamentales se han orientado a favorecer aún más el control de las trasnacionales, algo que en el actual gobierno federal se está mostrando con más claridad; muchos calificamos la actual gestión pública como un desastre en política cafetalera. Estrategias que buscan enganchar a los productores con las trasnacionales (mediante el concepto de “agrocluster”) o que fomentan esquemas financieros donde los productores comprometen la propiedad de su parcela son signos claros de una política pública que busca poner fin a una cafeticultura campesina (algo que fue planteado desde el sexenio de Vicente Fox, por el entonces secretario de Agricultura, Javier Usabiaga, quién señaló que debía encontrar un “esquema de salida” para los pequeños productores de café). El cambio climático, que se manifiesta claramente en las zonas cafetaleras, vuelve cada vez más complejo el mantener los ciclos productivos de forma estable. Los proyectos extractivos están incursionando con fuerza en las zonas cafetaleras, buscando despojar a los campesinos de los recursos de su territorio. Y por si fuera poco, la roya del café, altamente agresiva, está presente en México desde hace tres años, avanzando de sur a norte, y ha causado fuertes daños en una cafeticultura descuidada y con productores que están poco preparados para enfrentar esta enfermedad.

Esto pone de manifiesto que hoy más que nunca es necesario regresar a nuestros cafetales, para encontrar desde ahí las respuestas al entorno adverso del presente y poder soñar en el futuro. Porque la cafeticultura del siglo XXI tendrá que ser la de una cafeticultura que regrese a sus orígenes para avanzar hacia adelante. Que recobre la visión campesina en su relación con la tierra desde la parcela y la construcción del territorio desde el pueblo. Una cafeticultura diseñada por la innovación agrícola en manos de los pequeños productores, para desarrollar una tecnología propia desde la sabiduría campesina. En las organizaciones de pequeños productores se está cobrando cada vez más conciencia de la necesidad de recobrar nuestra vocación campesina. Es momento de regresar a los cafetales para seguir adelante, el tiempo nos dirá si pudimos hacerlo.


Chiapas

Lucha por la conservación y la
sostenibilidad de las organizaciones
de pequeños productores


Capacitación en biofabrica para la producción de insumos orgánicos

Hugo Lares Asesor de Triunfo Verde

La Reserva de la Biosfera El Triunfo se encuentra dentro del sistema montañoso de la Sierra Madre de Chiapas. Es un área natural protegida con una superficie de unas 119 mil hectáreas, conformada por una zona de amortiguamiento, donde se permite la agricultura y explotación de ganado, y una zona núcleo, donde se desarrollan únicamente actividades de investigación, monitoreo de fauna silvestre y ecoturismo (visitas guiadas al campamento base).

El Triunfo también es una de las principales zonas productoras de café de calidad en México, la agricultura orgánica que realizan grupos organizados de pequeños productores ha podido abrir espacios dentro de los cafés de alta especialidad, donde la principal característica es la calidad, sabores diferenciados que posee, que lo hace atractivo para los consumidores de Estados Unidos (principal destino de la exportaciones) y Francia. Estar certificado como orgánico y de Comercio Justo le da más valor agregado,

Destacan dos organizaciones de productores: Campesinos Ecológicos de la Sierra Madre de Chiapas (Cesmach) y Triunfo Verde. Ambas forman la Unión El Triunfo, y agrupan alrededor de mil productoras y productores de café orgánico desde hace más de 15 años.

La cafeticultura nacional, y en específico en la región de El Triunfo, ha sido castigada severamente las dos cosecha recientes por la roya del café (Hemileia vastatrix), que ha bajado la cantidad y calidad de las cosechas.

La roya es una enfermedad que, se tenía pleno conocimiento, había devastado a los países productores de café de Centro y Suramérica. Las autoridades sanitarias en México no aplicaron una estrategia adecuada de cuarentena y monitoreo de la roya; fueron los mismos afectados quienes prendieron las alarmas e iniciaron sus propios esquemas de control.

En 2013 el gobierno del estado de Chiapas implementó un programa de manejo de la roya, con brigadas y entrega de insumos a productores, aplicando fungicidas convencionales, con resultados desastrosos, debido que el producto no tuvo algún efecto positivo. Además de que mucho no fue aplicado por la falta de recursos de los productores para realizar las aspersiones.


Vivero con plantas orgánicas tolerantes a la roya del café.

Para el caso Triunfo Verde, los cafetaleros establecieron una biofábrica, donde se están produciendo insumos para recuperar la plantaciones (fertilizantes foliares y fungicidas). “El manejo orgánico es la mejor manera de ganar terreno a la roya, plantas jóvenes de variedades locales tolerantes a roya, adaptadas a la región, bien podadas, con una fuente continua de nutrientes y aplicación de fungicidas preventivos a tiempo, en las dosis y etapas precisas, nos permitirán controlar los daños de la roya”, dice Lenin, coordinador de producción. La producción de fungicidas y fertilizantes foliares tiene un costo de producción que representa sólo 20 por ciento del costo de los convencionales.

Las dependencias gubernamentales y las instancias que rigen las políticas cafetaleras (Amecafé y Sistema Producto Café) han promovido la utilización intensiva de híbridos de la variedad Catimor (que implica más densidad y aplicación de químicos), como la única solución para reducir los efectos de la enfermedad.

Silvia Roblero, encargada del área de producción de Cesmach, comenta: “En nuestras parcelas hemos encontrado árboles de variedades Bourbon, Pachi y algunas nativas más, tolerantes a roya, las cuales hemos seleccionado y catado con alta calificación, mismas que se estar distribuyendo para renovar las plantaciones afectadas”.

México fue hasta hace unos cinco años el primer productor de café orgánico del mundo, Sixto Bonilla, de Cesmach, indica que “es necesario recuperar la productividad en nuestras parcelas y la calidad de nuestras cosechas, a fin de garantizar una oferta de café diferenciado para los nichos de mercado especiales, y que esto a la vez asegure a los productores de nuestras organización mejores ingresos para el sostenimiento de sus familias”.

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