18 de octubre de 2014     Número 85

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

La negritud en Fanon


ILUSTRACIÓN: Rocío Padilla

Helena Maldonado Goti

Frantz Fanon fue un crítico y activo pensador muy comprometido con los movimientos sociales de su época que supo dar voz al silencio colonial, tantas veces soslayado por la Historia. Fanon nació en Fort-de-France, en La Martinica, en 1925 y ejerció como siquiatra en Argelia, convirtiéndose en director del hospital Blida-Joinville.

Su experiencia en ese país, donde colaboró con el Frente de Liberación Argelino, lo llevó a señalar que la siquiatría sistemáticamente omite la importancia del contexto cultural, al mismo tiempo que desconoce su eurocentrismo y de esta manera reafirma un cierto dominio discursivo. Frente a esto, Fanon construyó como forma de combate, un estilo narrativo diferente. La potencia de su escritura radica en que no vacila en describir a fondo la vigencia del colonialismo como colonialidad, pero también en que consigue dar voz y cuerpo al dolor de las colonias y a la esclavitud del “negro” encapsulado en el discurso del “blanco”.


ILUSTRACIÓN: Claude Cauquil

Fanon murió joven, en Bethesda, Maryland, en 1961 de leucemia. Su producción fue breve, pero contundente. Los dos libros más conocidos son Piel negra, máscaras blancas y Los condenados de la tierra. Este último, que para algunos es el más acabado, lo escribió poco antes de morir y es un trabajo que desarrolla las estrategias neocolonialistas como las guerras de independencia de los pueblos, la creación del Estado-nación, la idea de la democratización y la fundación de los derechos humanos, las cuales permiten bajo el velo del discurso progresista, científico y democrático, sostener el dominio sobre los pueblos y así perpetuar la relación colonizado-colonizador, sólo que ahora en términos de países desarrollados y tercermundistas con la herramienta intelectual perfecta: la Ilustración.

Piel negra, máscaras blancas es un texto nada desdeñable. En él encontramos una contundente respuesta a Octave Mannoni, quien en Psicología de la colonización, había concluído que si bien colonizado y colonizador se encuentran bajo el yugo del significante “colonización”, el “colonizado” padece un complejo de inferioridad y dependencia hacia el “colonizador”.

La crítica a Mannoni le sirve a Fanon para localizar y combatir la génesis de la colonialidad y de esta manera introducir el término de negritud, el cual toma de Aimée Cesaire y que también utiliza Sartre, pero, mientras que negritud para Cesaire era una forma de práctica cultural e histórica y para Sartre era un momento histórico de la dialéctica, para Fanon, en cambio, negritud es búsqueda y es superación de la dualidad negro-blanco.


ILUSTRACIÓN: Mickaël Caruge

Con la negritud, Fanon introduce la historia con minúscula, a diferencia de Sartre, que reintroduce la negritud en la Historia con mayúscula. Negritud para Sartre es un punto de negatividad inmerso en la dialéctica, mientras que para Fanon se trata de la memoria del racismo que permite la transformación de los cuerpos y que sirve como antídoto contra la inmovilidad de las identidades y la alienación de los discursos.

“Contra el devenir histórico, habría de oponer lo imprevisible”, dice Fanon en Piel negra como respuesta a Sartre cuando dice en Orfeo negro: “Extraño y decisivo viraje, la raza se ha mudado en historicidad. El presente negro estalla y se temporaliza, la negritud se inserta con su Pasado y su Futuro en la Historia Universal. Ya no es un estado, ni siquiera una actitud existencial: es un Devenir”.

Para Fanon es necesario crear un lugar de enunciación que no sea el del silencio, pero sí el de la ironía, construida, no sin cierta violencia, a partir de la tensión entre lo local y lo universal, y por eso Fanon se ubica en un punto de indefinición y yuxtapone las voces y las personas con el relato crítico, y por eso, su escritura es una que se localiza en los bordes, es decir, en la frontera. La negritud en la escritura de Fanon es uno de esos legados que lejos de definir un camino, abre brecha y por eso mismo, hoy más que nunca, los escritos de Fanon son eficaces herramientas para de una vez por todas, acabar con la colonialidad que trae consigo este tipo de silencio que recorre los países llamados “tercermundistas” y así poder construir un mundo mejor.


Afroindianidad: hacia un
enfoque latinoamericanista
de los estudios afroamericanos


ILUSTRACIÓN: Augustin Brunias

J. Jesús María Serna Moreno CIALC-UNAM

En el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un grupo conformado por estudiantes y el que esto escribe (como responsable) estamos impulsando el proyecto Afroindianidad. Para nosotros, el latinoamericanismo tiene como objetivos fundamentales la integración de América Latina como una aspiración estratégica de nuestros pueblos; asimismo, las posibilidades de una descolonización mental de nuestros intelectuales y académicos que ayude a una mayor conciencia de nuestra identidad propia frente a las visiones eurocéntricas o frente a la disolución o devaluación de lo propio en relación con lo que nos llega del extranjero.

Los estudios afroamericanos, por su parte, han surgido del desarrollo de diversas disciplinas como la sociología, la historia, la antropología, la demografía y demás ciencias sociales y disciplinas humanísticas. Sobre los indígenas, la enorme cantidad de estudios y diversidad de enfoques no obsta, sin embargo, para que, en muy contadas ocasiones, en ellos se estudie a los indígenas en relación con los afrodescendientes. Nosotros partimos de la diversidad étnica y racial en América Latina para estudiar, en un solo proyecto, las complejas relaciones entre indígenas y afrodescendientes que, por lo general, viven en contextos rurales.

En cuanto a la integración, no es lo mismo integración como unidad de lo homogéneo, que integración como unidad de lo diverso. De ahí que la creencia de que una Latinoamérica integrada será una Latinoamérica mestiza, porque una sociedad mestiza es una sociedad más homogénea, es una idea equivocada; primero, porque el mestizaje no homogeneiza, porque hay de mestizajes a mestizajes. Y, en segundo, porque el integracionismo homogeneizante ha probado hasta la saciedad que, en la práctica, se convierte en etnocida o etnófago. Una Latinoamérica diversa no tiene que ser necesariamente una Latinoamérica segmentada.

Aunque partimos de la antropología (y la utilización de la etnografía vista no sólo como su herramienta fundamental, sino como una rica y valiosa tradición científica de la antropología mexicana y latinoamericana en general), nuestro enfoque teórico-metodológico es interdisciplinario. Así, nos interesa comprender cómo se han llevado a cabo históricamente y cómo se llevan actualmente las relaciones interétnicas e interculturales entre indígenas y afrodescendientes en México y en nuestra América, a partir de analizar el proceso de “indigenización del africano y la africanización del indígena”, lo que Luz María Martínez Montiel denomina “Afroindianidad”.

Para poder abordar está compleja temática, consideramos necesario plantear algunos supuestos de los cuales partimos. En términos generales, podríamos hablar de tres variantes etnoraciales de este mestizaje: una primera variante: cuando la participación de la componente etnoracial española, portuguesa, o europea en general, fue nula o poco significativa, una segunda, cuando se da en un contexto en el que también hubo, de manera abundante, un mestizaje con la componente europea y, por lo tanto, es más difícil de distinguir plenamente una población africana indigenizada o indígena africanizada y, por último, una tercera variante de afrodescendientes no mestizados o poco mestizados.

Los ejemplos que se ubicarían, quizá, en la primera variante los tendríamos en los garífunas y los mascogos. La segunda variante de mestizaje de origen africano e indígena la tendríamos en los caboclos, los afrobolivianos de los yungas, los afromexicanos, los afrocolombianos, los afroecuatorianos y los afroperuanos. Por último, en la tercera variante, tendríamos la relación entre indígenas y otros grupos de “negros” no necesariamente mestizados como los llamados creoles. Sólo mencionamos los que consideramos más representativos según el supuesto desde el cual partimos; es posible que esta primera clasificación hipotética que aquí adelantamos se modifique en parte o en su totalidad.

Partimos de la idea de que indígenas y afrodescendientes se han mestizado y se han relacionado de diversas maneras a pesar de todas las prohibiciones y de los múltiples obstáculos que han tenido que enfrentar durante el desarrollo histórico y aun en la actualidad. Estas relaciones interétnicas han producido diversos grados de interculturalidad, aunque también desencuentros y rivalidades. En todo caso, este es el tipo de aspectos que trataremos de dilucidar con nuestras investigaciones.

opiniones, comentarios y dudas a
[email protected]