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La tienda del MoMA en Nueva York, uno de sus motivos de orgullo
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El concepto del MOMA se ha enriquecido con la oferta del restaurante y las tiendas neoyorquinas, que recibieron unos 2.5 millones de visitantes el año pasado, no lejos de los 3 millones que pasaron por el museoFoto tomadas de la página de Internet
 
Periódico La Jornada
Viernes 20 de marzo de 2015, p. 4

Nueva York.

Cuando algunos museos todavía se asustan ante la idea de vender recuerdos, el célebre MoMA de Nueva York ha hecho de este concepto uno de sus motivos de orgullo y su tienda de diseño es casi tan visitada como sus salas repletas de obras de arte.

La primera tienda abrió en 1939, un pequeño mostrador de venta en el Museo de Arte Moderno que acababa de instalarse en la calle 53 de Manhattan, cerca de la Quinta Avenida.

Desde aquellos inicios modestos se ha transformado, y actualmente cuenta con cinco espacios de venta en la ciudad –dos de ellos dedicados al diseño–, otro en Tokio y varios sitios de venta en línea. La más conocida de todas es la consagrada de manera exclusiva al diseño, en la calle 53, justo enfrente del museo.

Los turistas la visitan un poco como un anexo del museo, convencidos de que allí encontrarán lo mejor en materia de diseño.

Los objetos son presentados a menudo con una pequeña descripción, el nombre del artista y el año de concepción.

En algunos casos, se trata de obras que figuran en la colección del MoMA. Otras veces son exclusividades seleccionadas por los compradores del museo que recorren el planeta para renovar las estanterías dos veces por año.

La tienda también incluye productos decididamente innovadores, que surgieron gracias a sitios web de financiación colectiva.

3Doodler, por ejemplo, es el primer bolígrafo que permite crear en tres dimensiones y una de las estrellas del momento: nació de una colaboración entre el MoMA y más de 26 mil 500 contribuyentes en la web Kickstarter.

En la tienda de la calle 53, hasta los coladores y los paraguas parecen obras de arte.

En un muro, un video explica el proceso creativo de la artista Marina Abramovic, cuya vajilla se vende en la tienda.

En otro sector, se exponen unas sorprendentes lámparas que crean una ilusión 3D, idea de Nir Chehanowski, establecido en Tel Aviv.

Es muy importante que nuestros clientes tengan, globalmente, la misma experiencia que en el museo. Cuando miran una obra de arte, saben lo que miran, de dónde viene, e intentamos reproducir eso en nuestras tiendas, explica a la Afp Chay Costello, directora adjunta de comercialización del MoMA.