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Ver día anteriorSábado 15 de noviembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ensayo general de referendo por la independencia en Cataluña
E

l domingo 9 de noviembre fui temprano a votar en la consulta popular en la escuela La Salle, al lado del Palau de la Música en Barcelona, que es donde me tocaba, como averigüé por Internet. Esta vez no sufragamos en los lugares habituales, sino en escuelas y oficinas municipales. La directora de otra escuela cercana a mi casa me explicó que había recibido una amenazadora carta circular de la delegación del gobierno español en Cataluña, prohibiendo que abrieran las escuelas el domingo para la consulta popular (o simple proceso de participación, como dice el gobierno de la Generalitat, ya que se prohibió por el Tribunal Constitucional realizar una consulta oficial, aunque fuera no vinculante).

Las escuelas fueron abiertas por voluntarios, no por sus directores, según me dijeron sonriendo. La Fiscalía del Estado español anuncia investigaciones para ver cuántos miles de delitos se han producido en Cataluña. El día fue tranquilo. La única policía en la calle, muy discreta, fue la del gobierno autónomo de Cataluña.

No se pudo votar por correo. El total de votos fue de 2 millones 305 mil, incluyendo en esta ocasión mayores de 16 años y también extranjeros residentes que quisieran sufragar. De todos los votantes casi 81 por ciento hemos votado sí-sí, lo cual significa a que Cataluña sea un estado, y a que sea independiente. Un 10 por ciento ha sufragado sí-no, casi 5 por ciento ha votado no, y el resto en blanco u otras cosas. Es interesante que el sufragio sí-no llegue a 15 por ciento en la zona industrial de la periferia de Barcelona (donde hubo mucha población inmigrada en la década de 1960) y cae a 6 por ciento en zonas rurales. La diferencia es consistente, pero queda ahogada en el alud de sí-sí.

La derecha españolista y post franquista del PP (con escasos partidarios en Cataluña) y el PSOE (en su versión catalana, que se está desmigajando) declararon boicot, la consulta popular era ilegal, no irían a votar, como tampoco el pequeño partido Ciudadanos.

El nuevo partido español Podemos apoya en principio el derecho de autodeterminación de Cataluña, Galicia y el País Vasco. No está todavía muy activo en Cataluña, pero Pablo Iglesias, su líder, estuvo públicamente de acuerdo que reconocer el derecho del pueblo catalán a decidir significa radicalizar la democracia. La candidata de la coalición Guanyem a la alcaldía de Barcelona para mayo de 2015, Ada Colau (próxima a Podemos), votó sí-sí muy públicamente.

Los partidos en favor de la consulta fueron CiU (derecha nacionalista), Esquerra Republicana de Catalunya, la CUP (candidaturas de unidad popular) e Iniciativa per Catalunya (postcomunistas).

La polémica está en qué representa ese 81 por ciento de sí-sí, es decir, algo más de un millón 860 mil sufragios, si consideramos el total de votantes que pudieran eventualmente votar en un referendo real de independencia.

Todos los que hemos sufragdo (2 millones 305 mil) alcanzamos solamente 40 por ciento del censo, que podría ser de unos 5 millones 700 mil. En un referendo oficial por la independencia podríamos esperar una participación de 70 por ciento, lo cual nos daría 4 millones de votantes. Es decir, un millón 700 mil más votantes que este domingo. Si las preguntas fueran las mismas (bien pensadas y ensayadas), hay que suponer que muchos más votos irían al sí-no y al no. Estos dos grupos han estado este domingo claramente infra-representados.

Pero bastaría que los del sí-sí ganen (ganemos) 10 por ciento de esos sufragios extra para obtener una mayoría que exceda 50 por ciento. Los resultados podrían ser algo así como 51 por ciento por el sí-sí, 32 por ciento por el sí-no (lo que se llama la tercera vía) y 17 por ciento para el no y los votos en blanco.

Pero tal vez en un referendo oficial la pregunta será como la de Escocia: ¿quiere usted la independencia, sí o no? Eso dividiría el actual campo del sí-no.

Todo esto es como un sueño realizable. ¿Podría haber una separación amigable entre España y Cataluña en una Unión Europea donde compartimos el euro, sin fronteras internas y sin aranceles al tráfico de mercancías? ¿Por qué no? La independencia catalana sería además un apoyo para tantos pueblos con idiomas en peligro de extinción.

En las tradiciones de la historia de España, la amenaza de independencia catalana, los escándalos de corrupción de los políticos en España y en Cataluña, y la mayúscula crisis económica, llevarían a otro tipo de elección: podríamos elegir entre un coronel y un general. Ahora no parece ser así, ya sea que se hicieron demócratas o le temen al tribunal penal de La Haya.

*Joan Martínez Alier

Universitat Autònoma de Barcelona