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Charla del escritor vasco en Bellas Artes

Al final, uno lee y escribe para sentir una liberación: Atxaga

Dialogó con el periodista Javier Aranda Luna durante la conmemoración en México del Día Internacional del Euskera

 
Periódico La Jornada
Viernes 5 de diciembre de 2014, p. 5

La literatura saca a flote el infinito universo del alma humana y se dirige a los lectores para hacerlos sentirse más libres o menos solos, dijo el escritor vasco Bernardo Atxaga durante la charla que sostuvo con el periodista Javier Aranda Luna, la tarde del miércoles en el Palacio de Bellas Artes.

La reunión tuvo lugar para celebrar en México el Día Internacional del Euskera, lengua de la cual Atxaga es uno de los autores más importantes, por obras como Obabakoak, donde recrea la magia de su terruño, que es también metáfora del mundo antiguo, el de la infancia, que todos hemos vivido alguna vez, detalló el autor.

El narrador compartió con el público la forma en la que construye sus mundos literarios, conformada por fragmentos o retazos de memoria que van y vienen en apariencia debido al azar.

Con todo ello, añadió Atxaga, el reto es hacer una masa que se transforme en una suerte de fotoencendido y que al final ilumine todo el libro.

Aranda Luna consideró la necesidad de que en México se difunda más la obra del escritor vasco, pues tiene mucho que decir al abordar, precisamente, las formas y caminos que adquiere la memoria.

Escribir todo lo que ocurre

Bernardo Atxaga es el seudónimo de José Irazu Garmendia (Asteasu, Guipúzcoa, 1951), quien ha escrito casi medio centenar de libros, entre cuento, novela, poesía y ensayo, íntegramente en euskera y traducido a otros idiomas.

Foto
Bernardo Atxaga, en el Palacio de Bellas ArtesFoto Guillermo Sologuren

Su libro más reciente es Días de Nevada (Alfaguara), que presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en el cual aborda su experiencia como extranjero en Las Vegas.

Hago inventos, llego a territorios e ideas que a lo mejor ya estaban ahí. Lo elemental es el hecho de escribir todo lo que ocurre, así construí mi reciente novela, explicó Atxaga.

Agregó que en ese proceso hay un peligro que debe sortearse: Evitar que el universo físico contamine el espacio mental, el espacio de la memoria, el cual es diferente del primero y fascinante. Por ello, lo que me mueve (al escribir) es la rapidez de nuestra mente para cambiar de lugares, de escenas, de momentos. Así se abren los libros, y lo difícil es cerrarlos.

–¿Cuál es la guía o el mapa en esa aparente travesía azarosa?, preguntó Aranda Luna.

“En hacer que todo, cada escena, cada palabra, trabaje para ayudar a la narración. Al final, uno lee y escribe para sentir una liberación, y a veces, a lo mejor para reaccionar.

“En Obaba hablo de mi mundo antiguo, el cual muere, pero no como si fuera una carretera cortada, pues sigue el eco de ese espacio que no termina del todo”, respondió el autor.