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El propionato es un aditivo natural que sabe peor que el vinagre, dice el director del estudio

Ingrediente de feo sabor podría ser clave contra la obesidad

Se produce en el colon, cuando la fibra no digerida se fermenta, entonces estimula la liberación de hormonas supresoras del apetito

La investigación se enfoca en la prevención más que en la pérdida de peso

Buscarán desarrollarlo para agregarlo a ciertos alimentos, por ejemplo al pan

The Independent
Periódico La Jornada
Viernes 12 de diciembre de 2014, p. 2

Aditivos alimenticios inofensivos, que se podrían producir gracias al hallazgo de un ingrediente natural que suprime el apetito y previene que las personas con tendencia a la obesidad sigan aumentando de peso, permitirían enfrentar la actual crisis de sobrepeso.

Científicos han mostrado que ese ingrediente –hecho de sustancias naturales halladas en los alimentos– hace que las personas se sientan más llenas durante las comidas, lo cual las induce a ingerir menor cantidad de alimento durante determinado tiempo.

Pruebas preliminares muestran que personas excedidas de peso que comen con frecuencia ese ingrediente durante seis meses aumentan significativamente menos de peso y tienen menos grasa abdominal, en comparación con quienes no reciben el aditivo.

Se trata de una pequeña molécula de ácido graso llamada propionato, que los investigadores añadieron a una fibra dietética hallada en la endivia, conocida como inulina, para hacerlo más agradable al paladar, señaló el profesor Gary Frost, del Colegio Imperial de Londres, quien dirigió el estudio.

El propionato por sí solo sabe en verdad horrible. Lo más cercano es el ácido acético, que es vinagre, y el propionato sabe aún más feo. Pero la mayor parte del sabor se pierde cuando se agrega inulina, aunque todavía sabe un poco amargo, añadió el profesor Frost.

El propionato se produce en forma natural en el colon humano cuando la fibra dietética no digerida es fermentada por las bacterias del estómago. Se ha mostrado que el propionato así producido estimula la liberación de hormonas supresoras del apetito de las paredes del estómago, las cuales envían señales al cerebro y hacen que la persona se sienta llena.

Sin embargo, la cantidad de fibra dietética necesaria para producir este efecto en el control cerebral del apetito es unas 10 veces más alta que el consumo típico de 10 gramos de fibra dietética al día en promedio, indicó el profesor Frost.

Pruebas iniciales con 20 voluntarios a quienes se dio el aditivo de propionato con inulina descubrieron que comieron un 14 por ciento menos que personas que sólo recibieron inulina.

Pruebas más prolongadas, realizadas a lo largo de 24 semanas en 60 voluntarios con sobrepeso, mostraron que quienes recibieron el aditivo de propionato con inulina subieron menos de peso que el grupo que sólo recibió inulina como aditivo.

Sólo uno de los 25 voluntarios que recibieron el aditivo de propionato con inulina aumentó más de 3 por ciento, en comparación con seis de los 24 que tuvieron inulina. Ninguno del primer grupo subió más de 5 por ciento, en tanto cuatro del segundo sí. El profesor explicó que las píldoras de dieta convencionales se concentran en la pérdida de peso, enfoque que bloquea la tendencia natural de las personas a aumentar con el tiempo, en especial en la edad madura.

Sabemos que los adultos suben entre 0.3 y 0.8 kilos al año en promedio, y existe una necesidad real de nuevas estrategias para prevenirlo, expresó.

No buscábamos formas de bajar de peso, sino de prevenir que las personas suban y se vuelvan obesas. A largo plazo este ingrediente de los alimentos bien puede prevenir el aumento de peso y por tanto tiene el potencial de ser un importante instrumento de salud pública, afirmó.

El objetivo es desarrollarlo como ingrediente alimenticio, no como medicina... algo que pueda agregarse a un alimento emblemático, como el pan.

Pruebas posteriores mostrarán si ayuda a prevenir que las personas vuelvan a subir de peso después de ponerse a dieta, señaló el profesor Frost. Sus hallazgos son publicados en la revista The BMJ (antes British Medical Journal).

The Independent

Traducción: Jorge Anaya