Mural Cultura maya (hule, corte y ordeña), 1950. Diego Rivera

Panorama del movimiento indígena en Colombia

Entrevista con Efraín Jaramillo Jaramillo

Con 1 millón 300 mil indígenas que hablan 65 diferentes lenguas, Colombia es el segundo país más multiétnico de América Latina. En Bogotá conversamos con el antropólogo Efraín Jaramillo Jaramillo, que durante muchos años trabajó con el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), organización que a su vez contribuyó a la fundación de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).

El movimiento indígena nació en el Cauca al principio de los años 70, como continuación de las rebeliones organizadas por Manuel Quintín Lame. La primera organización fue el CRIC, que surgió en un contexto de luchas campesinas por la recuperación de tierras. Éstas se “agotaron” en 1971, debido a que algunos sectores de izquierda que las apoyaban cometieron el error de convertir una agremiación social en un partido político, la Organización Revolucionaria del Pueblo (ORP). Con la ORP la recuperación de la tierra se volvió un medio para adquirir poder y así se destruyó el movimiento campesino. Los indígenas fueron los únicos que siguieron con su lucha, que tenía una base legal, porque se concentraba en la recuperación de tierras de resguardo, que son territorios indígenas de propiedad colectiva ocupados por terratenientes. Sin embargo hubo una represión muy fuerte: cerca de 800 lideres asesinados en el Cauca en esta época. Luego indígenas de otras regiones se organizaron para recuperar sus resguardos y surgieron nuevas organizaciones. En 1982, para coordinar las luchas indígenas de todo el país, se fundó la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).

Los indígenas del Cauca adoptaron desde su fundación, en 1971, formas de organización de los sindicatos y de los partidos, creando cuadros y promoviendo alianzas con agrupaciones izquierdistas. Éstas nunca fueron fuertes y cuando se dieron, por ejemplo con el Partido Comunista, siempre se crearon problemas, porque este partido no les reconocía la posibilidad de tener una perspectiva política propia, así que al final los indígenas optaron por seguir su propio camino.

La relación entre el movimiento indígena y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) depende de la época y de la zona. Por ejemplo, en el Departamento del Guaviare fueron las FARC las que promovieron la fundación de la organización indígena local, mientras que en el Departamento de Chocó el grupo Fuerzas Armadas Revolucionarias Indígenas (FARI), que se levantó en armas a finales de los años 80, era un brazo de las FARC. En algunas regiones hubo convivencia y respecto mutuo entre la guerrilla y las organizaciones indígenas, pero hubo un tiempo muy difícil. A mediado de los años 80, en el Cauca, los indígenas conformaron el grupo armado de autodefensa Manuel Quintín Lame. Al principio las FARC amenazaron con no dejar actuar a los indígenas y llegaron a fusilar a algunos integrantes del grupo de autodefensas en el resguardo de Munchique. En otras regiones las FARC brindaban apoyo a los indígenas, pero en muchos casos la convivencia se perdió cuando la guerrilla se metió en el negocio de la coca y empezó a presionar a las organizaciones indígenas para que entraran en este negocio.

Otra causa del choque entre nativos e izquierda fue que en algunas regiones, por ejemplo en el Norte del Cauca y en Toribio, el Partido Comunista se había aliado electoralmente con algunos terratenientes que ocupaban las tierras de los resguardos indígenas. De esta forma los latifundistas podían gozar de la protección de las FARC, que no permitía a los indígenas recuperarlas.

–Desde noviembre de 2012, el gobierno colombiano y las FARC están negociando para poner fin al conflicto armado interno colombiano. ¿Qué rol tiene el movimiento indígena en las conversaciones de paz?  

Las organizaciones indígenas querían participar en las conversaciones de paz, pero no les permitieron ir. Según ellas lo que se decide en la mesa de conversaciones debería de ser refrendado por medio de una consulta popular, porque un eventual acuerdo afectará a todo el mundo. Los indígenas, al igual que las FARC, piden una reforma profunda en el agro colombiano y quieren participar en su diseño. Además, los indígenas saben que con la firma de los acuerdos de paz los combatientes desmovilizados irán a vivir en Zonas de Reserva Campesina, y tienen el temor que éstas se creen en zonas indígenas o aledañas a sus resguardos, y que ése pueda ser un ingrediente a nuevos conflictos. Pues como dicen los indígenas, estos combatientes guerrilleros no se transformaran en ángeles al día siguiente de su desmovilización.

–Durante ocho años Colombia fue gobernada por la ultraderecha de Álvaro Uribe, y desde 2010 está Juan Manuel Santos, un derechista más moderado. ¿Hay una diferencia de actitud hacia los pueblos indígenas?

Hubo un cambio formal. Santos en su discurso inaugural se comprometió a apoyar las demandas de los indígenas. Según el presidente esto se realiza acabando con la pobreza y atrayendo capitales de afuera. De esa manera invita al capital transnacional para que venga a explotar los recursos naturales y allí entran en contradicción con las organizaciones indígenas, que rechazan la explotación petrolera en sus territorios por los graves daños ambientales que se generan. Pero también porque el Estado viene declarando baldíos algunos territorios tradicionales indígenas para entregárselos a empresas agroindustriales, que en nada contribuyen a su bienestar, sino sustraen tierras de uso productivo a los territorios indígenas. Santos quiere que los pueblos indígenas sean dependientes del Estado, abandonen su vida tradicional y entreguen sus tierras para la explotación de recursos naturales o para la agroindustria. Esto significaría una integración que huele a etnocidio. 

El perjuicio más grande es que las organizaciones indígenas están creyendo en el cuento de que el Estado les va a suministrar a manos llenas el dinero para sus “maravillosos” planes de vida

En 2009, con el Auto 004, la Corte Constitucional ordenó al Estado resarcir a los 34 pueblos indígenas en vía de extinción a causa del conflicto armado. La Corte impuso que estos planes de salvaguarda surgieran de un proceso de consulta de las bases indígenas. Es un proceso que podría durar años, de hecho todavía no hay resultados. El Estado ni siquiera tiene dinero suficiente para este resarcimiento. Aquí creo que se está fraguando una estafa, que traerá nuevas frustraciones a los pueblos indígenas.

El perjuicio más grande es que las organizaciones indígenas están creyendo en el cuento de que el Estado les va a suministrar a manos llenas el dinero para sus “maravillosos” planes de vida. Cada vez que se acaba el dinero para continuar con las consultas a sus bases, Santos les entrega más, pues al Estado le conviene seguir dándoles dinero para que sigan discutiendo y no presenten planes concretos de vida, que le costaría más. Los que se han beneficiado son los asesores que hacen talleres y talleres y escriben documentos a granel para los planes. Mientras tanto, la minería y las empresas se están metiendo cada vez más en los territorios indígenas. Por ejemplo, en los Llanos Orientales las petroleras entran en los territorios tradicionales y resguardos indígenas. Se prevén millares de desplazados ambientales. Si a los indígenas les destruyen el territorio, eso sí los va a volver pobres.

Entrevista: Orsetta Bellani, periodista italiana