Opinión
Ver día anteriorMartes 25 de noviembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aspectos culturales y lecciones del ébola
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ecientemente, cuatro naciones se han declarado libres del virus del ébola. En dos se cuentan con amplios recursos económicos, científicos y médicos; me refiero a España y Estados Unidos. Los otros dos, Senegal y Nigeria, son pobres naciones situadas en África Occidental, y en octubre pasado fueron declaradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) exentas del agente causante de la enfermedad. Estas experiencias exitosas que se han vivido en Europa, Norteamérica y en el propio continente africano muestran que, aunque es difícil, por ahora es posible mantener a raya a una enfermedad contagiosa y de elevada letalidad, ante la cual aún no existen vacunas ni tratamientos efectivos.

Desde luego, hay diferencias importantes tanto económicas como en el desarrollo de los sistemas de salud entre los cuatro países citados, pero tienen en común que el caso, o los casos iniciales, presentan una transmisión localizada, y ante ellos se ha actuado con gran cuidado y decisión, por lo que nos brindan (todos, pero especialmente las naciones africanas que han logrado contener la enfermedad) lecciones importantes a los países en desarrollo, las cuales es importante aprovechar.

A pesar de estos casos exitosos, es indispensable no perder de vista el otro extremo, pues de acuerdo con el reporte más reciente de la OMS (21 de noviembre de 2014), hay un grupo de países donde continúa una transmisión generalizada e intensa del virus del ébola (Liberia, Guinea y Sierra Leona), en los que se suman 15 mil 319 casos (entre sospechosos, probables y confirmados) y 5 mil 444 fallecimientos. Desde estos países se han diseminado nuevos casos hacia naciones que estaban libres del agente, como ha ocurrido recientemente en Mali.

La experiencia de Mali es, en mi opinión, de gran importancia, pues revela cómo ingresa la enfermedad a un país y cómo se relacionan los aspectos culturales con la diseminación de una enfermedad transmisible. Una investigación en torno al primer caso diagnosticado ahí, realizada por los ministerios de Salud de Mali y Guinea con el apoyo de la OMS, muestra las enormes dificultades de los sistemas sanitarios en las naciones pobres para enfrentar la enfermedad producida por el virus del ébola.

Una niña de dos años, que es considerado el caso índice, vivía con su familia en la localidad de Beyla, en Guinea. Su padre era un trabajador de la Cruz Roja y prestaba asistencia también en una clínica particular de su padre (el abuelo de la niña). En esta clínica, el primero tuvo contacto con un agricultor que murió por causas no diagnosticadas el 12 de septiembre, al igual que con las dos hijas de éste, quienes fallecieron 11 días después.

La investigación citada hace énfasis en el riesgo que representan los sanatorios privados en comparación con los sistemas de salud públicos, pues por ejemplo, en el caso de Kenema –localidad en Sierra Leona–, 87 por ciento de las nuevas infecciones entre trabajadores sanitarios se han producido en clínicas no especializadas en el tratamiento de la enfermedad.

El padre de la niña enfermó luego y sus vecinos y personas cercanas creyeron que tenía mal de ojo y atribuyeron el padecimiento a que había peleado con el jefe del pueblo y era víctima de brujería. Rechazado por la comunidad, decidió regresar a su pueblo natal (Sokodougou, en Guinea) y tras un viaje de más de 70 kilómetros, murió allí el pasado 3 de octubre. La costumbre de volver al pueblo natal para envejecer o morir está arraigada en naciones como Guinea, Sierra Leona y Liberia. La investigación señala que los viajes frecuentes de personas sintomáticas aumentan las posibilidades de exposición de alto riesgo durante el trayecto, y con familiares y amigos al llegar a su destino.

Unos días después, en Beyla el abuelo perdió a su esposa, el 8 de octubre, por lo que permitió a las autoridades rastrear los contactos de su hijo fallecido; gracias a esto, otros dos hijos (tíos de la niña) ingresaron a un hospital especializado; aunque uno de ellos murió, los dos dieron positivo para el virus del ébola. El abuelo falleció luego, el 20 de octubre.

Al enterarse de la muerte de sus parientes, la abuela materna radicada en Mali, acompañada de varios familiares, viajó a Guinea a presentar sus condolencias y regresó a su casa, en la provincia de Kayes, llevando consigo a la niña de dos años y a su hermanita de cinco. La familia empleó transporte público y al menos tres taxis, y recorrió más de mil 200 kilómetros a través de Mali con la niña, quien ya presentaba síntomas hemorrágicos y fiebre. El 23 de octubre ingresó al hospital y se le diagnosticó la enfermedad por el virus del ébola. Desafortunadamente, murió al día siguiente y se convirtió en el caso índice. Hasta ahora se han presentado seis casos en Mali y todos han muerto. Las autoridades sanitarias están obligadas a localizar y dar seguimiento a 327 personas que estuvieron en contacto con la niña.

La madre vive y está en contacto con la familia, pero no puede viajar hasta que no transcurran los 40 días de luto oficial por la muerte de su esposo.

La tragedia familiar se debió a que durante más de un mes no se había producido el diagnóstico de la enfermedad en Guinea, y diferentes personas fallecían sin conocerse la causa, lo que permitió la multiplicación de los contagios, que ahora deben detenerse a toda costa en Mali, donde esperamos se tenga el éxito logrado por Senegal y Nigeria… Todos debemos aprender de esta dolorosa experiencia.