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Inmortalidad
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la memoria de Alfonso Caso son las palabras que dan inicio a La historia de la arqueología en México, el libro seminal que Ignacio Bernal publicó por vez primera en 1979, hace 36 años. Inmediatamente después, el gran arqueólogo de Yagul, Dainzú y Teotihuacán nos invita a pensar en el libro del Génesis y en Darwin, en Platón y Tucídides, en Plutarco, Herodoto o Bernardino de Sahagún como ejemplos de las mil y un formas de acercarnos a la incesante búsqueda para explicar el origen del mundo y sobre todo del hombre.

Buscando compartir la historia de sus colegas de estirpe, Ignacio Bernal nos regala en 332 apretadas páginas colmadas de curiosidad y erudición una biografía colectiva de la arqueología que se ha realizado en nuestro suelo desde 1520 hasta 1950. Su libro es un clásico. De inmediato fue así considerado. Es de aquellas creaciones del pensamiento a las que se refiere Jorge Luis Borges cuando ensayó la definición de un clásico: “clásico es aquel libro que una nación o un grupo de naciones o el largo tiempo han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado… profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término”.

Años después, desde su permanente magisterio, Eduardo Matos Moctezuma nos impulsa a pensar y a conocer aún más sobre la arqueología cuando nos expresa en 2013 que ella nos hace “penetrar en el tiempo… para estar frente a frente con las obras de la humanidad”. Y agrega que va más allá: penetra en el tiempo de los hombres y de los dioses. Lo mismo descubre el palacio del poderoso que la casa del humilde; encuentra los utensilios del artesano y las obras creadas por el artista; descubre la microscopía del grano de polen y, con él, la flora utilizada y el medio ambiente en que se dio; la fauna que servía de alimento y otras satisfacciones; la presencia de sociedades complejas o comunales; las prácticas rituales de la vida y la muerte. En fin, el arqueólogo puede tomar entre sus manos el tiempo convertido en un pedazo de cerámica. A todo ello habría que agregar la pasión, ese rasgo que según nos recuerda en cada una de sus páginas Bernal, convertido en pulsión, también mueve a las mujeres y los hombres que deciden ser arqueólogos.

La arqueología mexicana es así una épica creación de conocimiento que bien merece una epopeya. Cantada con el humilde orgullo de los saberes comunitarios hoy ya la tenemos entre nosotros en el hermoso libro Arqueología de Enrique Vela, quien logra contar su historia de manera novedosa por las formas de su acercamiento, por sus personajes, por sus fuentes y por los amplios públicos de no especialistas a los que se dirige. El volumen es un manual que, además de inmensamente útil, es uno de esos raros ejemplares de nuestro universo cultural que es a la vez un libro que cultiva las biografías, las síntesis históricas, los catálogos, los temas olvidados de la disciplina a la que se dedica. A todos da cobijo.

El libro de Enrique Vela forma parte de la muy esperada Historia ilustrada de México ideada y coordinada por Enrique Florescano que ya está siendo publicada por Debate y Conacultacon un infinito despliegue iconográfico que devuelve el mundo al hombre, y el hombre a sí mismo.

Con la perspectiva que da el transcurso de dos generaciones desde el libro de Bernal, Enrique Vela inicia su historia de la arqueología en México en la época de la conquista y no se detiene sino hasta 2010. Armado de su experiencia de más de dos décadas como uno de los grandes divulgadores de la arqueología mexicana desde su labor como editor de la revista Arqueología mexicana, Vela nos hace ver, con conocimiento y pasión, las grandes aportaciones de los arqueólogos más cercanos a nuestros tiempos. Además, gracias a la ofrenda y el gran lustre de su despliegue iconográfico, socializa lo que, hasta ahora, sólo podíamos mirar en libros de gran formato… inaccesibles.

Arqueología de Enrique Vela es una edición de excepcional calidad que nos enseña que el trabajo de la arqueología trae aparejado el otorgarle inmortalidad a los hombres y mujeres de los tiempos idos. Detrás del tejido de vida que nos devela siempre hay un hombre, o una mujer, una curiosidad, una sensibilidad, una fantasía, un deseo de aprender y conocer; el gozo de un encuentro futuro con muchos hombres y mujeres con los que se compartirá el mundo, muchos, muchos años después.

Esta obra es imprescindible para los que creemos que los libros son el umbral hacia otros universos: el de la belleza, el de la reflexión, el de la memoria, el de la esperanza. Y es que los que creemos en la vida de la lectura, también creemos en la vida de los libros como objetos. Si bien sabemos que cada uno de ellos, por su carácter, tiene una presencia y una personalidad, también sabemos que los libros han de encontrar una forma que alcance un equilibrio entre lo clásico y lo más contemporáneo, que se deje leer y que sea considerado por algún rasgo de belleza. Así es el libro que nos regala Enrique Vela.

twitter: @cesar_moheno