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Centenario del escritor neoyorquino

Howard Fast sigue siendo un autor de izquierda potente

Miles de jóvenes suspiran por encontrar sus libros, dice el narrador Paco Ignacio Taibo II

 
Periódico La Jornada
Martes 11 de noviembre de 2014, p. 6

Howard Fast fue un escritor muy prolífico, usó la novela histórica para construir novela social y a quien es necesario releer y publicar. Así describió el narrador y activista Paco Ignacio Taibo II al autor, de quien hoy se cumple su centenario.

Fast nació en Nueva York en 1914 y falleció en Connecticut a los 88 años; escribió más de medio centenar de novelas históricas y policiacas, así como cuentos, algunas de sus obras han sido adaptadas al cine, entre ellas, Espartaco, La última frontera, La pasión de Sacco y Vanzetti, La segunda generación y Poder: comunista de pura cepa.

Taibo II destaca, en entrevista con La Jornada, la importancia de Fast en los años 60 del siglo pasado. “Fue muy leído por el activismo. Era un tipo de novela social con mucha solidez que nos fascinó: Espartaco, Saco y Vanzetti, Los soberbios y los libres, Lugar de sacrificio y El hombre que se despertaba contento.

“Un hombre muy prolífico con una tremenda obra, excelente historiador capaz de construir las minucias y el detalle y contarte en The crossing cómo la clave de la historia es que no se mojara la pólvora de la cazoleta al ejército de George Washington, mientras remaban en las canastogas, describe qué era una canastoga y de dónde salían los remeros (de Nueva Inglaterra), y por qué políticamente estaban más motivados.

Tuvo el destino de haber sido perseguido de forma simultánea por macartistas y estalinistas. Después de haber recibido el premio Stalin de Literatura, se pronunció contra la invasión de Hungría. En esos momentos es perseguido por el macartismo, se ve obligado a emigrar a México. Sufre pena de cárcel en Estados Unidos. Retiran sus libros de las bibliotecas públicas. Le cierran todas las puertas de la industria editorial.

Creador de personajes colectivos

“Fast sigue siendo –continúa Paco Ignacio Taibo II– un autor de izquierda potente. En la época de la persecución se vio obligado a escribir novelas policiacas bajo seudónimo; una serie maravillosa con nombres de mujer: Phillys, Alice; ciencia ficción muy buena; una con un detective budista zen en la california yuppie. Y luego retorna en los años 70, con una fuerza tremenda, con dos novelas espectaculares. Una sobre la hambruna que provocan los ingleses en la India en la Segunda Guerra Mundial, donde denuncia que ahí hubo un genocidio, y otra sobre los crímenes de la CIA en El Salvador.

“Hay algunas de sus novelas que para mí han sido modelo. La última frontera, la historia de la persecución de los cheyennes que se evaden de la represión y terminan huyendo a Canadá es fascinante y un canto a la libertad”.

Taibo II menciona “el rigor con que Fast estudiaba la historia, la reconstrucción clasista que hace de Espartaco. Fascinante. Mis gloriosos hermanos. Su reconstrucción histórica sobre los macabeos.

“Fast tiene una habilidad notable y es que construye personajes colectivos. Cuando estudia a Washington, un personaje por el que tiene respeto pero no cariño, analiza críticamente a la aristocracia virginiana esclavista en la guerra de independencia estadunidense. Pero es capaz de navegar a través del personaje vislumbrando los colectivos que están ahí vivos.

Reúne en el escritor tantas cosas que estimo y admiro: la manera de envejecer con talento y dignidad; la solidez de sus investigaciones históricas, lo bien contadas que están sus novelas; tiene muy claro que en la literatura la factura y la técnica es un instrumento para construir la anécdota, es un contador de historias. No hay en ninguno de los libros de Fast una vocación experimental, pero sí hay una vocación narrativa potente.

Fast, dice Taibo II, “sigue planteando lo que han propuesto los autores a lo largo de siglos: cuéntalo bien, cuenta la verdad; nárralo bien, narra la verdad. Hay que volverlo a leer, hay que volverlo a publicar. Urge hacer una buena colección de literatura social en este país.

Hay cientos de miles de jóvenes suspirando por encontrar esos libros, que no lo saben pero les encantará leer a Steinbeck, a Dos Passos, a Fast, el gran material literario que enriqueció a la generación del 68 ha desaparecido de las librerías.