Opinión
Ver día anteriorMartes 6 de enero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ciudad Perdida

El nuevo jefe de la policía

El recurso del ya ni modo

De políticos y políticas

L

a intempestiva llegada de Hiram Almeida Estrada a la Secretaría de Seguridad Pública de esta ciudad hace pensar que la salida de Jesús Rodríguez Almeida no estaba prevista en el Gobierno del Distrito Federal.

Sin mayores logros en materia de seguridad que su paso por el Ministerio Público, donde no dejó huella y fue tan gris como su transcurrir por la Contraloría de la ciudad, donde estuvo los dos últimos años, de un día para otro Almeida se convirtió en uno de los funcionarios más importantes en el DF.

Está claro para los de dentro y fuera de la policía que el nuevo jefe de la corporación poco sabe de la operación de los uniformados. Por más que se quiera forzar, Hiram Almeida parece no tener ni un gramo de experiencia como para manejar la organización gubernamental de seguridad pública. La verdad es que durante buen tiempo el real mando recaerá en uno de los policías más viejos en el organismo de seguridad. Se trata del llamado jefe Apolo, Luis Rosales Gamboa, subsecretario de operación policial de la SSP.

Lo muy malo del asunto es que los errores en los que caiga Almeida le serán cargados al mismo jefe de Gobierno, y los tiempos no están como para debilitar al gobierno central, que hace un muy buen esfuerzo para tratar de recomponer su relación con quienes fueron a las urnas a depositar algo más que un voto en su favor.

Así que todo parece indicar que Almeida esta allí porque los acomodos planteados no tuvieron el éxito que se tenía previsto en el Zócalo. Hubo interferencias indeseables que echaron a perder el relevo con el que más hubiera estado de acuerdo Mancera, pero una serie de intrigas y falsedades obligaron a que Almeida llegara como el ya ni modo.

Y todo esto porque entre el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, y Jesús Rodríguez, ahora ex jefe de la policía capitalina, había una amistad de muchos años, la cual se dañó a tal grado que el mandatario prácticamente le retiró el habla. Era uno de los funcionarios en quien más confiaba, uno de los más importantes de su gabinete, pero ya la situación era insostenible.

Durante la reunión que se efectuó el 20 de noviembre para vigilar una de las marchas por la desaparición de los alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en el C4 el jefe de Gobierno ya no requirió de la presencia de Rodríguez Almeida, quien días después expresó que la policía capitalina había puesto el orden en las marchas que se efectuaron en el aeropuerto y en el Zócalo ese mismo día, le guste a quien le guste. Dicho que pareció haber impactado negativamente al gobierno de Mancera.

Hay quien dice que el jefe de Gobierno ya no respondió a las llamadas de su entonces secretario de Seguridad Pública, por lo que éste tomó la decisión de irse del gobierno, aunque había voces que le decían que la situación tendría que componerse y el problema olvidarse; es decir, que no pasaría nada, pero Rodríguez Almeida ya no quiso esperar a que el agua tomara su nivel y se fue.

En la Secretaría de Gobernación del gobierno federal se asegura en tono muy político que frente a la imposibilidad de tener comunicación con Mancera, el ex jefe de la policía capitalina presentó su dimisión al cargo sin dar aviso y directamente en Los Pinos, desde donde también unos días antes había sido felicitado por la labor de la policía del DF en las marchas sobre las calles de la ciudad.

El asunto tiene muchos asegunes y no será fácil el paso del ya ni modo por la SSP, así que ojo con el asunto.

De pasadita

No todo parece tan malo para este año de gobierno –aunque el gobierno federal se desmorone–, cuando menos en el DF. Además de la anunciada reforma política, que dicen los senadores del PRI que ahora si va, y del aumento en los salarios de los trabajadores de la ciudad, el anuncio que hará hoy o mañana la jefa delegacional de la Gustavo A. Madero, Nora Arias, es un indicador muy claro de que aún existen políticos – en este caso políticas– que pueden establecer acuerdos que beneficien a la gente y se den en ambientes de total transparencia y no sirvan para cumplir con pactos inconfesables o para llenar de dinero al líder que los impulsa. Nos referimos, desde luego, a la creación de un nuevo plantel de la UAM en terrenos de la GAM. Eso sí es mirar al futuro con buen ánimo.