Opinión
Ver día anteriorMiércoles 24 de diciembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Corrupción e identidad profesional
E

l periódico Reforma informó que los diputados se otorgaron un aumento de aguinaldo: ahora recibirán 90 días de bono navideño, por decreto de… ¡ellos mismos!

¿La identidad profesional afecta la honestidad de las personas? ¿Importa, por ejemplo, que los médicos hagan juramentos éticos? ¿La honestidad de los políticos se ve afectada por el prestigio que tienen refranes tales como aquel de ‘El político pobre es un pobre político’? ¿Existe alguna relación entre la identidad profesional y la corrupción?

El número más reciente de la revista científica Nature trae un estudio bastante ingenioso que indica que sí existe relación –sensible y medible– entre identidad profesional y honestidad. Se trata de una investigación de laboratorio simple, realizada por tres investigadores de la Universidad de Zurich. Sus autores (A. Cohn, E. Fehr, y M. A. Maréchal) decidieron estudiar el impacto de la identidad profesional en la honestidad de empleados del sector bancario y financiero. Los trabajadores tenían que reportar en su computadora los resultados de 10 tiradas de monedas (águila o sol), estando cada uno informado de antemano de que los resultados de águila eran ganones y redituaban más que los resultados de sol. Esta prueba de probidad en la anotación de resultados iría precedida de una serie de preguntas que ponían a los sujetos de la investigación en dos contextos mentales y sicológicos distintos.

Los empleados del grupo de control en el estudio recibieron un cuestionario con preguntas relativas a su calidad de vida y hábitos cotidianos: horas ocupadas viendo televisión, por ejemplo. El segundo grupo, en cambio, recibió un cuestionario en el que se sustituían algunas de esas preguntas por otras, orientadas a indagar de manera bastante precisa sobre el mundo profesional de los empleados. Recibieron preguntas que requerían algo de explicación y concentración, tales como ¿cuál es tu función en este banco?, por ejemplo.

Es decir, el segundo grupo haría las tiradas de moneda habiendo sido preparado con preguntas respecto de su trabajo y su función e identidad profesional, mientras el grupo de control lanzaba las monedas pensando en su vida cotidiana fuera del trabajo.

Los resultados del estudio son interesantes porque los sujetos del grupo de control –trabajadores del sector financiero que fueron preparados con preguntas generales acerca de su vida cotidiana– resultaron ser más o menos igual de honrados que las personas seleccionadas de manera aleatoria y de cualquier profesión, mientras los empleados bancarios que estaban pensando en su trabajo a la hora de arrojar las monedas fueron muchísimo más deshonestos, trastocando el resultado de 16 por ciento de las tiradas, contra 3 por ciento de resultados alterados en el grupo de control.

La explicación de la diferencia entre los dos grupos tiene que ver con la cultura de ganar dinero que se implementa cotidianamente en el sector financiero. La propensión a mentir viene estimulada por la idea de que el papel profesional del empleado es ganar la mayor cantidad de dinero posible y que sus resultados en este rubro serán medidos y comparados con los de los demás empleados. Esa cultura profesional de la ganancia y la competencia influyó en los empleados y los llevó a ser mas mentirosos.

Este estudio tan sencillo muestra que la identidad profesional es un factor relevante, que debe tomarse en cuenta si se quiere combatir la corrupción. El estudio demuestra que las llamadas culturas de corrupción no deben buscarse en identidades vagas y abstractas –como la cultura nacional o la naturaleza humana, por ejemplo– sino en usos y costumbres mucho más específicos, como la identidad profesional, por ejemplo.

Reformar la arbitrariedad y la corrupción de la vida pública pasa entonces necesariamente por investigar las formas en que la identidad profesional del policía, el político, el contratista o el empresario favorecen actitudes corruptas en el plano individual.

Todo eso significa, también, que se requieren bastantes estudios empíricos sobre la corrupción y se necesita que los resultados de esos estudios se discutan y se hagan públicos. El modesto trabajito de los investigadores de Zurich demuestra que los empleados del sector financiero tienen una identidad profesional que los induce a mentir. Ni más ni menos. Ahora habrá que pasar a identificar las formas en que se tendría que alterar su identidad profesional para disminuir la corrupción de sus profesionales.

Y habría que ponerse, desde ya, a hacer lo mismo con los políticos.