Rehenes del planeta bizarro

Ni triunfalismo ni desesperación, pero sí todo lo que cabe entre los extremos del espectro de percepciones, actitudes y acciones de un cuerpo social inconforme, indignado, ofendido, con determinación para emprender el cambio. Así de complejo y profundo es el panorama de la crisis mexicana, así de impredecible. Voces sensatas de respeto y compromiso llaman a la construcción de una nueva constituyente. Otros piensan, han venido pensando a raíz de los desaparecidos inolvidables y los excesivos muertos una noche de septiembre en Iguala, que este gobierno y sus gobiernitos locales primero se tienen que ir, pues sólo sin ellos se podría reformular la Constitución. De por sí estos políticos andan estrenando su versión contraria, neoliberal, antinacional del marco legal que nos quiere poner en su Planeta Bizarro de Supermán o en una variante del Nunca Jamás. Dudoso que el Estado priísta de los varios partidos políticos en sociedad se siente a negociar la niña de sus ojos, la obra maestra de sus autoritarios despojos, la Constitución de las Reformas Estructurales, la del siglo XXI, de la cual se sienten tan satisfechos aunque resulten, a lo más, títeres de unos titiriteros que a nombre del desarrollo y el libre mercado alcahuetean las pesadillas de nuestra desgracia en curso.

Como hace no mucho ocurrió en Bolivia y Ecuador, las revueltas y movilizaciones populares primero mostraron que el Estado burgués tradicional era inviable, y ya luego se juntaron tirios y troyanos a refundar las constituciones nacionales y las políticas sociales, siendo muy indígena la composición demográfica de ambos países andino-amazónicos.

Antes de quitarlos, aquí tendremos que lidiar a fondo con el poder y sus apoderados, con los capo criminales y los capitanes de la banca y la industria. Muchos todavía creen en la vía electoral como está planteada hoy bajo la premisa no-hay-de-otra. Crece el número de los que llaman a no votar, o votar en blanco. No obstante, parece improbable que en los próximos comicios, o los siguientes, este desaire o alguna fuerza electoral de verdadero cambio vayan a dar vuelta a la página negra en que estamos atrapados. Televisores y televisoras para la propaganda idiota, limosnas de por medio, impondrán a los mismos, por ineptos que sean. Cuentan con el miedo, la pobreza “estructural”, y en su defecto con la represión a manos de policías y fuerzas armadas que el crimen organizado lleva años bombardeando con armas de verdad y con cañonazos de los otros que decía el picaresco general Álvaro Obregón, en una guerra sin cuartel pues hoy los cuarteles son las calles.

La alternativa, si alguna, está en la defensa, sin cuartel también, de la soberanía, la libertad, la tierra, el medio ambiente, la justicia, los derechos de las mayorías, y de las minorías ajenas a la burbuja de la minoría dominante. Ellos son los aislados, los siempre impunes, los delirantes bizarros del libre mercado. Ellos controlan las cárceles, las armas y las leyes. Y cuando ellos faltan tenemos a los criminales, que son parte del mismo poder. Mientras unos y otros no se vayan seguiremos en las mismas, empeorando.