Opinión
Ver día anteriorMartes 3 de febrero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Responsabilidad irresponsable
L

a catástrofe económica de la Unión Europea (UE) y de las estratosféricas deudas externas de los gobiernos europeos del Mediterráneo son resultado de las decisiones coordinadas de la troika: la Comisión Europea (CE), órgano ejecutivo del gobierno de la UE; el Banco Central Europeo, que gestiona el euro y dizque protege la estabilidad de los precios en la UE, y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Hasta hoy, la troika se ha ocupado de tomar las decisiones de política económica y monetaria en la UE, aunque lo hace enfocando país por país y no viendo a la UE del euro como conjunto. En realidad, el euro no configura una economía europea ni hay un gobierno de la misma. Pero las reglas del euro rigen para la eurozona (19 países), no para el conjunto de la UE (28 países en 2015).

La CE se conforma con un representante de cada país, con una presidencia rotatoria; la ha dominado Alemania.

El triunfo de Alexis Tsipras en Grecia parece representar el inicio de una reforma del conjunto de normas que tienen estrangulados a los miembros de la eurozona. Nadie puede saber hoy adónde irá a parar este incipiente proceso.

Tsipras llega a un gobierno que enfrentaba 23.1 por ciento de desempleo en hombres, 29.2 en mujeres, 45.9 en varones menores de 25 años y 56 por ciento en mujeres al término de 2014. Una inmensa crisis humanitaria. El hambre es un hecho cotidiano, la mendicidad abunda, buscar en la basura algo que comer es un hecho de cada día y la salubridad está ausente para las familias griegas. La mayoría de esas familias están pagando por una deuda del gobierno que crece sin freno, que antes fue privada (de los bancos principalmente) y en la que nada tienen que ver las víctimas griegas. Ello ocurre mediante un programa de gasto público súper austero, que debe generar un superávit anual para atender el servicio de la deuda, para decirlo todo con los eufemismos del caso.

Tsipras ganó a los partidos tradicionales con un programa que tiene como antecedente similar el plan con que ganó Néstor Kirchner en Argentina en 2003. Lo primero que hizo el gobernante argentino fue mandar al diablo al FMI y decirle que no seguiría su programa de ajuste, que exigía una negociación severa de la deuda externa (dados los absurdos de Menem con que fue inflada) y que no empezaría a pagar la deuda renegociada hasta que Argentina retomara la senda del crecimiento. Kirchner logró su objetivo.

De modo análogo, Tsipras ganó con un programa en el que plantea usar los recursos del superávit, es decir, no generar superávit; no negociar con la troika, sino con los titulares del Poder Ejecutivo de los países de la eurozona, renegociar una deuda absolutamente impagable (175 por ciento del PIB) y empezar a pagar la deuda renegociada cuando Grecia comience a crecer. Merkel ya respondió diciendo que Grecia requería un programa de austeridad aún más severo que el que tenía. Pero ha recibido una declaración de apoyo del presidente François Hollande. En España hubo, el pasado sábado, una fortísima expresión de la sociedad española en favor del nuevo partido Podemos, en la que puede advertirse un impacto del estupendo suceso griego. Todo indica que las expectativas de los españoles, quienes requieren un cambio profundo, van a crecer velozmente después del resultado helénico.

Pablo Iglesias, de Podemos, tiene un programa similar para España, que con su grupo viene trabajando desde hace años y va por la Moncloa en noviembre próximo. Parece, claro, que si no hay ningún cambio drástico de tendencia, en noviembre ahí lo veremos. En España, en enero de 2015, el desempleo entre varones fue de 22.8 por ciento, y de 24.6 entre las mujeres. En los hombres menores de 25 años, 51.1 por ciento, y 51.7 en las mujeres. Otro drama innombrable.

Nada de raro será ver a Pablo Iglesias en la Moncloa el próximo noviembre. Nada de raro será ver un alza significativa y cada vez más enérgica del movimiento de masas de todos los países de la eurozona en los próximos meses. Lo contrario sería lo extraño. Pero no es posible prever la respuesta de los gobiernos europeos frente al fantasma que ya recorre las mayores economías de la eurozona.

En una entrevista radiofónica hecha en el programa Hoy por hoy, en Madrid, Rodríguez Zapatero reivindicó, alzando la voz –criticando la posición de Iglesias–, la responsabilidad del Estado español, que es, dijo, cumplir al pie de la letra la disposición del artículo 135 de la Constitución de honrar el pago de la deuda externa y que esa era una medida ¡progresista!, ignorando el origen de la misma y el hecho de que tal obligación fuera encajada en la Constitución. ¡Increíble!

Para Paul Krugman, los austeristas ideológicos malinterpretan los males que tratan de remediar, crean el peligro de un suicidio económico de Europa; el gasto público en un euro genera sólo 40 centavos de reducción de deuda en el corto plazo y 1.25 euros de producción perdida.

Pablo Iglesias sabe que la austeridad es contraproducente. Es difícil entender que Zapatero no lo vea para la Europa mediterránea, porque no es lo que ocurre en el norte europeo. No ve las diferencias. Por eso en España el bipartidismo austerista, que como en Grecia ha estrangulado a su sociedad, pasará a la historia. Vientos nuevos animan a Europa.