Opinión
Ver día anteriorMartes 3 de febrero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Demostraciones científicas
E

n la presentación de los resultados de la investigación sobre el paradero de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, dados a conocer la semana pasada, se afirmó que los jóvenes estudiantes secuestrados en Iguala fueron llevados al basurero de Cocula, donde fueron asesinados, sus cuerpos quemados y los restos calcinados tirados en el río San Juan. Esa es la verdad histórica, dijo el procurador, quien en distintos momentos insistió en que los datos contaban con un soporte y validación científicos.

Yo no conozco el expediente completo de este caso, por lo que me baso solamente en lo dicho el martes pasado por el procurador general, licenciado Jesús Murillo Karam, en una conferencia de prensa cuya versión completa se puede ver y escuchar en Youtube. Se trata de un trabajo de investigación muy amplio que recurre a diferentes disciplinas. Lo dicho invita a algunas reflexiones, pero inevitablemente despierta también algunas dudas y objeciones en especial en lo que se refiere el respaldo científico de sus conclusiones. Doy sólo algunos ejemplos:

El hallazgo de huellas de diésel y gasolina, latas, llantas y otros objetos quemados, restos óseos y dentales e incluso la transformación química de algunas piedras (de carbonato de calcio a calcita) muestran que efectivamente se alcanzaron temperaturas elevadas en algún punto, pero (y esta es una de las limitaciones principales de los resultados) no logran demostrar que eso haya sido un hecho generalizado en la zona de la conflagración. Los datos no son suficientes para afirmar que se alcanzaran altas temperaturas (de entre 900 y mil 600 grados centígrados, según se dijo) de manera homogénea en el sitio señalado. En otras palabras, en este ejemplo, los hallazgos presentados no constituyen una base científica sólida para demostrar que 43 cuerpos hayan sido reducidos a cenizas.

Como ya se ha dicho en diversos medios, la identificación del perfil genético de uno de los jóvenes de la Normal de Ayotzinapa en la Universidad de Innsbruck, a partir de un fragmento óseo presumiblemente hallado en el río San Juan, no es una prueba científica suficiente para afirmar que los 42 estudiantes restantes hayan corrido la misma suerte. En este caso se trata de una extrapolación a partir de un solo dato, algo totalmente inadmisible como una prueba científica.

Por otra parte, la acumulación de pruebas provenientes de distintas disciplinas, como los datos biológicos sobre el tiempo de crecimiento de algunas plantas, o entomológicos sobre el desarrollo de algunas especies (atribuidas al Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México), revelan solamente que algo se quemó y luego creció en tiempos compatibles con la fecha de encendido de una hoguera, pero no dice nada acerca de los hechos centrales, es decir, el sacrificio de 43 personas. La acumulación de pruebas de otras disciplinas como las fotográficas, sicológicas balísticas, arquitectura, ingeniería, audio, tránsito terrestre, contabilidad y hasta traducciones, pueden impresionar a algunos, pero no logran dar un sustento científico a las conclusiones, pues la certeza de un hecho no puede estar basada en el número de disciplinas involucradas, sino en los elementos sustanciales que aporten, que en este caso son muy pobres.

En síntesis, como lo saben los estudiantes de cualquier disciplina científica: a) no es posible aceptar que algo es verdadero sólo por el dicho de que está sustentado científicamente y b) no es suficiente que se diga que algo tiene una base científica para probar que realmente la tiene.

A propósito de la verdad histórica o la verdad sin adjetivos, en la ciencia se trata más bien de una aspiración, una especie de utopía. Como se sabe especialmente a partir de Khun, una demostración científica por rigurosa que sea, es a fin de cuentas resultado del consenso que surge en una comunidad científica en un tiempo y circunstancias determinadas, y generalmente se trata de una verdad transitoria, pues puede modificarse en la medida en que aparecen nuevos hallazgos o pruebas. Hablar de una verdad histórica parece algo excesivo.