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Democratización y autonomía, los retos del Congreso Nacional Politécnico
E

ntre las instituciones educativas más importantes de México, la única que no es autónoma es el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Eso no puede seguir así. No es una institución menor de edad, su autonomía constituye una carencia de primer orden. Para impedir que la oportunidad inédita actualmente abierta se cierre, hay que diferenciar críticamente tres escenarios: escenario de Lampedusa, autonomía como simulacro y autonomía democrática.

Escenario de Lampedusa, simular que todo cambia para que todo siga igual, es al que empujan fuerzas políticas interesadas en una regresión histórica, presionando por el nombramiento de un director general (DG) que dote de marco de acción a las organizaciones porriles. Esa posición busca confundir, difunde la idea de la democracia como lastre. Hay que replicarle: no hay mejor terreno para el desarrollo educativo que la democracia.

Escenario demagógico: la autonomía como simulacro podría aceptar y hasta propulsar votaciones para elegir DG, pero nada más. Lo haría para dar gato por liebre; para recrear la estructura vertical de poder bloqueando la democratización auténtica del instituto. Este escenario podría continuar con el proyecto de restructuración neoliberal del IPN, buscando volverla una institución con fines de lucro –como planteaba el derrotado nuevo reglamento para Canal 11. Este escenario también lo pueden impulsar las organizaciones porriles, que buscarían cobertura con un nuevo DG metamorfoseándose y dejando de usar sus anteriores membretes.

La autonomía democrática constituye una oportunidad efectivamente abierta, pero por definirse. A todas las fuerzas –a excepción de las organizaciones porriles– les convendría un escenario en que el nombramiento legal del DG se sustente en la legitimidad democrática. Generaría estabilidad y desarrollo estratégico del IPN a largo plazo. Para que la autonomía democrática pueda alcanzarse y no prepondere ninguno de los dos primeros escenarios, la pieza clave será el fundamento político y la estructura programática del Congreso Nacional Politécnico (CNP). Su diseño será históricamente decisivo. Para avanzar hacia la autonomía democrática, el CNP tendría que sustentarse en la democracia real. Proponemos a debate tres peculiaridades estratégicas para dotarlo de ese carácter: 1) todas las fuerzas políticas democráticas deberían estar reconocidas e incluidas. Los representantes tendrían que ser elegidos con votaciones transparentes y amplias. 2) Para que la relación representantes/representados sea genuina, el CNP debería mantener una fértil relación con congresos locales –en cada escuela– donde se discutan a fondo los grandes temas que definirán el futuro IPN. Los representantes deberán expresar la postura de su comunidad, no la personal. De no hacerlo, serían removibles. 3) Heredando las lecciones más avanzadas de democracia en América Latina, cada escuela debería ser reconocida con idéntico estatus de legitimidad, sin ventajas para una por encima de otras, por lo cual proponemos que cada escuela tuviera para el CNP 11 representantes: cinco estudiantes, cinco docentes y uno no docente. Democracia real como fundamento del CNP.

El diseño programático del CNP tendría que poner a debate cada uno de los ejes de la democratización general del IPN. Para producir la autonomía democrática la clave sería debate a fondo de tres ejes: 1) alcances e impactos de autonomía política democrática. No basta votación para elegir DG, al menos deberían elegirse así secretario general, secretario académico y, ante todo, abogado general. Todos estos cargos deben rendir cuentas. Altamente prioritario: debate sobre la conformación de un consejo general paritario y consejos paritarios en la escuelas superiores (50 por ciento estudiantes, 50 por ciento docentes, dejando atrás la mayoría automática para los directores, ya que no deberían formar parte de ellos los funcionarios). 2) alcances e impactos de la autonomía administrativa democrática. No basta que el IPN maneje por fin su presupuesto sin depender de Hacienda. Los consejos paritarios deberían ser órganos para garantizar que el presupuesto se canaliza hacia abajo, en beneficio de la comunidad. 3) la discusión de autonomía educativa democrática llevaría a la evaluación de los programas de la educación media superior y superior para desmontar los efectos regresivos del proyecto neoliberal sobre ellos, de modo que el espíritu fundacional cardenista oriente nuevos planes con perfil nacionalista y humanista. El CNP debe abrir espacios para ponencias de invitados de dentro y fuera del IPN para exponer proyectos de fondo de autonomía democrática y discutirlos.

El CNP tiene el reto de ser un congreso refundacional, esto es, que herede el proyecto fundacional cardenista del IPN, pero para ponerlo a la altura de los retos del siglo XXI. Tiene el reto de sustentarse en la democracia real y poner a debate en todos sus alcances la potencialidad histórica a la mano de la autonomía democrática para el IPN del nuevo siglo.

*Doble presea Lázaro Cárdenas. Doctorante en ciencia política. Profesor de la ESE.