Sociedad y Justicia
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El orden social ha limitado a la mujer, dice especialista

El ejercicio de la sexualidad no es sinónimo de liberación
 
Periódico La Jornada
Lunes 16 de febrero de 2015, p. 38

Por siglos, el orden social impuesto en Occidente ha limitado el ejercicio de la sexualidad de la mujer como un método de control para evitar su liberación y con ello seguir manteniendo las desigualdades sociales.

Carolina Díaz Walls, especialista en estudios de género de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, planteó que gracias a la creación de los métodos anticonceptivos, a partir de la década de los 60, inició un proceso –lento– de emancipación de la mujer donde el control sobre su cuerpo es primordialmente la bandera para alcanzar ese objetivo.

Sin embargo, aclaró, hoy el ejercicio de la sexualidad femenina se ha convertido en un sinónimo de liberación, por lo que en ocasiones hay una confusión y muchas de ellas más que desear tener sexo lo hacen como un deber.

El control de la sexualidad de la mujer está en el hecho de que ella es quien se embaraza y da a luz a los nuevos miembros de una sociedad, y a la vez le toca cuidarlos, educarlos, amamantarlos y criarlos, lo que representa un desgaste terrible, donde es casi nula la participación del hombre. Por ello había que tenerlas atadas.

Fue precisamente con la invención de la píldora anticonceptiva –dijo la especialista– cuando inicia todo un proceso para que las mujeres logren separar reproducción de sexualidad. Con esto, el cuerpo femenino encuentra posibilidades de liberación, pero se convierte en un caos que va contra el orden social establecido hasta entonces. Los hombres se sentían seguros al embarazar a una mujer pensando que así ella permanecería en el hogar y no saldría con otros por los prejuicios. Pero con los anticonceptivos el control del cuerpo de ellas ya no recae en el varón. Ésta es una raíz importantísima porque las mujeres se ven liberadas de los planes de otros sobre sus cuerpos.

La académica consideró que la liberación implica todo un reto para las mujeres, pues deben erradicar en su día a día la visión social sobre el supuesto papel que les toca ejercer, como el hecho de que nacieron para ser madres. El embarazo tiene mucho más riesgo para ellas, incluso quienes están sanas, que un aborto profiláctico, apuntó.

“Deben concentrarse en lo que quieren como personas y dejar a un lado todo lo que la cultura ha impuesto: que seas bonita –determinada imagen–, que los hombres u otras mujeres te aprueben y validen, la moda como objeto de consumo. Un paso básico es la decisión sobre su propio cuerpo y hacerlo responsablemente, conociendo las consecuencias de lo que harán y con el cuidado debido. Es verdad que se debe avanzar en el frente social para hacer efectiva la equidad, pero cada mujer debe hacer lo suyo: tomar decisiones propias.”