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Intérpretes guarijíos y mayos se presentan en el Mercado de Artesanías de Álamos

El Festival Alfonso Ortiz Tirado acoge la música y la danza de los pueblos originarios

Buscan transmitir a las nuevas generaciones el interés por esos elementos culturales

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Canto de niñas y niños en el Mercado de Artesanías de Álamos, una de las sedes de la edición 31 del Festival Alfonso Ortiz TiradoFoto cortesía Instituto Sonorense de Cultura
 
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de enero de 2015, p. 6

El Festival Alfonso Ortiz Tirado (FAOT), que del 23 al 31 de enero se realiza en Álamos, Sonora, dedica lo esencial de su programación a la música vocal de raíz académica. Sin embargo, también hay lugar para otras importantes manifestaciones sonoras.

Al respecto, una sede del FAOT es el Mercado de Artesanías, localizado en las afueras de Álamo, donde se presentan grupos musicales (y de danza) de los pueblos originarios del estado.

En la cuarta jornada de actividades de la edición 31 del festival, a ese mercado acudieron dos grupos musicales cuyas actuaciones apuntaron a un tema común: el rescate, preservación, divulgación y transmisión de elementos culturales, lingüísticos y musicales que con el paso del tiempo se han ido perdiendo por razones sociales, políticas y económicas muy complejas.

Prinero actuó el grupo Etnia Sierreña, cuarteto de músicos guarijíos o, como se nombran ellos mismos, macurawe. Acordeón, guitarra, bajo eléctrico y voces fueron el vehículo para interpretar canciones de amor, de nostalgia y de apego a la tierra.

Macurawe, los que agarran las piedras, o los que se agarraron las manos y bailaron.

Por preservar las tradiciones

Luego se presentó la cantante y violinista Ana Dolores Vega, del pueblo mayo, o yoreme, respétame; yori, el que no respeta.

En la primera parte de su presentación estuvo acompañada de guitarra y teclado electrónico; en la segunda, por la guitarra de su tío. Muchos de los grupos musicales de los pueblos originarios están integrados por parientes.

¿Teclado electrónico? Ana Dolores Vega explicó: como estas manifestaciones culturales se están perdiendo debido, entre otras cosas, a la falta de interés de las nuevas generaciones, algunos intérpretes introducen elementos más modernos con la finalidad de atraer a los jóvenes y convocarlos a mantener vivas esas tradiciones.

La pregunta clave es: ¿en qué medida estos esfuerzos de modernizar la música de los pueblos originarios puede llegar a desvirtuar sus raíces y qué tan eficaz es esta línea de conducta para hacer que la juventud se interese realmente por preservarla?

Por la noche, el patio del palacio municipal fue sede de una gala que, en contraste con lo habitual, no fue dedicada al canto, sino a la música instrumental. Esta arriesgada apuesta fue exitosa porque el público no se dejó asustar por el cambio en la línea del festival y acudió en buen número.

Ese público que se atrevió fue recompensado con una noche de música de cámara, protagonizada por el Cuarteto Latinoamericano y cinco intérpretes invitados, todos del mismo nivel de excelencia.

Además, el programa fue un reto para los asistentes, pues incluyó dos obras extensas y complejas. De inicio, el Quinteto Op. 39 de Sergei Prokofiev, partitura ruda, áspera, de gran inteligencia y lucidez, habitada por un espíritu ruso inconfundible y por algunas fugaces pinceladas de la música klezmer, que el compositor conocía muy bien.

Notable también la eficacia de los intérpretes para expresar el sutil sarcasmo y el saludable sentido del humor característicos del compositor y pianista ruso.

En la segunda parte del programa, el monumental Octeto Op. 166 de Franz Schubert, una de las cumbres de la música de cámara.

Para el asombro y el deleite, el hecho de que estos músicos no suelen tocar juntos de manera cotidiana, en este concierto dieron una muestra impecable de trabajo de ensamble, unidad de criterio y metas musicales comunes. Esto es lo que ocurre cuando se trata de músicos con este alto nivel técnico y con esa indeclinable vocación por el rigor y la disciplina que tanta falta hace en numerosas instancias de nuestro quehacer musical.

Ojalá que el Cuarteto Latinoamericano y sus colaboradores de esa noche tengan la oportunidad de repetir este programa en otros foros.

La buena noticia es que están muy avanzados los planes para grabar estas dos obras, lo que sobre todo en el caso de la partitura de Prokofiev resultará en una interesante propuesta discográfica, pues existen pocas grabaciones del Quinteto Op. 39.