Opinión
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La Muestra

Ida

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Filmada en blanco y negro, Ida es la película de ficción más reciente del realizador polaco Pawel Pawlikowski
L

a trayectoria del realizador polaco Pawel Pawlikowski, por largo tiempo residente en Gran Bretaña, era prácticamente desconocida en nuestro país hasta que el Festival Internacional de Cine en Morelia le dedicó en su pasada edición una retrospectiva, misma que sería estupendo poder apreciar en la Cineteca Nacional. Por lo pronto, Ida, su película de ficción más reciente, llega a la Muestra precedida de un enorme reconocimiento crítico a escala mundial.

Filmada en blanco y negro y ambientada en una Polonia muy austera de principios de los años 60 del pasado siglo, la cinta relata la historia de Anna/Ida (Ágata Trzebuchowska), quien habiendo crecido en un convento donde fue abandonada al nacer, desconoce por completo las realidades del mundo exterior. Justo antes de hacer sus votos religiosos a los 18 años, la madre superiora la conmina a visitar a una tía para ella desconocida. El contacto con el mundo exterior habrá de reforzar o poner a prueba su fe católica y su compromiso.

El encuentro de Anna con su tía Wanda (Ágata Kulezsa), una antigua funcionaria comunista muy rígida, será capital para indagar sobre la identidad verdadera y el paradero final de sus padres, descubrir de paso su propia identidad judía y su nombre verdadero, Ida Lebenstein. Hasta aquí la anécdota de lo que en lo sucesivo será la dramática confrontación generacional que sacudirá las primeras certidumbres de la joven novicia. El di-sipado estilo de vida de una Wanda cínica y desengañada, entregada al alcohol y al sexo, parece resumir en buena medida, al menos desde la perspectiva del cineasta, el cúmulo de privaciones y agravios padecidos en la Polonia de la era del socialismo real, y de los que la también fiscal estatal habría sido cómplice y agente activo.

El viaje de Wanda y su sobrina por la comarca polaca en busca de quienes pudieran descifrar un enigma que las concierne a ambas, es al mismo tiempo un recorrido por un territorio devastado por los sucesivos conflictos de la historia reciente, desde los saldos aún dolorosos de la guerra hasta el remplazo, sin transición, de un autoritarismo genocida por otro no menos opresivo. Los fotógrafos de la cinta (Lukasz Zal y Ryszard Lenczewski) capturan en soberbios claroscuros la desolación de los paisajes. Lo que está a prueba en la accidentada trayectoria de Anna/Ida no es tanto su fe católica, en principio muy firme, como su confianza en un género humano que advierte lleno de miserias físicas y morales. Es un acierto del realizador no llevar la cinta a soluciones melodramáticas y proponer en cambio un desenlace tan enigmático y abierto como la identidad y destino de la joven novicia en los años de plomo de la nación polaca.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. 12 y 18 horas

Twitter: @Carlos.Bonfil1